Óscar se sentía muy bien de ser homofóbico, para él existía hombre y mujer y no entendía cómo podían dos hombres o dos mujeres tener sexo, chuparse o besarse, era algo que estaba lejos de su comprensión. En la construcción donde trabajaba todos eran bien machitos, se trabajaba duro, se jugaba al futbol los fines de semana, se comía, se tomaba y luego iban de putas. Los fines de semana era fijo que regresaba a su casa de madrugada, su mujer ya acostumbrada ni siquiera preguntaba dónde estaba hasta esas horas, lo sentía llegar y se volvía hacia el otro lado de la cama para no sentir su olor a vino barato y sexo. En la casa mandaba Oscar, sus tres hijos temblaban cuando les llamaba la atención, no quería ver a su hija mayor con algún novio hasta que él decidiera, no quería ver a sus dos hijos varones con juntas raras, ropas extravagantes o drogas. Los domingos a misa obligada y aunque todos sabían como era ese hombre, no decían nada, los saludaban en la iglesia como si fuera el mejor matrimonio del barrio.
Una noche se les ocurrió a sus amigos quedarse tomando ahí en el edificio en construcción, hasta el jefe estaba y no puso problema, se abrieron las botellas, se preparó la carne, la música y llegaron las putas de siempre. La cosa fue tomando cada vez más color y todos fueron soltándose con el ritmo de la música y el trago, las mujeres enseñaron sus pechos, los hombres sin recato alguno se pusieron a mamar aquellos pechos y sin tapujos terminaron todos empelotas, ahí tirados por donde fuera cogiéndose a las putas, aquello derivó en una orgía incontrolable, todo era un amasijo de tetas, vergas, vaginas, gemidos y corridas. Óscar llevado por las circunstancias se vio tirado en el suelo mientras una de las mujeres sentada sobre él se comía todo su pene, uno de los hombres se puso junto a ellos y la mujer comenzó a mamar la verga de ese hombre mientras cabalgaba sobre Óscar, el hombre a quien chupaba la puta era su jefe y Óscar reparó en la verga de aquel hombre. Su jefe poseía una herramienta gruesa, venosa, cuando la mujer la sacaba de su boca, Óscar podía ver la cabeza rosada de la verga lubricada por la saliva de la mujer. Su jefe sacó el pene de la boca de la mujer y se alejó, Óscar pensó que se iba hacia otra mujer o por más alcohol, pero para su sorpresa el hombre se puso detrás de la mujer, ésta se echó sobre Óscar con sus tetas sobre la cara prácticamente mientras el jefe ponía su verga en medio de sus nalgas, así Óscar la penetraba por el culo y él por la vagina, nunca había hecho algo así, pero su excitación aumentaba, tenía el cuerpo de su jefe muy cerca suyo y sintió como el hombre abrazaba a la puta y también a él. La mujer estaba en medio de los dos, borracha. Óscar sintió los gemidos de su jefe y supo que estaba por correrse, sus rostros estaban muy cerca aunque ambos evitaban mirarse, el jefe convulsionó y se corrió en el culo de la mujer Óscar también se corrió, cuando el jefe sacó la verga del culo de la mujer un chorro de semen cayó en las piernas de Óscar, el jefe se puso de pie y se alejó. Óscar se quitó a la mujer de encima, se había quedado dormida sobre su pecho y fue por más vino, desnudo como estaba se sentó con un cigarrillo y un vaso de vino, tenía restos de semen en sus piernas, lo esparció con sus dedos y llevó algo a su nariz y lo olió.
Durante varios días no pudo concentrarse en el trabajo, evitaba encontrarse con el jefe y ese fin de semana no acompañó a sus amigos de parranda. Por la noche pensaba una y otra vez en lo sucedido, en el semen caliente del jefe derramándose por sus piernas, en el abrazo antes de correrse, en el aliento del jefe cerca de su cuello, en la verga gruesa y brillante, y aunque había visto todas las vergas de sus amigos cuando se duchaban o cuando se iban de parranda, incluso algunas las había visto erectas, pero la situación vivida la otra noche había sido distinta y no sabía en qué, pero había sido algo que nunca se le habría ocurrido.
Pasó cerca de un mes y ya se acercaba el final del trabajo, aunque ya tenía otro listo, sólo que era fuera de la ciudad, no se preocupaba por quedar sin trabajo. El jefe de nombre Arturo les propuso celebrar como la última vez la finalización de la obra, todos estuvieron de acuerdo, sin embargo Óscar se excusó diciendo que es iba con su familia al campo por el fin de semana, era mentira, pero Óscar no quería vivir la experiencia de la última vez. Llegó el día viernes último y al término de la jornada comenzaron los preparativos de la fiesta. Óscar estaba nervioso, guardó sus cosas, iba de aquí para allá despidiéndose de todos, cada vez retrasaba más su partida del trabajo, se sentó un rato alejado fumando y su mente se aclaró o se oscureció aún más, volvió donde estaban los otros y les dijo que se iba a quedar. Como la vez anterior la cosa fue aumentando de intensidad, las mujeres se sentaban sobre los hombres y se levantaban la falda, con sus manos abrían el pantalón del hombre en cuestión, no había que ser adivino para darse cuenta que se introducían las vergas calientes. Óscar, en calzoncillos chupaba los senos de una mujer morena, pero su mirada buscaba a Arturo. Pasó mucho rato sin que Óscar y Arturo estuvieran cerca. Todo era alcohol, risas, todos cogían. Óscar se levantó de la silla, haciendo a un lado a la mujer que estaba con él y así empelotas fue hasta el baño a mear, no estaba borracho, no estaba con sus cinco sentidos puestos en la fiesta, ni siquiera estaba caliente, cuando salía del baño chocó con Arturo, ninguno de los dos dijo nada, entraron en el baño casi sin mirarse, Óscar sintió las manos de Arturo, el abrazo, su cuerpo pegado al suyo, sintió como la verga de su jefe se metía entre sus piernas, sintió el beso, la lengua, las contorciones de su cuerpo y luego la explosión entre sus piernas, chorros de leche corrían por sus piernas se volvieron a besar y él también se corrió sobre el estómago de su jefe, se quedaron un instante así abrazados y luego se separaron, salió uno del baño más tarde el otro. Óscar se puso la ropa y sin que los demás se dieran cuenta salió de la casa. Era de madrugada cuando entró al baño de la casa, el calzoncillo tenía restos de semen seco al igual que sus piernas, no se los quitó, se volvió a pajear ahí, recordando. Cómo iba a seguir su vida no lo sabía, pero estaba seguro que no sería la última vez que besara y acariciara a un hombre, todo cambiaría sin dudas..