Guía Cereza
Publicado hace 2 semanas Categoría: Transexuales 403 Vistas
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La noche en Bogotá era un lienzo de estrellas frías y el eco lejano de un saxofón, un ambiente que se filtraba en el apartamento de Mariak, pero no lograba enfriar la atmósfera que ardía entre ellos. En el tocadiscos, "Chega de Saudade" se derramaba suavemente, una melodía que envolvía el espacio con un aire de melancolía dulce y sensual. Jim, con el corazón palpitando un ritmo propio, observaba a Mariak mientras ella ajustaba el volumen, su silueta dibujada por la tenue luz de las velas. Se sentía completamente suyo, un refugio donde cada verdad de Mariak se había revelado y su amor había florecido sin límites.

"¿Lista para bailar?", preguntó Jim, su voz un susurro que apenas rompía la quietud. Mariak sonrió, y sus ojos, profundos y cómplices, lo invitaron a acercarse. No era un baile de pasos, sino de almas. Sus manos se buscaron, y en el contacto, una chispa recorrió a Jim. No era la misma tensión de los encuentros anteriores; ahora, era un deseo maduro, una promesa silenciosa de entrega. Jim había descubierto una nueva sexualidad con ella, una que trascendía lo que creía conocer, una que Mariak había desbloqueado con su autenticidad y su amor.

Los besos comenzaron despacio, explorando cada rincón de sus labios, una danza de lenguas que se buscaban y se encontraban con una pasión que era pura y vulnerable. Los labios de Jim se deslizaron por la suave piel del cuello de Mariak, susurrando su nombre como una plegaria. Cada caricia era una revelación, un mapa que se desplegaba bajo sus dedos, desvelando sensaciones que nunca había imaginado. El olor de Mariak, una mezcla de sándalo y la esencia de su propia piel, embriagaba a Jim, llevándolo a un estado de trance. La Bossa Nova se convertía en el latido de su deseo, guiando cada movimiento, cada suspiro.

En el clímax de esa intimidad, Mariak tomó las riendas. Con una confianza serena y una ternura que Jim encontraba infinitamente atractiva, ella lo guio. No era una imposición, sino una invitación, una delicada orquestación de sus cuerpos. Jim, envuelto en el aura de Mariak, se abandonó a su dirección. Para él, ese cambio de roles no era un desafío, sino una demostración de amor puro. En los ojos de Jim, aceptar esta nueva faceta de su sexualidad era una extensión natural de su profundo enamoramiento. No importaba quién guiara o cómo; solo importaba la verdad de sus corazones entrelazados y la exquisita vulnerabilidad que compartían.

Cada roce de Mariak era un eco de su deseo, cada movimiento una sinfonía de placer que Jim recibía con una entrega total. Era una forma de amor que desdibujaba las líneas, que rompía los moldes y los llevaba a un lugar donde solo existían ellos dos, explorando los límites de su conexión. La noche fría de Bogotá se transformó en un crisol de fuego, la música en el soundtrack de su éxtasis mutuo.

Jim sintió una paz que lo inundaba, se entrego en una forma no convencional al ser que amaba profundamente, y su deseo de volver a sentirla dentro de el afloraba y la Bossa Nova seguía susurrando en el tocadiscos. Besó todo el cuerpo de Mariak, jamas habia sentido una conexcion tan profunda con otro ser humano y no le importo sentir una sexualidad diferente que atrapo por completo su corazon, susurrando palabras inaudibles mientras volvia a sentir a marik con todo su ser en el unicamente sus pensamientos se centraban en el amor y la pasion que había encontrado una nueva dimensión. Era más que un encuentro; era el nacimiento de una intimidad profunda, donde Jim había descubierto que el amor verdadero, en su forma más pura, no tiene límites, ni roles preestablecidos, solo el gozo de entregarse a quien se ama incondicionalmente.

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