NO ESPERES PERFECCIÓN 

Cuando ella se quite la blusa y el sostén, no busques un cuerpo de revista. No vas a ver una cintura de avispa, ni una piel sin marcas. No la idealices, porque no es una muñeca.

Cuando se baje la falda o el pantalón, no esperes unas piernas lisas como porcelana, ni una piel sin celulitis o sin alguna estría. No es perfecta, ni falta que le hace.

Cuando se quite el sostén y las medias, no busques simetría, colores “bonitos”, ni formas “perfectas” sacadas de una película. Porque ella no está ahí para cumplir fantasías, está ahí siendo real.

Cuando ella se quite la ropa, entiende algo: no solo está quedando desnuda físicamente, también está dejando a un lado miedos, complejos, etiquetas, todo eso que la sociedad le ha impuesto y que ella ha cargado por años.

Desnudarse no es solo quitarse la ropa. Es entregarte confianza, vulnerabilidad y hasta un poco de miedo, esperando que la veas, que la abraces con los ojos y con el alma.

Cuando ella se quede frente a ti, sin nada, no la critiques en silencio. No pienses en cómo podría “verse mejor”. Mírala de verdad. Está ahí, con sus dudas, sus cicatrices, su historia… contigo.

Porque ella no se despoja solo de tela. Se está mostrando con todo lo que es, con lo que ama de sí misma y con lo que aún no ha aprendido a amar.

Y si llega ese momento, lo único que deberías hacer… es respetarla. Y quererla más. Porque eso, eso sí es de hombres.