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Todo inicio en guia por el chat, y luego pasamos a video llamada, cuando la vi por primera vez, sus ojos me encontraron en la pantalla, y la chispa que sentí al ver que era más bella que su foto de perfil se multiplicó por mil. En nuestra conversación en línea, habíamos tocado las fibras del deseo con cada palabra, construyendo una expectativa que ahora, frente a ella, era palpable. Ella tenía esa madurez serena, una sofisticación que invitaba a explorar, y una sonrisa que prometía secretos. Recuerdo muy bien nuestra primera cita, en donde estaba nervioso y algo inseguro pues no sabía si llegaría, sin embargo al vernos, cuando la conocí en persona, no fue su silueta perfecta lo que me atrapó, ni la promesa de un cuerpo esculpido por horas de gimnasio. Lo que me deslumbró, fue que desde el primer mensaje en la pantalla, fue su belleza interior, esa que se filtra a través de las palabras, de la risa contenida en sus audios, de la profundidad de su mirada en las fotos que compartía. Era una mujer madura, sí, con las líneas de expresión que cuentan historias, con la piel que el tiempo había besado y moldeado, sin la rigidez de la juventud, pero con la suavidad de una experiencia vivida una mujer directa que tenia claro lo que buscaba y sbre todo con la que se podía hablar de cualquier tema sin problemas, pasando de conversaciones inocentes a conversaciones calientes llenas de erotismo y sensualidad, en realidad me encantaba y todo el tiempo estuve maravillado por su claridad y el ser directa con lo que le gustaba y no le gustaba al momento de un encuentro sexual, recuerdo muy bien que me pregunto que era lo que mas me gustaba hacar y claramente le dije que me encantaba dar gusto, pero que eso si no podía faltar que bajara a su sexo y me quedara por horas allí dándole placer a lo que ella sonrreia, y claramente no me creía, pues siempre decía que los hombres con los que siempre había estado lo único que les importaba era el clásico mete y saca y muy pocos daban un buen sexo oral que habría que probar …. Y que amanecerá y veremos…. Luego de multiples chats y conversaciones virtuales de conocernos y decirnos cosas, acepto por fin una invitación a tomarnos algo en la zona de la 73 con 7, y después de un café donde la conversación fluía como un río tranquilo pero profundo, lleno de insinuaciones y miradas cargadas, la decisión fue unánime, no hacía falta ni verbalizarla: el motel era el siguiente paso, pues era evidente que, en su día a día, su pareja la había descuidado. No en un sentido físico de abandono, sino en el olvido sutil de la conexión, de la chispa, de la vitalidad que una mujer como ella necesita para florecer.
Había un velo de rutina en sus palabras, una cierta resignación en la forma en que hablaba de su vida de su pareja, sin amargura, pero con una melancolía que me invitó a querer encender algo en ella. Su cuerpo no era de revista, no. Tenía las curvas de una mujer que había vivido, que había amado, que había dado. Tal vez un poco más de aquí, un poco menos de allá, pero cada imperfección era una huella de su historia, un mapa de su existencia. Y para mí, eso era infinitamente más atractivo que cualquier perfección fabricada.
Lo que buscaba, y lo que encontré en ella, no era una conquista, sino la oportunidad de darle gusto y que ella saliera de la rutina, de que se recordara a sí misma la mujer vibrante que era. Y vaya si lo logramos. Cada caricia, cada beso, cada momento explorando su vagina depilada, rosada y hermosa, asi como en la posterior penetración, era una capa que caía, revelando una sensualidad que había estado dormida, pero no muerta. Sentí cómo se entregaba, no solo a mi cuerpo, sino al placer de ser deseada, de ser el centro de la atención, de sentir cada nervio encenderse.
Verla sentirse nuevamente viva con su sexualidad fue el verdadero triunfo. Sus jadeos no eran solo de placer, sino de liberación. Sus gemidos eran un canto a la vida, al redescubrimiento. Sus ojos, después de cada orgasmo, brillaban con una luz renovada, una chispa que antes había estado opaca. Era como si cada encuentro la rejuveneciera desde dentro, infundiéndole una energía que trascendía lo físico. Y esa conexión, esa forma de sacudir su mundo y el mío, fue lo que hizo que todo fuera tan extraordinario. No era solo sexo; era un reencuentro con su esencia, un despertar de la mujer que siempre fue, pero que había olvidado que podía ser.
El trayecto hacia el motel fue corto, pero la tensión se espesaba en el aire, dulce y anticipatoria. Ya en la habitación, una botella de vino tinto nos esperaba, un brindis silencioso por la noche que se desplegaba. Con cada sorbo, la conversación se tornaba más íntima, las risas se mezclaban con susurros, y nuestras manos encontraron el camino hacia las de ella, acariciando la suave piel de su muñeca. Era una danza lenta, un preludio consciente. Sin afanes lo mejor de estar con una mujer madura …
Cuando el último sorbo del vino se disolvió en el aire, la miré a los ojos, y el mensaje fue claro. No había prisa, solo una quietud cargada de deseo. Ella asintió, una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Con ternura, deslicé mi mano por su muslo, sintiendo la tela de su vestido ceder bajo mis dedos. Cada botón que desabrochaba era una revelación, cada tira de ropa que caía era una promesa. Sus prendas se deslizaron al suelo, revelando un cuerpo que el tiempo había acariciado con gracia, con curvas que invitaban a la exploración, y una piel que invitaba al contacto. Sus senos se alzaban firmes, sus pezones oscuros y erectos, y sus caderas prometían un paraíso.
Me arrodillé frente a ella, mis ojos fijos en su entrepierna, donde la humedad ya comenzaba a asomarse. El aroma que desprendía era embriagador, una mezcla de deseo y feminidad. La tomé de las caderas, mis pulgares rozando el inicio de sus muslos internos, y Acerqué mi boca lentamente, deleitándome en la anticipación.
Mis labios encontraron su clítoris, y el primer roce fue suave, casi imperceptible, como una caricia de seda. Ella suspiró, su cabeza se inclinó hacia atrás, y sus dedos se enredaron en mi cabello. No tenía prisa. Empecé con una lengua lenta, serpenteando alrededor de su centro de placer, como un explorador en un terreno virgen. Subía, bajaba, acariciaba los labios menores, probando cada rincón de su intimidad. Escuchaba sus jadeos, cada uno más profundo que el anterior, y sentía la tensión crecer en su cuerpo.
Luego, cambié el ritmo. Un poco más de presión, un movimiento más circular y constante. Mi lengua se convirtió en un torbellino, succionando suavemente, mientras mis labios creaban un vacío, atrayéndola más y más profundamente. Ella se retorcía, sus gemidos se hicieron más fuertes, su cuerpo arqueándose hacia mí. Sentía sus caderas empujar contra mi cara, buscando más, siempre más. El sabor era exquisito, la humedad una fuente que no paraba de fluir.
De repente, un gemido agudo escapó de sus labios, un sonido que era una mezcla de sorpresa y placer puro. Su cuerpo se tensó, sus muslos temblaron, y sentí las contracciones empezar. Era un terremoto bajo mi boca, una explosión de sensaciones. Seguí trabajando, concentrado, sabiendo que este era el momento clave. Mis dedos se unieron a la danza, acariciando su perineo mientras mi boca se aferraba, succionando y lamiendo con una intensidad devota. Ella se arqueó por completo, sus caderas elevándose del colchón, su cuerpo temblaba incontrolablemente. La escuché gritar mi nombre, una palabra ahogada por el placer. Y entonces, se rindió. Su cuerpo se relajó sobre el colchón, sus respiración agitada, y un suspiro largo y tembloroso escapó de sus labios, me encanto sentir como se había venido en mi boca y claramente me bebi todo el elixir de su ser no deje nada para las sabanas todo para mi y mi boca, luego me levanté la mirada, y sus ojos, aún vidriosos por el éxtasis, me miraron con una mezcla de gratitud y asombro, me djjo “ me has dado una grata sorpresa nunca había tenido un sexo oral tan riko y largo en mi vida llevas mas de una hora dándome placer … ha sido maravilloso … te lo agradezco … nunca habia sentido el placer de venirme en la boca de alguien mas … y debo confesarte que fue maravilloso…. “
Me incorporé, sus piernas aún rodeando mi cintura, y la abracé. Su cabeza se apoyó en mi hombro, y sentí el latido acelerado de su corazón contra mi pecho. "Nunca", susurró, su voz aún ronca, "nunca me habían hecho algo así". Esa frase, esa confesión, fue el mejor premio. Saber que había llevado a esa mujer experimentada a un lugar de placer desconocido, fue una satisfacción inmensa. Y mientras yacíamos allí, en el silencio después de la tormenta, supe que esa noche, en ese motel, habíamos construido una conexión que trascendía las palabras y las pantallas y que su entrega hasta ahora iniciaba, pues claramente deseaba más….
Después de la explosión de placer que la había dejado sin aliento, la abracé con fuerza, sintiendo el calor de su piel contra la mía, el rastro de su éxtasis aún vibrando en el aire. Susurros de agradecimiento y asombro llenaron el espacio entre nosotros. Mis dedos acariciaban su espalda, sintiendo la suavidad de su piel madura, y lentamente, la guié para que se girara, sus piernas aún entrelazadas con las mías.
Nuestras miradas se encontraron, y en sus ojos vi una mezcla de vulnerabilidad y una expectación recién despertada. No había prisa, solo un entendimiento tácito de que la noche apenas comenzaba. Me deslicé sobre ella, sintiendo su cuerpo acoplarse perfectamente al mío. Mis manos se posaron en sus caderas, mis pulgares rozando la suave curva de su pubis. Ella arqueó ligeramente su espalda, ofreciéndome su centro con una confianza que me encendió por completo.
Con cuidado, me acerqué. La entrada era suave y húmeda, acogedora y cálida. Deslicé la punta de mi miembro, sintiendo cómo se acomodaba, y ella jadeó suavemente, sus manos apretando mis hombros. Entré lentamente, pulgada a pulgada, sintiendo cada pliegue de su intimidad envolverme. Era una sensación de profunda conexión, un abrazo total. Su cuerpo se estiraba para recibirme, y yo sentí el placer de llenarla por completo. Cuando finalmente estuve dentro, ella suspiró, un sonido de pura satisfacción.
Comencé a moverme despacio, con un ritmo que construíamos juntos, una danza de nuestros cuerpos. Cada empuje era una caricia, cada retiro una promesa. Sus caderas se elevaron para encontrarse con las mías, sus uñas arañaban suavemente mi espalda, y sus gemidos se hicieron más audibles. Sentía la humedad y la tensión en su interior, cada contracción envolviendo mi miembro con una fuerza embriagadora. La miré a los ojos, y vi la pasión arder en ellos, una llama que se avivaba con cada embestida. La penetración era una revelación, una extensión de la intimidad que habíamos construido desde el primer mensaje en línea. Era profunda, plena, y cada vez que nos movíamos juntos, el placer crecía, una ola que nos llevaba más y más alto.
Después de la primera oleada de pasión que nos dejó jadeantes y conectados, la atmósfera en la habitación del motel se cargó de una nueva energía, una mezcla de intimidad y aventura. Sentí su respiración aún acelerada contra mi pecho, y la besé suavemente en el cuello. Sabía que ella era una mujer dispuesta a explorar, y yo, un guía deseoso de llevarla a nuevos horizontes de placer.
Con ternura, me separé un poco, susurrándole al oído: "Hay algo más que me gustaría explorar contigo, si te sientes cómoda". Ella se movió ligeramente, y pude ver la pregunta en sus ojos, mezclada con curiosidad. La besé de nuevo, una caricia suave en sus labios, y mis dedos comenzaron a trazar un camino descendente por su espalda, hacia la curva de sus nalgas. Sentí su cuerpo tensarse un poco, una ligera resistencia, pero también una intrigante apertura.
Con cuidado, le expliqué, con voz suave y tranquilizadora, el placer que se podía encontrar en la penetración anal, la intensidad y la profundidad que podía ofrecer. No hubo presión, solo una invitación. Ella cerró los ojos por un momento, ponderando la idea, y luego, con un suspiro, asintió levemente. Esa señal fue suficiente.
La giré suavemente, posicionándola boca abajo, con sus nalgas ligeramente elevadas, empecé a besar su ano, limpio y rosadito, inicie con mi lengua, a lubricar un espacio que según ella nunca había permitido en el pasado pero que estaba dispuesta a brindarse la oportunidad de sentir diferente, como yo ya había preparado el terreno de antemano por al menos 20 minutos de mi boca en su lindo y hermoso culito, dándole la misma intensidad que le di a su clítoris con el fin de prepararla y exitarla lo mejor posible, para que ella pudiera disfrutar mi verga, llegando donde otros nunca habían llegado antes, posteriormente puse con un poco de lubricante que apliqué generosamente, tanto en la cabeza de mi verga mí como en ella y su delicioso culito. No quería que hubiera la menor molestia, solo placer. Mis dedos, primero, se acercaron con delicadeza, trazando el contorno de su ano, sintiendo la suavidad de la piel. Ella respiró hondo, su cuerpo quieto pero receptivo.
Con una paciencia infinita, fui introduciendo un dedo, luego dos, expandiendo el camino suavemente, escuchando su respiración, atento a cualquier señal de incomodidad. Ella se apretó contra la almohada, sus uñas apretando las sábanas, pero no hubo queja, solo una tensión creciente. Cuando sentí que estaba lista, y con su silencioso permiso, acerqué la punta de mi miembro.
La entrada fue ajustada, pero con el lubricante y la preparación cuidadosa, se sintió como una suave y cálida bienvenida. Lentamente, me deslicé dentro, sintiendo la compresión y la calidez envolverme de una manera completamente diferente. Ella soltó un gemido ahogado, una mezcla de sorpresa y una nueva sensación. No forcé nada; me detuve un momento, permitiendo que su cuerpo se ajustara a esta nueva presencia, le dije con voz suave pero firme, vamos a tu ritmo, clavate y mueve tu misma, explora y disfruta de mi ….ella sin reparos suspiro y tomo respiraciones profundas y pausadas, me dijo me duele un poco, pero lo disfruto, me encanta nunca había sentido esto tan rico antes … no lo saques dame tiempo, y asi lo hice me quede quieto pausado solo dándole tiempo sufiente para que disfrutara de mi sexo,… al cabo de unos minutos empezó a moverse hacia mi metiéndose toda mi verga en su ser… solo exclamo y dio un breve grito di” que ricoooo “ me encanta…. Dame culeame … saque un poco mi verga sin salir de ella y agregue un poco mas de lubricante… diciendole al oído quiero que disfrutes … no te quiero maltratar … deja y vamos lento que el lubricante haga su efecto …. Y asi fue …. Luego de darle un par de empujones lentos aumente progresivamente la intensidad y la fuerza…. luego, con movimientos lentos y controlados, comencé a moverme. Era una sensación única, una profundidad intensa y una presión constante que se sentía increíblemente bien. Sus músculos internos se apretaban alrededor de mí con cada empuje, una experiencia que era a la vez más tensa y más envolvente que la anterior. Sus respiraciones se volvieron más profundas, y sentí su cuerpo temblar con cada embestida. Sus caderas se movían con las mías, un ritmo que aceleraba lentamente, llevando la tensión a un punto de no retorno.
La miré, su rostro estaba contorsionado en una expresión de éxtasis, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos. Sentí su cuerpo temblar, y sus gemidos se hicieron más fuertes, más urgentes. Me aferré a sus caderas, empujando con más fuerza, profundizando la conexión. La presión se hizo insoportable, en el mejor de los sentidos. Y entonces, llegó. Un grito, un gemido liberador que resonó en la habitación, y su cuerpo se arqueó, convulsionando en un orgasmo poderoso que me arrastró con él, bote toda la leche en ese mismo instante, ella llego y yo también …. Senti como su ano palpitaba mientras mi leche se depositaba al mismo ritmo y la llenaba …
Yacimos así un momento, entrelazados, sus respiraciones aún entrecortadas, el eco de su placer resonando entre nosotros. Habíamos explorado un nuevo territorio juntos, y en ese acto, nuestra conexión se había profundizado aún más, trascendiendo las expectativas y llevando nuestras fantasías a una realidad inigualable. Posteriormente nos vimos un par de veces más … hasta que por cosas del azar de la vida salió de viaje y ya no esta en el país…