Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Gay 895 Vistas
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Hola a todos, soy Leo. Hace tiempo no escribía por falta de tiempo, pero voy a tomarme un momento para relatar una historia que me ocurrió hace poco.

Para quienes no han leído mis relatos anteriores, me presento, soy Leo, tengo 30 años y soy pasivo. Amo el sexo más que nada y disfrutar de aventuras de todo tipo.

Trabajo medio tiempo en algo relacionado con mi profesión, pero principalmente trabajo con mi padre en varios de sus negocios, él es dueño de un lugar tipo club campestre y lo administramos juntos junto con otros proyectos como un par de fincas, etc. El punto de esto es que en los últimos meses estuvimos haciendo unas remodelaciones a una casa en la que nos quedamos ocasionalmente, y como ya estaba terminada necesitábamos contratar un servicio de internet, sin embargo, la oficina que ofrece este servicio no podía realizar la instalación entre semana, pero nos aseguraron de que el día domingo irían a hacerlo. (Ellos no trabajan dos días entre semana para trabajar el fin de semana). Y como normalmente el día domingo solemos estar ocupados con el club, mi padre me pidió ir a mí a encargarme del asunto, así que tras ayudarlo con varias cosas, tomé rumbo al lugar, exploré la casa y como no sabía a qué horas pensaban enviar al instalador, decidí ponerme cómodo.

Me recosté sobre la cama y abrí aplicaciones como Grindr, Recon, ManHunt, MachoBB, TheBlowers, entre otras, solo para ver si había alguien interesante por los alrededores. Vi algunos perfiles pero ninguno me llamó la atención. Bloquee el teléfono y me recosté hasta quedarme dormido. Me desperté dos horas después por el rugido de unos perros vecinos y al ver la hora era casi medio día. Me levanté y fui directo a la ducha para refrescarme un poco. Cuando estaba por terminar escuché el sonido del portón de la casa y salí a regañadientes mientras me envolvía con la toalla.

Abrí la puerta principal y mi primera impresión fue: "¡Guau!". Frente al portón había un hombre alto, de unos 45 años, con una barba tupida y una sonrisa en el rostro. Iba vestido con su uniforme de trabajo, una camiseta tipo buso con el logo de la empresa, un pantalón jean de color oscuro y unas botas punta de acero. Al verme salir en toalla se disculpó por llegar en mal momento, pero le insistí en que no había problema. Le abrí el portón y me pidió permiso para entrar su moto porque no quería dejarla en la calle. Accedí y lo observé entrarla. Tras terminar, sacó todas las herramientas que necesitaba de un maletín y lo invité a entrar. Atravesamos la sala y le indiqué el lugar en el que quería que quedara el modem de internet. Él se disculpó nuevamente por venir a esta hora diciendo que los domingos le daban permiso para ir a la iglesia con su familia a adorar al señor, y que compensaba el tiempo trabajando hasta tarde otros días.

Se quedó un momento en silencio observando el lugar detalladamente, imagino que pensando en cómo y por dónde realizar la instalación, y tras eso me observó de pies a cabeza de forma peculiar. No dije nada y luego él habló disculpándose por no haberme dejado terminar de duchar, puesto que me dijo que aún tenía algo de jabón escurriendo por mi pecho, el cual estaba desnudo. La toalla solo me cubría la parte inferior del cuerpo. Me dijo que fuera a terminar de ducharme con una sonrisa amable mientras él hacía su trabajo. Seguí su instrucción y volví a entrar al baño principal, el cual quedaba atravesando el pasillo frente a la sala donde él se encontraba. Al entrar mi instinto fue cerrar la puerta, pero luego mi mente pervertida reaccionó y decidió dejarle entre-abierta. Me quité la toalla y me metí bajo la regadera mojando nuevamente todo mi cuerpo. Estuve bajo el agua un par de minutos con la espalda contra la puerta, fantaseando con que aquel hombre me espiaba al otro lado.

Después de un rato volví en mí y cerré la llave de la regadera, listo para secarme, pero la toalla que tenía ya estaba mojada por lo de antes, así que no secaba mucho. En eso, decidí salir completamente desnudo (solo usando mi jaula de castidad) y pasar hasta la habitación para buscar otra toalla. Caminé tan lento como pude y aquel hombre estaba agachado con sus herramientas y creí que no me vio. En la habitación sequé mi cuerpo y decidí que solo me pondría una pantaloneta corta sin ropa interior ni camiseta. Quería hablar nuevamente con ese hombre enseñándole mi cuerpo casi al desnudo. ¿Por qué lo hacía? Tal vez solo por el morbo que me generaba la idea de exponerme ante él solo por diversión, pero en el fondo sabía que nada iba a pasar y solo sería una anécdota.

Cuando volví a la sala con él, usando solo aquella pantaloneta corta, el hombre se giró hacia mí sonriéndome y comentándome cosas sobre la instalación. Intenté disculparme con él diciendo que después de bañarme solía quedarme un tiempo sin mucha ropa para aclimatarme mejor y que además estaba haciendo bastante calor, cosa que no pareció importarle. Me hice a su lado mientras hablaba y mis ojos trataban de obtener más de él, inspeccionando cada pequeña parte de carne disponible, lo que no era mucho porque su ropa lo cubría casi por completo. Solo pude notar una mata de pelo que sobresalía de su cuello, asumiendo que su torso era tan velludo como su barba, cosa que me encantó. Sus ojos eran de un marrón intenso, y aunque sus labios no se apreciaban casi debido al vello facial, pude notar que eran de un tono rojizo. Sus manos eran grandes con uñas cuadradas y limpias, y en una de sus manos tenía un grueso anillo dorado que indicaba que era casado.

Tras hablar unos minutos la conversación empezó a girar a preguntas más personales, le pregunté cuánto llevaba casado y me dijo que este año cumplía 15, y al sentir que había confianza me comentó que ni sabía cómo había logrado aguantarse a esa mujer por tanto tiempo. Era una arpía que siempre estaba molesta y nada la alegraba. Tenían dos hijos, un niño y una niña más pequeña. Lo de ir a la iglesia los domingos era el único momento de la semana en que tenía paz porque ella era muy religiosa y no se permitía estar amargada en esos momentos. No supe bien que decir más que sentía un poco de pena por él. Le dije que si yo fuera él no sabría si hubiera podido aguantar a una mujer así. Luego hablé sin pensar y agregué que ella debía ser muy buena en la cama para que aún no la hubiera dejado. Me arrepentí casi al momento de decirlo cuando vi que se puso serio de repente. Me miró y dijo que hace años no tiene relaciones con ella y que no la ha dejado porque ella lo amenazó con irse lejos y no dejarle ver más a los hijos. Me sentí mal por él y hubo un silencio incómodo por un momento. Pero luego él lo rompió agregando en tono burlón que siempre que llegaba caliente a casa le tocaba ir a hacerse la paja porque ella siempre inventaba que tenía dolor de cabeza. Me reí tontamente y nuevamente sin pensar dije que entonces debía a más mujeres que lo complacieran. Él me miró nuevamente de pies a cabeza preguntándome por qué pensaba eso, a lo que dije sin reparo que era un hombre muy atractivo y que seguramente cualquier mujer estaría loca por estar con él. Se sonrojó un poco y me halagó por eso, pero me indicó que era un hombre tímido y que ligar se le daba muy mal, además de que no tenía problema en intentar meterse con otra mujer, pero no quería que sus hijos se llegaran a enterar porque podría arruinar su relación con ellos.

Tras oír todas esas palabras mi mente voló y como ya es costumbre en mí, la lujuria se apoderó de mis palabras y acciones. Sin ningún tipo de filtro le indiqué que entonces no debería buscar a una mujer sino a un hombre, ya que ellos son más discretos y no van a querer arruinar su hogar. Agregando que entre hombres solo se busca placer y ya. Mis palabras lo hicieron quedarse en silencio un instante y luego habló sin reparo: "¿Por eso dejaste la puerta abierta al bañarte o te paseaste desnudo hasta la habitación?" "¿Querías que viera ese culazo que tienes, no es así?". Me sonrojé bastante al escucharlo decir eso, pero me excitó bastante. Para no sonar desesperado (cosa que sí estaba) le dije que por costumbre suelo ducharme con la puerta abierta ya que suelo estar solo casi siempre, y que salí desnudo a la habitación era porque la toalla que tenía estaba mojada y no podía secarme. Le agradecí por halagar mi culo añadiendo que es una de las mejores partes de mí, y que no hay nadie que lo haya probado que no le haya gustado. Eso lo excitó y me dedicó una sonrisa perversa.

En medio del silencio, su mano se acercó a mi muslo y lo acarició suavemente. Me miró a los ojos y me dijo que nunca ha estado con un hombre, ni siquiera lo había pensado. Mi mano tocó la suya y le dije que sólo seríamos dos amigos pasando un buen rato, sin dramas, sin rodeos, y sin intención de arruinar una familia. Él se puso de pie y yo hice lo mismo. Me abalancé sobre él y toqué su pecho por encima del buso. Él era un poco más alto que yo. Mis manos buscaron la parte baja del buso y halaron hacia arriba para quitarlo. Mi suposición era cierta, su torso era totalmente velludo y él vio mi cara de admiración. Sin preguntar dijo que su esposa odiaba esa mata de pelo que tenía, pero que él odiaba afeitarse porque le crecía rápidamente a las pocas semanas. Lo miré y le dije que ella no se merecía a un hombre como él. Acaricié su torso y sentí sus pelos en mi cara. Era como posar mi cara en una almohada cálida peluda.

Quería desnudarlo y estar con él, pero no quería meterlo en problemas por su trabajo. Le pregunté si estaba bien si quería que lo complaciera un rato y me dijo que sí, que ya había terminado la instalación y que solo quedaba conectarlo, pero no podía hacerlo hasta después de las 2 de la tarde que sus compañeros regresaran a la oficina después de almorzar, así que aún quedaba una hora para ello. Tras oír eso mi lujuria regresó y lo empujé suavemente hasta la habitación, donde rápidamente desabroché la correa de su pantalón y lo bajé. Me incliné y le quité las botas y los calcetines. Sus pies eran hermosos, grandes, uñas limpias y bien cuidadas y emanaban un rico aroma. La quitarle el pantalón noté sus piernas peludas y las acaricié de par en par. Solo quedaban sus calzoncillos. Eran cortos, tipo trusa de color gris, y un bulto se dejaba ver tras ellos. Al retirarlos su miembro rebotó frente a mi cara como un juguete de una caja sorpresa. Su tamaño estaba bastante bien, no tenía tiempo de traer una regla para medirlo, pero según mi experiencia debían ser unos 17-18cm, con un tono de piel más oscura a la del resto de su cuerpo y totalmente peludo. Apuesto a que si se afeitaba se debería ver aún más grande. Su olor masculino era embriagador, una mezcla de sudor con la esencia del jabón. Sus bolas no se veían entre tanto pelo pero mi lengua se abrió paso hasta meterlas en la boca. No eran tan grandes pero se sentían bien cargadas. Lamí los pelos, las bolas y la base hasta llegar a la deliciosa cabeza. Su miembro no estaba circuncidado como la gran mayoría de penes del lugar, pero su excitación era tanta que estaba casi descapuchado. Pasé la lengua sobre la cabeza con suavidad y unas gotas de precum se liberaron. Eran saladas y sabían muy bien.

Lo empujé hacia la cama y me lancé sobre su miembro para degustarlo por completo. Él soltó un gemido leve y me preguntó si no había problema de que alguien llegara. Le dije que no debido a que mi padre estaba lejos. Él se relajó un poco y se dejó llevar por el ritmo de mi mamada cerrando los ojos. Estuve varios minutos con el mete y saca a la vez que lo masturbaba fuertemente. Sabía que si seguía así no tardaría en correrse y no quería que terminara tan pronto. Me subí sobre él y lamí sus pezones peludos, eso le excitó y sus manos envolvieron mis caderas, manoseando mi culo a su antojo. Seguí subiendo por su cuerpo hasta llegar a su cuello. Quería besarlo, necesitaba besarlo, pero no estaba seguro si me aceptaría o me rechazaría. En mi experiencia, a muchos heteros no les gusta la idea de besar a otro hombre. Me arriesgué al ir por su boca y aunque él trató de esquivarla, no le di opción. Lo besé a la fuerza y supongo que le gustó porque no ofreció más resistencia. Su lengua se frotó con la mía y conocimos nuestras gargantas. Podía sentir la dureza de su miembro contra mis nalgas. Mis besos bajaron nuevamente de su boca y se enfocaron en sus axilas, que, para sorpresa de nadie eran en extremo peludas. Desprendían un olor exquisito, era completa virilidad y las lamí como si las fuera a comer. Cuando volví a su miembro, estaba completamente mojado de precum, ese hombre lubricaba como una fuente. Lo limpié todo y seguí chupando. Él se incorporó y me agarró la cabeza con fuerza comenzando a embestirme. Su miembro entraba hasta mi garganta. Cuando salía de mi boca trataba de tomar todo el aire que podía para no ahogarme. No pasó mucho para que comenzara a jadear y sentir la hinchazón de las venas de su miembro, se iba a correr y me lo dijo. Intentó sacarme la verga de la boca y alejarla, pero la tomé con fuerza y le dije que quería toda su lechita. Cerré los ojos y abrí la boca sacando la lengua para que apuntara y me la diera toda. Eso pareció gustarle y un segundo después un chorro, dos chorros, tres chorros calientes entraron por mi boca. Algunos restos salpicaron por mi cara como un latigazo. Me tragué su semen saboreando cada momento. Cuando él terminó de sacudirla yo se la agarré y la metí en mi boca para limpiarla al completo. Me sentía satisfecho pero al mismo tiempo sabía que eso sería todo y mi culito como de costumbre tenía mucha hambre.

Pero para mi sorpresa, tras correrse una gran cantidad, su pene en ningún momento se puso flácido, cosa que me sorprendió. Lo agarré con fuerza con mi mano mientras lo miré a los ojos. Él me vio y me dijo: "Mi mujer nunca me la había chupado, una vez lo intentó y casi se vomita. No pensé que eso pudiera sentirse tan bien." Sonreí y lo tomé como un cumplido, pero le pregunté por qué seguía tan duro, y me contestó que llevaba dos semanas sin masturbarse y cuando lo hacía suele correrse varias veces hasta sentirse satisfecho. Sus palabras me hicieron brillar los ojos como un niño al que le hacen un regalo. Torpemente le conteste que me alegraba escucharlo decir eso ya que yo aún quería más.

Salté de nuevo sobre su cuerpo, sintiendo el pelo sobre su pecho. Fui directo a su boca y esta vez me recibió con gusto. Me abrazó mientras nos besamos y dimos vueltas sobre la cama. Esta vez quedé debajo y él encima. Se acercó a mis pezones y los lamió con torpeza y hasta los mordió provocándome un sobresalto. Me hizo darme la vuelta hasta quedar boca-abajo y con rudeza bajó mi pantaloneta hasta exponer mis nalgas redondas. Puso sus manos sobre ellas y las apretó con fuerza. Las nalgueó con fuerza hasta que el sonido retumbó por toda la habitación. No estaba seguro si las iba a lamer pero tras unos segundos sentí sus dedos y su lengua lamiendo los alrededores de mi ano. Fue un poco brusco con los dedos, no lo voy a negar, pero la excitación del momento nublaba mis sentidos y sólo podía rendirme ante él. Cuando te meten los dedos en el culo es como si te presionaran un botón que te vuelve dócil e impotente. Su lengua se frotó superficialmente por todo mi ano mientras sus dedos se hundían en las profundidades. Tras unos minutos trabajando mi ano, ya no aguantaba más y con la voz quebrada le pedí que me la metiera. Una sonrisa se dibujó en su cara de lado a lado y me dio la vuelta. Al ver mi pene con la jaula se sobresaltó e instintivamente preguntó por ello, pero antes de responder dijo que me había visto cuando estaba en la ducha y pensó que eso era un piercing. Negué y le contesté lo que era, una jaula de castidad, un implemento que usamos algunos pasivos como muestra de nuestra sumisión, cosa que pareció gustarle porque su verga se puso aún más dura de lo que ya estaba. Él no preguntó más. Le dije que quería que me penetrara y me dijo si tenía un condón. Con risa le contesté que no se preocupara con eso, que yo no podía quedar embarazado por más que quisiera y él también se rio. Luego le dije que no era necesario pues tomo unos medicamentos para evitar contagiarme y contagiar a otros de ETS. Él no insistió más y me tomó por las piernas levantándolas y dejándome el culo al aire.

Con su verga apunto hacia mi agujero previamente lubricado, y con la cabeza empezó a puntear la entrada, liberando aún más líquido preseminal. Sentía el ano mojado y le imploré que me hiciera suyo. Al escuchar mis palabras las hizo realidad y empezó a empujarla hacia adentro. Lentamente fui sintiendo cada uno de sus centímetros abrirse paso por mis entrañas. Se sintió muy bien, no había dolor y cuando estuvo toda dentro, él soltó un fuerte gemido de satisfacción. Sólo pude preguntarle si le gustó y asintió con la cabeza. Unos segundos después empezó a sacarla lentamente para volverla a meter y repetir el proceso, pero con cada metida aumentaba su velocidad hasta convertirse en embestidas fuertes y rápidas. Me sentía en la gloria y gemía suavemente esperando que ese momento nunca terminara. Tras unos minutos así la sacó de golpe y me dijo que cambiáramos de posición. Instintivamente me levanté y me puse a cuatro patas ofreciéndole el culo. Él lo aceptó y me la metió hasta el fondo de golpe. El mete y saca continuó por varios minutos más hasta que le pedí parar. Le dije que quería cabalgarlo y él accedió.

Se acostó boca-arriba en la cama y me monté sobre él, metiéndome su verga con cuidado. Entrelacé mis manos con las suyas y comencé a cabalgarlo primero suave y luego con fuerza. Ambos gemíamos en sincronía y unos minutos después cuando me cansé, puse mis manos al rededor de la cama como apoyo y giré las piernas para quedar en una posición en la que él podía penetrarme y así lo hizo. Sus embestidas fueron brutales y lo único que podía hacer era gemir. Nuestros cuerpos estaban sudados por la faena y cuándo él se cansó volví montarme en su pene, pero él me agarró tirándome a la cama junto a él y dándole la espalda para estar en posición de cucharita. Me abrazó y me penetró suavemente. Me susurró al oído que estaba a punto de correrse y sólo pude decirle que lo hiciera y así fue. Con sus últimas fuerzas me embistió tan fuerte que hasta pensé por un segundo que también entraron sus bolas peludas. Mi interior se sintió cálido y un chorro escurrió por las comisuras del culo. Nos quedamos así pegados unos momentos, hasta que su miembro se volvió flácido y se salió de mi culo, liberando todo el semen allí atrapado. Nos dimos la vuelta en la cama quedando boca-arriba, jadeando por recuperar el aliento.

Poco después, cuando nos desacaloramos un poco, me levanté y extendí mi mano para ayudarlo. Le dije fuéramos a tomar una ducha y me siguió hasta el baño. Allí nos bañamos juntos, enjaboné su cuerpo y él lo hizo con el mío. Al terminar traje más toallas y lo sequé de pies a cabeza, lamentándome por no haber probado sus hermosos pies. Al regresar a la habitación le ofrecí desodorante, y mientras se ponía las botas y el pantalón le traje su buso que quedó tirado en la sala. Yo me puse la misma pantaloneta que traía antes, sin ropa interior ni camiseta. Durante todo ese momento no hubieron palabras, solo silencio, hasta que lo rompió preguntándome la hora. Miré mi teléfono y faltaban 15 minutos para las dos de la tarde. Me dijo que debíamos esperar hasta las 2.30 pm para poder activar el internet. En ese momento mi estómago rugió de hambre recordando que aún no había almorzado y aproveché para invitarlo a comer algo. Seguro que también debía tener hambre tras agotar nuestras energías. Llamé a un lugar cercano y diez minutos después llegó la comida. Nos sentamos en el comedor a comer hasta que él me pidió que nunca dijera a nadie de lo que ocurrió. Me confesó que le gustó mucho pero no sabía si era capaz de volver a hacerlo. No quería perder a sus hijos y lo consolé asegurándole que no habría problema con ello. Luego para intentar animarlo le dije: "Hoy fuiste a la iglesia para adorar al señor... y podría decirse que yo también lo hice, adoré al señor... al señor del internet." Eso le hizo un poco de gracia, pero no supe si fue por lo bueno que era o por lo malo. En todo caso, me agradeció por la comida y por el polvo. Respondí que no era nada, y que cuando quisiera aquí me tenía disponible con la esperanza de repetirlo en algún futuro (de verdad espero que pase). Él no dijo nada.

A eso de las 2.20pm sonó su teléfono y era de la oficina tratando de comunicarse con él para realizar la conexión. De inmediato se puso a trabajar y terminó unos minutos después. Con su trabajo finalizado debía irse. Abrí el portón mientras guardó sus cosas en la maleta y salió con su moto. Se despidió muy formal y se fue.

Fue una experiencia inesperada que disfruté al máximo. Honestamente espero volver a saber de él. No le pedí su número para no presionarlo, pero en los datos de instalación estaban los míos. Solo el tiempo dirá si se ha de dar otro encuentro con él.

Tras vestirme correctamente esta vez y cambiar las sábanas de la cama, partí hacia el club de mi padre para ayudarlo en lo que pudiera hasta terminar el día.

Gracias a todos los que llegaron hasta aquí. De verdad trato de escribir un relato corto pero siempre me termino alargando con tantos detalles, pero siento que sin ellos no se entendería todo el contexto. Espero que les haya gustado. Aún tengo muchas más historias excitantes que aún no he contado y espero hacerlo pronto.

Saludos.

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