
Compartir en:
Karla sufría mucho porque su infidelidad significaba la pérdida de nuestra familia. Yo estaba atormentado por su estado anímico. No podía dormir. Esa noche traté de distraerme leyendo relatos eróticos. Encontré un relato en que un novio le da permiso a su novia para tener sexo con otro. El argumento era que él no podía detenerla, entonces sí iba a pasar mejor que sea con su consentimiento y así ninguno salía lastimado.
Luego de reflexionar entendí que el distrés de Karla, mi esposa, era muy grande así que me decidí a seguir el ejemplo del relato… total ya me había sido infiel, así que una raya más al tigre.... Eran las 3 de la mañana, me acerque a la cama donde dormía, Karla estaba sufriendo, respiraba con dificultad.
- Amor, despierta, no sufras más, lo he pensado bien y te voy a dar permiso para que tengas sexo con quien quieras. - Se despertó y no podía creerlo
- ¿Es en serio?
- Si mi amor, he leído un relato en que un novio le da permiso a su novia para tirar con otros y creo que es lo que necesitamos para que dejes de sufrir.
- ¿Hay amor, es en serio eso? – seguía teniendo dudas
- Si – repetí.
- ¿Entonces tengo tu permiso para tirar con otros?
- Si mi amor, si quieres contactar ahora mismo, hazlo.
- ¿Y qué quieres a cambio?
- Pues me cuentas todo y lo disfrutamos juntos.
- Cuanto te quiero amor – Me abrazó y me cubrió de besos, yo también la abracé fuertemente y la besé, muy pocas veces la había visto tan contenta.
- Hay amor no sabes cómo me siento, ahora mismo he recobrado la vida, es algo maravilloso.
Yo la abrazaba y le hablaba al oído muy despacio. Había olvidado su pesar y estaba muy contenta.
- ¿Tienes a alguien en mente para hacerlo hoy mismo?
- ¡¡¡¡ Síííííí !!!!
- Contáctalo, dile que quieres tirar ahora mismo.
Inmediatamente Karla mensajeó a su amante:
- Hola, puedo hacerlo ahora…
- como tú quieras – fue la lacónica respuesta de su amante.
- mándame un Uber.
Se puso a hacer las cosas de la casa muy contenta. No paraba de sonreír. Entró al cuarto, se acercó a la cama y me dio un beso. No cabía en si misma de alegría. Yo todavía no procesaba lo que había hecho. Estaba enviado a mi esposa a tener sexo con otro… ¿Qué había hecho? soy un… Karla entró a la ducha, y salió rapidísimo. Entré al baño, ella me miró alegre, me besó y me dijo:
2 / 10
- Gracias, amor. Me siento muy feliz, soy la mujer más feliz de la tierra.
- ¿Por qué amor?
- Jamás pensé que esto podía ser posible. Me diste tu permiso.
Nuevamente me puse a pensar que soy un coj… ¿que qué había hecho?, pero no había marcha atrás.
Luego Karla empezó a alistarse. Se arregló el cabello y se puso sus cremas. Eligió su mejor atuendo para ir, unas botas celestes con un jean azul moderno que resaltaban su hermosa figura. Y elaborando su mejor sonrisa me dio un beso. Estaba espectacular como siempre.
Karla es una mujer sobre el 98%, es decir es más apetecible que el 98%. Es una belleza, y con los años esa belleza se le ha asentado muy bien. Parece de 23 con un cuerpo perfecto, Son 155 de altura con 88-65-87 cm de medidas que la hacen perfecta para el amor. Y ese día estaba especialmente arreglada. Ella viste muy bien, pues tiene la mejor ropa que hay en el mercado. Como era invierno, tenía que salir abrigada. Sumando a su atuendo se puso una casaca negra bellísima que marcaba la perfección de su cuerpo. Como toque final se echó su perfume. Así que aparte de lucir espectacular con su cabello suelto, también olía muy rico. Yo me preguntaba ¿Por qué para mí no se arregla así?
En ese momento yo era un cúmulo de emociones positivas y negativas. Una parte de mí quería que se quede. Esperaba que ella reaccione y diga “que estoy haciendo, esto no es normal” y decida quedarse a hacer el amor conmigo. Sus palabras me sacaron de mis reflexiones:
- Dejo a la nena en el bus a las 8:30 y de allí voy.
- Que te vaya bien amor mándame el lugar a dónde vas para saber que estás segura. Y no te regales.
- Claro que no amor.
Una vez salió de la casa, le empecé a escribir. Yo estaba excitadísimo con una erección imparable mientras chateaba con ella.
- Ya vino el bus.
- Si, mándame datos de tu Uber para saber que estas bien.
- Ok
Me envió un screen shot con el auto y el lugar a donde iba. Yo me comía el cerebro de que haría mi dulce esposa. Como era posible que se hubiese convertido en esta mujer, que va corriendo y feliz a tener sexo con otro. Sin embargo, pese a mis reflexiones mi cuerpo decía otra cosa. Estaba excitadísimo y no podía concentrarme en mi trabajo.
- ¿Amor estas? – Pregunté.
- Ya llegué al lugar.
- Cuídate amorcita, que te vaya bien.
Le seguí escribiendo, pero ya no me contestaba más. Después de mucho tiempo me respondió.
- Todavía estoy aquí. Estoy en eso, a lo que vine.
- ¿A qué hora terminas?
- Un rato más – Y luego dejó de comunicarse.
Continuará...
Si desean leer más, en la siguiente entrega les enviaré el relato con detalles de lo que Karla hizo ese día narradas por ella misma.