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Esta noche, amor…
no vengas con palabras, ven con tu piel desnuda,
con tus labios sedientos y tu alma encendida.
No quiero promesas, ni frases que el viento se lleve…quiero tu cuerpo vibrando junto al mío,
quiero la verdad de tus gemidos,
la confesión ardiente de tu entrega.
Esta noche, amor…
te necesito más que el aire, más que el sueño.
Necesito tus caricias como se necesita el agua en el desierto,
como el fuego busca la leña,
como el alma busca su refugio eterno.
Déjame recorrer tu piel como un viajero perdido,
besar tus hombros con la devoción de un creyente,
abrazarte hasta que olvides el mundo,
y hacer del silencio un lenguaje entre tus muslos.
Hazme tuyo, amor… sin miedo, sin tregua.
Hazme naufragar en tus suspiros,
en tus curvas que me guían a lo sagrado.
No temas a la intensidad de este deseo,
porque en mi pasión hay ternura,
en mi lujuria, amor.
Esta noche no quiero dormir…
quiero velar tu cuerpo como si fuera un milagro,
adorar cada rincón de tu piel
como si cada centímetro escondiera el universo.
Déjame escribirte con mis dedos,
leerte con mis labios, y que tus uñas en mi espalda sean la firma de este poema hecho de cuerpos y latidos.
Subamos, mi amor…
subamos al infinito eterno del placer.
Y cuando el último gemido nos deje temblando,
cuando el sudor se mezcle con las lágrimas del gozo, abrázame… como si después de esta noche ya no existiera el mañana.
Porque esta noche, amor… te necesito con el alma y con el cuerpo.
Te necesito como solo un hombre que ama de verdad puede necesitar a la mujer que le da sentido a todo.