
Compartir en:
Hace mucho no escribía pero quiero terminar de contarles lo que pasó con mi sobrino Juan la última vez que nos vimos, pues poco después se fue a estudiar a la universidad en Francia y no lo he visto en años, aunque nos seguimos hablando de vez en cuando. Se que es gay de closet y tiene pareja pero a veces me dice que me extraña y que nunca olvidará su primera experiencia.
Finalmente Juan volvió de visita, esta vez solo con su papá y se quedaron en la casa de mis suegros. Esto fue unos 8 meses después de nuestro último encuentro. Mis suegros viven en una ciudad a solo 30 minutos de la mía pero mi esposa y yo nos fuimos el fina de semana a compartir con ellos. Es una casa en el campo y tiene muchos bosques y senderos cercanos para caminar. El chico estaba muy grande ya y a poco de graduarse del colegio. El primer día no pasó anda pero no dejábamos de buscarnos y mirarnos. En la noche, unos vecinos nos invitaron a cenar y algunos se fueron en el carro y yo me fui a pie. Si, Juan se vino conmigo. No eran si no diez minutos pero pudimos hablar por primera vez a solas.
-Estoy muy arrecho Juan.
-Yo también.
-Quiero que me comas ya!
-Si, quiero comerte el culo, ¿qué hacemos?
-No se, toca esperar y buscar la oportunidad.
Me contó que ya había tenido una experiencia sexual con un chico de su colegio y se habían encontrado varias veces para estudiar y aprovecharon para follar. Me dijo que solo había sido activo y que a su amigo le gustaba así. Era como un novio de colegio pero muy clandestino.
-Entonces ya estás muy experimentado, Juan.
-Bueno, un poco, si.
-¿Qué vamos a hacer? porque seguramente ahora vas a durar mucho tiempo para venirte.
-Yo creo que estoy tan caliente que me voy a venir rápido.
Esa noche no pasó nada más, comimos, charlamos y tarde en la noche nos regresamos a la casa, pero esta vez, acompañados.
Al día siguiente, me levanté temprano y al rato lo vi salir de su cuarto, totalmente empalmado. Me puso a volar la imaginación y a botar baba, así que empecé a planear cómo poder estar a solas con él. Y llegó el momento sin buscarlo. Había que ir al pueblo a comprar mercado. Mi esposa con su hermano y su mamá se fueron y nos dejaron solos a Juan, al abuelo y a mí. El abuelo es bien mayor y estaba viendo la tv. Apenas perdimos de vista el carro, nos cogimos de la mano y en silencio nos fuimos a mi habitación.
-Quiero culearte en la cama donde duermes con mi tía.
-Que rico, de una. Hazme tu perra en la cama donde anoche me comí a tu tía.
Eso me dio mucho morbo.
-¿Me pusiste los cachos con ella?
-Lo siento pero tenía que hacerlo, tú estabas muy lejos.
-Fresco que ahora te voy a castigar.
-Uff, castígame Juan, me porté mal, me lo merezco.
-Eso hare, perra.
Me quitó la ropa y me empezó a besar el pecho y a apretarme las nalgas, intenté quitarle la ropa pero no me dejó. Me siguió besando todo el cuerpo salvajemente y eso me puso a mil.
-Ahora desnúdame, perra.
-Has aprendido mucho, Juanito.
-Cállate, perra. Desnúdame.
-Claro que sí.
Le quité la camisa y le acaricié el pecho pero me quitó la mano. Le quité el pantalón y salió mi amiga doña verga, más grande que siempre, empapada de lubricante. Pero esta vez se notaba que se había podado el vello púbico.
-Trágatela, perra.
Obedecí. Me acuclillé frente a él y le di una mamada de padre y señor nuestro. Otra vez su verga olía a orines y almizcle, y me hizo recordar la culiada de la última vez en el potrero. No se vino, como cosa rara.
-Se nota la experiencia, no te viniste.
-Cállate, perra. ¿Te ordené hablar?
-No, perdón.
-Sigue chupando.
Seguí mamando otro rato, acariciándole las bolas, apretándole las nalgas y tratando de frotar su hoyo hasta que me levantó, me giró y me llevó a la cama para que me pusiera en cuatro. Obedecí. Me abrió las nalgas y me empezó a chupar mi hoyo. Me hizo ver estrellas metiendo su lenguota en mi hoyito. Tras un par de minutos se detuvo, me escupió el culo, escupió su verga y sin piedad me la metió toda, mientras me agarraba del pelo.
-Ay, que rico, Juan, que rico.
-¿Te gusta, perra?
-Me encanta, Juan. Métemela toda.
Empezó a bombear duro, tan duro que a veces me hacía estremecer del dolor, pero la excitación era tan intensa y el placer tan grande que podían más. Mientras tanto me nalgueaba.
-No pares, Juan, sigue así. Que rico, sigue.
-Estás apretada, perra, eso me gusta. Voy a romperte el culo por haberte portado mal anoche.
-Si, rómpemelo, perdón, soy una chica mala. Rómpeme el culo que me lo merezco.
-Eso perra, sigue hablando que me gusta.
-Ay Juan, lo estoy sintiendo muy adentro pero quiero más, méteme las bolas, métemela entera.
Juan empezó a embestir con más fuerza y tuve un orgasmo prostático que me hizo venir a chorros. El chico no paraba.
-Que perra eres, te vienes y no me guardas la leche, sigues portándote mal.
-Lo siento, Juan, soy una chica mala, dame más duro que me lo merezco por puta.
-Eres una puta que se acuesta con cualquiera.
-Perdón, soy una puta barata.
-Eso eres, una puta barata.
Yo creo que el abuelo escuchaba porque mis gritos eran brutales, nunca había gritado tan duro y Juan también lo hacía. Afortunadamente, nuca dijo nada, ni entró a la habitación, porque hubiera sido el acabose, aunque yo en ese momento no pensaba en el abuelo, solo en Juan y su polla gigante taladrándome.
-Quiero que me preñes, Juan, préñame, hazme un hijo.
-No te lo mereces puta.
-Es cierto, no me lo merezco porque soy una puta barata.
-No te mereces mi leche, perra.
Sacó su verga y me volteó. Quedé tendido de espaldas en la cama. Mi verga estaba chiquita pero completamente mojada. Me restregó su mano por mi penesito y se la untó de mis liquidos. Se lamió la mano.
-Todavía sabes rico. te voy a seguir rompiendo hasta que no des más.
-Si, por favor, Juan. Hoy soy toda tuya.
Estaba sorprendido de todo el tiempo que había durado sin venirse. De verdad que ya había agarrado mucha experiencia con su amigo y masturbándose viendo porno. Se acostó de espaldas en la cama y me haló para que me sentara sobre él.
-Cabalga, perra.
-Si, como quieras.
Le escupí la polla para lubricarla y me subí sobre él. Entró fácil y rápido hasta el fondo. Empecé a moverme encima de Juan, mientras él me pellizcaba los pezones y eso me subía mucho más. Me empezó también a dar cachetadas y a apretarme las nalgas.
-Ay, que rico, la siento toda adentro.
-Que bueno, perra. Hoy estás hecha toda una puta.
-Soy tu puta, tu perra. Solo me dices y yo corro hacia tí.
-Muy bien, así de juiciosa es que me gustan.
-Soy juiciosa o desjuiciada, como prefieras.
-Me vas a hacer venir, perra.
-Vente dentro de mí, quiero ti leche Juan, quiero que me preñes.
-Con gusto. Ahí va tu hijo.
Sentí la descarga de leche dentro de mi culo y su polla palpitando.
-Que rico, Juan, quiero un hijo tuyo.
-Los que quieras.
Se terminó de venir y me obligó, como siempre hacía, a limpiarle la verga con mi boca y estaba untada un poco de mi propia mierda, pero no me importó. Nos limpiamos, limpiamos la cama y fuimos a bañarnos. Aunque le insistí en que nos bañáramos juntos, no quiso pensando que podían llegar los demás, pero no llegaron. Creo que era más bien que ya estaba satisfecho y no quería más. Cuando los demás llegaron preguntaron que habíamos hecho y dijimos que nada, que charlar y ya.
Esa noche hicimos una fogata y fuimos a buscar leña. Estando un momento a solas, le hablé.
-Juan, me encantó lo que hicimos hoy,
-A mí también, estaba muy excitado.
-Quiero repetirlo, ojalá se pueda.
-Nos vamos mañana en la noche, no se si alcancemos.
-Si quieres te hago la paja ya.
-Si quiero.
Juan se sacó la polla, le di una mamada rápida y maniobré sobre ella hasta que se vino en mi mano.
-Cómetelo.
Obedecí y me lamí la mano.
-Sabe muy rico. Pero yo no me quiero quedar con las ganas.
-Pero ya hay que volver. Mañana vemos que hacemos.
Al día siguiente fuimos a donde los vecinos a almorzar y a bañarnos en la piscina. Yo me quedé de último en cambiarme y Juan dijo que no quería entrar al agua. Cuando ya todos estaba adentro, fui a una habitación a cambiarme y apareció Juan a hacer lo mismo. Nos desnudamos, sabiendo que alguien podría aparecer en cualquier momento y nuestras pollas estaban duras. A mi me dio un arranque de locura y me acerqué a el y con mi mano agarré las dos vergas y empecé a masturbarnos.
-No, acá no.
-Rápido, nadie se va a dar cuenta.
-No, por favor.
Sin embargo no se quitaba. Seguí haciéndolo hasta que me vine en mi mano y sobre su polla. Segundos después, Juan también se vino. Chorreamos el piso y mi mano estaba toda llena de semen. Me la lamí y le di a probar. Juan lamió también mi mano y cuando ya estaba limpia nos cambiamos. Él se fue a la piscina y yo limpié el suelo. Luego fui también a meterme al agua. Nadie sospechó afortunadamanete. Estuvimos allí toda la tarde y en la noche los llevamos al aeropuerto y regresamos a casa.
Espero el día en que pueda volver a verlo. Les contaré si eso pasa.