Bueno como bien dije, amo a los dominicanos son mi maldita debilidad es el único tipo de macho que me hace encenderme (normalmente culeo con colombianos, ecuatorianos y venezolanos ) pero no me encienden tanto como un dominicano. Entonces una yo dije, y que chucha hago acá perdiendo el tiempo, mejor voy a una cantina de domis *(en espalda se le llama bar) y voy a ver si consigo a alguno y bueno, llego allá y estaba bastante llenito, mi idea es chequiar si había éxito bien si no me devolvía pa la casa… me bebí mis coronitas y bueno veo a uno que me llama la atención: Moreno mulato, trenzas, cadenas, flow y 0 pluma, un macho. Lo empiezo a mirar y veo que se da cuenta, va pal baño y voy yo detrás para ver si lo veo más de cerca y bueno entro, y le sonrío y me entro para el baño privado ya que los otros son descubiertos. Cuando salgo digo, voy a hablarle en donde estaba jugando villar y le digo así como de mentira (yo tengo 19 años soy inocente aun):
Yo: tu eres el hermano de Maycol (un amigo Domi mío)
Domi: no, tengo do’ helmana nama’
yo: ahhhh es que me soñabas de algo por eso te miraba
Domi: si ya me di cuenta pensé que era que queria decime algo, tú ere de aquí o latino?
yo: siii vivo aquí pero soy de ecuador y tu cuánto tiempo llevas a aquí?
domi: yo como 10 año vine con 20 y recién cumplí 30
yo: a pero estas muy bien yo sabes cuantos tengo? Cuantos me hecha ?
domi: tu tiene cara de bb así que uno 21
yo: mira perro (me suelto a la risa) tengo 19
bueno el caso es que empezamos a hablar y yo iba como marcando nalguita y me le ponia como así la que me mirara y me funcionaba… el caso es que yo le dije que si me podía devolver a pa la casa y el man dijo que sí que no había problema, entonces cuando salíamos, en el carro me dice, espera fumamos un cigarro y te devuelvo que aún es pronto (yo fui allá a la cantina como a las 10 p.my cuando me iba a regresar eran las 12 de la noche) entonces empezamos a fumar un cigarro y el me explicaba un poco que básicamente estaba cansado y que quería rapar (en dominicano es culiar) yyo le dije que también que había venido aquí para conseguirme a un dominicano y él se reía, me decía - en serio te gutan?- y yo le respondí que si y me dijo ta bien ta bien, acabamos el cigarro y Bajamos por una calle lateral, y ahí estaba su carro: un Honda medio viejo, oscuro, con los cristales polarizados.
estamos dentro del carro Solo se escuchaba el clic del seguro automático y el dembow bajito que salía del altavoz medio rotito. Él se acomodó al volante, se reclinó un poco y me lanzó una mirada y siguió preguntándome vainas.
Domi: dime algo. ¿Qué es lo que te vuelve loco? ¿Qué es lo que te hace temblar antes de que te lo metan?
yo: A mí me encanta que me agarren fuerte, que me hablen sucio… que me escupan el cuello, que me digan que soy un cuero, que sirvo solo pa’ que me usen. Que no me tengan paciencia.
domi: Mierda, loco… tú sí eres enfermito. Eso me gusta. Y tú… ¿aguantas que te metan dándote nalgás? ¿O tú eres de esos que se asustan cuando les jalan el pelo?
yo ahí ya me puse caliente y le dije que porque esas preguntas, y el me dijo - Coño… tú estás blandito, loco. Tú estás pa’ clavar sin compasión. yo en ese momento estaba viendo las estrellas porque me estaba hablando así el que me gustaba…siguió la conversación.
domi: ¿Tú tiene prisa, compay?
yo: ¿Prisa? No, ¿por qué?
domi: Mira —me dijo, bajando la voz —, yo no te la voy a enseñar todavía… pero pa’ que sepas, la tengo gruesa, morena, con una venota por el lado que cuando te entra, te hace ver luces. Tu quiere que hagamo algo? Dime
yo: (estaba nervioso y no sabia que hacer entonces él como que se quedó parqueado para no ir a mi casa) a mi me da igual si tú quieres x mi si.
domi: bueno, dime una vaina, morenito… ¿a ti qué es lo que te gusta que te hagan?
yo: Depende… ¿qué estás dispuesto tú a hacerme?
Soltó una risita y me miró de lado,
domi: a ti yo te hago de to’, loco. Yo soy un sucio. A mí me gusta escupir, jalar pelo, darte nalgadas que te dejen ardiendo… ¿tú aguantas eso o solo te haces el cuero?
yo: Aguanto más de lo que tú crees.
El soltó un “mmmm” y se bajó el pantalón, dejándome ver que el huevo y se veía riquísimo, encima él huele a perfume de hombre y todo el olía a macho como me gusta y se lo empecé a mamar
Yo ya lo tenía decidido. Me acerqué, le desabroché el pantalón y bajé el calzoncillo con cuidado. Salió su pinga como un látigo pesado: gruesa, morena oscura, con venas saltadas y una cabeza ancha que brillaba un poco de lo mojada que estaba. Olía a hombre caliente, a calle, a deseo.
Domi: Mírala bien, mi loco… esta vaina te va a dejar marcao’.
Me agarró por la nuca y me la puso en la boca, sin decir nada más. Me la metió despacio, pero firme, y me empezó a dar con ritmo, metiéndola profundo, haciendo que me atragantara. No le importaba.
Domi: Trágatela… eso, así. Tú estás hecho pa’ esto, gordito. Tú tienes cara de serio, pero el culo es de cuero.
Cada vez me empujaba más, una mano en mi cabeza, la otra agarrándome del muslo. Me tenía pegado, babeado, con la boca llena. Y no paraba de hablar:
Domi: Tú tienes una boquita caliente… coño, qué rico tú chupa. Se nota que tienes hambre de pinga. Tú naciste pa’ que te usen.
Me sacó el hueevo de la boca de golpe, la sacudió en mi cara y me dijo:
Domi: Ya. No más aquí. Te voy a partir pero como se debe, en mi cama. Vamos.
Y arrancó el coche. Íbamos en silencio, yo respirando agitado, él manejando con una mano y la otra en mi muslo. Cuando llegamos a su edificio, me hizo subir rápido. Abrió la puerta de su piso,
Domi: Pon tu número, que tú y yo no vamos a seguir hablando aquí. Te voy a dar una moña que te va a dejar temblando, Chúpalo como si me lo debieras, mamita.
Y yo lo hice. Con gusto.
—Te voy a partir. Tú no vas a poder caminar mañana, morenito.quitate la ropa
Me desnudé sin decir palabra. Él se quitó solo la camiseta, y ahí lo vi bien: el pecho grande, marcado, con pelo rizado; los brazos llenos de venas, duros, y la barriga que se le salía un poco por el pantalón, dándole ese cuerpo de hombre real, no de gym ni postureo, sino de macho. Se bajó los pantalones y ahí estaba esa pinga, dura como una barra, negra, gorda, palpitando.
—Pónteme en cuatro en la cama. Ya tú sabes pa’ qué viniste.
Me escupió el culo sin calentamiento, me abrió las nalgas con fuerza y empezó a rozarme con la cabeza del bicho. Solo el roce me hacía gemir.
—¿Tú estás mojadito ya? Te siento calientico… coño, qué rico.
—Dámela ya, papi, por favor —le dije sin filtro.
—Tú vas a llorar cuando te la meta, perra. Pero vas a llorar de gusto.
Y me la metió. Despacio primero, haciéndome sentir cada centímetro. Era tan gruesa que sentía que me partía en dos. Me agarró de la cintura y me empezó a dar con ritmo, fuerte, como quien no tiene compasión.
—¡Eso! ¡Abre ese culo! Coño, tú estás hecho pa’ que te revienten. Qué placer me da partirte así.
Me jaló el pelo, me escupió la espalda, me metía los dedos en la boca mientras me clavaba más y más duro. Yo gemía como nunca, descontrolado, sudando, temblando.
—¡Tú eres mío esta noche! Tú no sales de aquí sin mi leche adentro. ¡Dilo!
—¡Soy tuyo! ¡Rómpeme, papi!
—Así me gusta. ¡Aguanta!
Me siguió dando, sin parar, cambiando de posición, me puso boca arriba y me levantó las piernas, mirándome a la cara mientras me la volvía a meter.
—Mírame mientras te lleno, maricón. ¡Mírame!
Y se vino, con un gemido grave, clavándola hasta el fondo y quedándose ahí, su cuerpo grande sudado encima del mío, su respiración caliente en mi cuello. Me llenó por dentro, caliente, espeso, sin sacarla todavía.
Se quedó un rato encima, y luego dijo, medio riéndose:
—Eso es lo que tú andabas buscando, ¿verdad? Pues acostúmbrate, que no va a ser la última.
La habitación olía a macho, a sudor, a semen caliente. Él se quedó acostado con el brazo por detrás de la cabeza, respirando como fuerte, con la barriga moviéndose y el huevo ahí, descansando pero todavía pesada, mojada, como si dijera que podía otra ronda sin problema.
Yo ni hablaba. Solo respiraba bajito, boca abajo, con esa sensación de estar bien comido. Me ardía el culo rico, me sentía lleno, usado, como me gusta.
Él miró el celular y dijo:
—papi, son las do de la mañana… y yo ni cuenta me di con todo esto
Se paró en bolas, sin apuro, Fue al baño, orinó sin cerrar la puerta y regresó pasándose la toalla como quien no tiene que impresionar a nadie. Me vio acostado todavía y me pegó una nalgada sin avisar.
—Dale, que te llevo. Pero esto no se queda aquí. hay que volver a reventarte.
En el camino no dijimos casi nada, pero no hizo falta. Esa vaina ya no era solo sexo, era una vibra. Cuando me dejó por mi bloque, abrí la puerta pa’ salir y él me soltó, con esa voz grave suya:
—Cuídate, mami. Tú ere’ mía, tú lo sabe. Ese culo tiene dueño ya.
Me reí bajito, sin decir nada. Cerré la puerta y me fui caminando con el culo adolorío y la cabeza en otra.
Y desde esa noche… ya van dos veces más que nos hemos juntado. Pero desde esa primera vuelta, ese dominicano me marcó.
Y aunque no lo diga en voz alta, yo soy suyo.