Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Hetero: Infidelidad 755 Vistas
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Luego de empezar su viaje, ella me llamó desde el extranjero. Me extrañó su llamada porque pensé que después de nuestro último encuentro ya no íbamos a coincidir.

Hola, ¿cómo estás? – inquirió Sofía.

Bien, y cómo estás tú. – contesté.

Bien también. Te llamé porque quiero saber si tú me quieres.

Eso tenemos que hablarlo aquí en persona.

Dime si me quieres, porque he conocido a alguien y me ha invitado a viajar con él.

Ven aquí y lo discutimos.

Dime si me quieres… Se me acaba la llamada y cuesta mucho.

Te digo que vengas acá y lo discutimos. Si vienes lo conversamos.

Ya tengo que colgar se me acabó el tiempo.

Esa llamada me dejó intrigado. ¿Qué estaba haciendo? ¿Quién era ese desconocido que la invitaba a viajar?

Bueno, pero cuando uno es joven la vida te lleva por varios caminos, por varias amigas. Yo acababa de terminar una relación con una chica espectacular, una chica de cartel que me hizo probar el trago amargo de la infidelidad.

Pasaron dos semanas, en las cuales yo estaba inmerso en mi trabajo. Trabajaba desde las primeras horas hasta la noche. Además, había obtenido ingreso para estudiar la maestría en la universidad más difícil y exclusiva de mi ciudad. Una tarde me llamó Sofía.

Hola, ¿cómo estás?

Hola, de donde me llamas.

De mi casa, ya regresé. – eso me dejó sin habla.

¿Estás en la casa de tus padres?

Si, aquí estoy.

¿Quieres que te pase a buscar?

Si, ven por favor, quiero hablar contigo.

Mientras manejaba, me vinieron los recuerdos de la casa de sus padres donde siempre nos encontrábamos para tener sexo. Una vez, incluso, nos metimos a su cuarto e hicimos el amor.

Cuando toqué la puerta, salió a abrirme radiante, sonriente y me abrazó.

Que bueno verte – me dijo, acto seguido me estampó un beso que me produjo una erección.

Es bueno verte también – acomodé mi miembro en mi pantalón, no sé para qué porque ella ya había notado mi erección.

Veo que me has extrañado – dijo y empezó a acariciarme la entrepierna.

¿Por qué dices eso?

Porque mi amiguito ya se puso firme.

No resistí más y empecé a besarla, luego chupé los lóbulos de sus orejas, pasé por su cuello que la hizo gemir y apreté sus hermosas tetas. Ella nació bendecida con un precioso culo redondo grande y con unas tetas extragrandes y preciosas que eran su mayor atractivo. Dicen que una mujer o tiene buenas tetas o tiene buen culo… ella tenía buenos ambos y otros atributos más.

Le saqué el polo y el sujetador y aparecieron esos manjares. Empecé a succionarlos. Chupé sus pezones que se pusieron durísimos. Mientras ella gemía con mis atenciones, noté que debajo de sus tetas había moretones. Observo con más cuidado y veo huellas de mordidas. Ella ya me tenía agarrado de mi miembro apretándolo y sobándolo. Me besaba con fuerza, me comía la boca. Yo ya no razonaba. ¿Alguno de ustedes me puede decir que es capaz de razonar cuando una hermosa hembra como esa lo tiene agarrado del pene?

Le pregunté:

¿Por qué tienes huellas en tus tetas? – Ella sonrío, tenía un rostro de alta excitación.

No preguntes, sigue mamándome – me contestó.

Mmmmm, mmmmm, que ricas tetas, las extrañaba tanto.

Son para ti mi amor – dijo ella, luego se soltó de mí, abrió mi cierre y mi paquete salió de su prisión.

Veo que tu también extrañabas a tu amiguito – afirmé.

No tanto, pero sí estás bueno amor.

A continuación, empezó una mamada que solo ella sabía hacer. No sé dónde aprendió a mamar que cuando lo hacía te deshacía con sus manos y su boca. Mamó y mamó mientras se deshacía en elogios. “que rico amor, deseaba tanto tenerlo en mi boca… mmmm… está delicioso, eres un ángel”. Continuó mamando y mamando. Se dedicó a mi glande, lamió y relamió. Sabía que estaba controlando mi placer, por eso me miraba a los ojos mientras me hacía gemir. Seguía destrozando mi pene con su lengua. Metía su lengua en el ojito y succionaba el líquido preseminal. Seguía y Seguía. Mis recuerdos de anteriores mamadas vinieron a mí, junto con los recuerdos de como siempre hacíamos el amor incansablemente durante noches enteras.

Ella continuaba con su tarea como si fuese contratada para ello. En un momento ya no podía más y me eché para atrás. Por un momento mi pene salió de su boca, pero ella ávida me persiguió y volvió a tragarse mi pene.

Continuó por muchos minutos más, hasta que ya no pude evitar y gruñendo me vine en su boca. Ella, como siempre, se tomó todo mi semen que encontró refugio garganta adentro. No dejó salir ni una gota, todo se lo tomó. Luego, mirándome a los ojos sonrió y me dio un beso con sabor a semen. Que rico beso. Nos acomodamos pues estábamos en el descanso que hay a la entrada de su casa.

Se acurrucó en mis brazos. Sentíamos una conexión que no disminuía con el tiempo.

Entonces recordé las marcas en sus tetas. Y le pregunté:

¿Quién te hizo esas marcas?

No me preguntes por favor.

Pero si me has llamado tú, supongo que debo preguntar.

Pero no te va a gustar si te lo cuento.

Pruébalo, cuéntame.

Pero, por favor, no me interrumpas con más preguntas.

Lo prometo.

He conocido a un hombre, David, quien me gusta mucho y hemos viajado juntos por varios países. Es un hombre maravilloso. Y hoy me ha ido a visitar a mi trabajo. Él es asesor allí. Me llamó un ratito para conversar y salimos juntos. Cada vez que nos vemos no nos podemos contener y necesitamos hacer el amor. Nos fuimos a un hotel y pasó lo que tenía que pasar.

¿Has estado teniendo sexo con él?

Sí.

Y luego has tenido sexo conmigo ¿por qué?

Es mi fantasía, quería tener sexo con dos hombres el mismo día.

¡¡¡Quéééééé!!! ¿por qué no me dijiste antes?

No sabía si ibas a aceptar.

Wowwww, y que has concluido.

Hasta el momento ha sido maravilloso y todavía te falta tirarme.

¡¡¡Quééééé!!!

Me gusta tener sexo con él. Él me ha dejado las marcas en mis tetas. Me dijo que era para marcarme como su propiedad. Cada vez que veo esas marcas, me acuerdo de él. Además, cuando me clava me siento en el paraíso. Hoy mismo estuvo jugando y me tenía ensartada por detrás mientras yo gozaba sin parar.

Eres una perra.

Tal vez no una perra, pero preferiría ser una loba, auuuuuuu.

No es momento para bromear - le dije mientras trataba de disimular mi erección que no pasó desapercibida.

Veo que te está gustando – me miró a los ojos, sonrió y metió la mano dentro de mi pantalón para apretar mi pene que se puso durísimo.

Continúa, por favor.

Hoy, apenas llegamos al hotel me besó con pasión. Su lengua la metía hasta mi garganta y yo también le metía mi lengua. Era tan rico. Sacó mi polo y apretó mis tetas. Luego se dedico a mamarlas, chupando y chupando. Sentí que me estaba succionando para dejarme un chupete. Me dijo que me quería marcar como su ganado, como su mujer, su puta. Así me trata todo el tiempo. Vi las marcas que me había dejado y me gustó. Me gusta ser su mujer. Luego me acostó en el borde de la cama y me mamó mi concha. Tiene maestría en eso, ya estuvo casado y sabe como satisfacer a una mujer. Me hizo gemir y gemir. Tú sabes que soy difícil de llegar al orgasmo, pero él me dejó al borde. Después me volteó y me hizo el perrito. Cuando entraba me hizo gritar pues tiene un miembro muy grande. Creo que por eso todas las mujeres del trabajo se lo quieren tirar, pero yo soy la afortunada.

¿Y por qué me buscaste a mí?

Shhhhhh. Él es para un rato… ¿Te sigo contando?

Sí, por favor – para ese momento ya mi verga tenía una erección única. Estaba color morada y ella me tenía apretado y además acariciaba mis huevos.

Veo que te está gustando amor. Te gusta que te cuente mis aventuras sexuales ¿cierto?

Me tienes muy excitado, me gustan tus aventuras, sigue contándome.

Está bien. Luego me empezó a embestir llevándome a la gloria. Se aproximaba mi orgasmo. Entretanto él se chupó un dedo y empezó a meterlo en mi ano. Eso me encendió que tal manera que estaba dispuesta a todo. Sentía su dedo en mi ano y su enorme verga en mi vagina. Yo ya escurría líquidos por los dos lados. Luego metió dos dedos en mi ano, lo cual me volvió loca, sentía una doble penetración. Él se exasperó y me gritaba “dale putita, vente”. Yo estaba en éxtasis, al borde del orgasmo. Él se dio cuenta y malo, malo, sacó su verga, después sacó el líquido que salía de mi vagina y lo untó en mi puerta trasera. Luego apuntó su verga hacia mi pequeño orificio. Empezó a clavarme, pero resultó difícil. Mi naturaleza no lo aceptaba, o mejor dicho mi contra naturaleza. Ese hombre seguía resistiendo y no cejaba en su empeño. Empujó más fuerte y su glande que entró totalmente desgarrando mis esfínteres. Eso me arrancó un grito terrible. Supongo que todos me oyeron en el hotel, pero a nadie le importó porque, aunque no vean, allí todos saben lo que pasa en cada cuarto pues todos van a lo mismo.

¿Te hizo daño? – inquirí.

Seguro que sí, pero lo superé inmediatamente por la excitación que tenía. Él, por seguro, era un experto en sexo anal, porque pronto empezó a bombearme y su enorme miembro entró completamente en mi ano causándome un gran deleite. Ahora si empezó lo bueno, entraba y salía rompiendo los esfínteres de mi ano, pero eso me sabía a gloria. Él me gritaba “toma perra, para que aprendas, toma la verga que te gusta, eres mi vaquita, ya te marqué como a mi ganado”. Yo babeaba de gusto y pronto empezó a invadirme un calor terrible, me temblaban las piernas y solté un gemido fuerte seguido de un grito y me vine. Mi vagina botaba tanto líquido que cayó al suelo formando un charco. Que tal vitalidad tenía ese hombre, pues seguía bombeándome el trasero. Sus huevos golpeaban mi vagina. Esa escena era un éxtasis total para mí. Yo no me derrumbé, aguanté estoica sus embestidas y mi excitación creció otra vez. Pero eso no era todo. Él todavía me tenía reservado otro placer más.

¿Que otro placer? – pregunté mientras notaba que mi verga era restregada por su mano que lo apretaba fuertemente sacándome líquido seminal que ella tomaba con sus dedos y lo llevaba a su boca besándome después.

Esta fue la cereza del pastel mi amor. David sacó su verga de mi abierto ano y lo metió de un solo envión dentro de mi vagina. Yo no estaba preparada para esto, así que debo haber lanzado un grito tan terrible que algún vecino preguntó si todo estaba bien. David sin inmutarse y bombeándome grito “todo está bien vecino, solo le estoy dando duro a esta putita”. Se escucharon risas tanto de hombres como de mujeres. El seguía en su tarea y de pronto sacó su verga y la clavó en mi ano de un solo tirón. Esta vez grité más fuerte, pero ya nadie preguntó nada. Parece que todos se habían acostumbrado a mis gritos. Él bombeó mi ano como si fuera una vagina, y precedido de otros gritos me vino el segundo orgasmo.

¡¡¡Wowwww!!!

Nuevamente sacó su pene y lo metió en mi vagina. Siguió clavándome sin piedad por media hora mientras me gritaba, “eres una puta, así se revienta a las putas, te gusta que te dé por el ano, tu ano me pertenece”. Me sacó tres orgasmos más sin parar ¡¡¡Que tal hombre!!! Recién en ese momento me di cuenta de que era multiorgásmica. ¡Qué tal mediodía estaba pasando!

Sigue, continúa – le dije, en ese instante me sentía en la gloria pues ella estaba sobando mi glande, la zona más sensible de mi pene. Sabía lo que hacía pues teniendo mi pene en sus manos me dominaba. Qué experta se había vuelto esta mujer.

¿Quieres que continue contándote o que te siga masturbando? – inquirió ella.

Los dos, sigue, no pares.

Bueno, el siguió dándome por vagina y ano por turnos destrozando todos mis agujeros. Yo en la gloria, pero él no llegaba al orgasmo. Así que me solté y le apliqué mi estocada mágica. Me metí su verga en la boca y empecé a succionar. Sentí que crecía más dentro de mi boca. Él empezó a gemir. Supongo que su agotamiento por fin me iba a rendir frutos o, mejor dicho, me iba a rendir leche. Seguí succionando, lamiendo y acariciando su verga. Lo tenía entre mis manos. Tú sabes que soy muy golosa y no lo iba a soltar hasta sacarle la última gota. Pero que tal resistencia de ese hombre. Me duró casi diez minutos hasta que en medio de gruñidos bestiales y gemidos como de ultratumba se vino totalmente en mi boca. Me gritaba, “eres una perra, que puta que eres, te reviento tus agujeros y sigues necesitando más”. En ese mismo momento yo tuve otro orgasmo, pero aguanté y no solté mi presa, la verga de mi hombre. Tomé toda la leche que pude, creo que no se me escapó nada. Para ese momento yo ya estaba muy cansada y excitada que perdí la precisión del momento.

¿Entonces, de allí has venido a besarme con tu boca llena de la leche de ese hombre? – le pregunté.

¿No te parece excitante? A mí me ha gustado, estoy gozando de dos macho

s y van 7 horas. Ahora tienes que darme duro para saber de qué estás hecho.

Continuará…

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