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Conocí a alguien, es casi un niño, no es menor en edad, pero a mis ojos es una ternura. A él le molesta que piense eso... Es delgado, tiene una barba bien cuidada y compartí la casa con él y otras personas por 5 días debido a cuestiones laborales.
Estábamos en un lugar cálido y él aprovechaba para bañarse frecuentemente: en las noches, antes de salir a tomar algo con los compas; en la tarde, después de almorzar y obviamente, en la mañana. No sé si será su costumbre o si lo hacía para que yo lo viera, les diré porqué:
El primer día en la casa me sentí intimidada. Yo estaba en un espacio cerca al baño leyendo unos documentos cuando él pasó en toalla para la ducha, hacía poco se había despertado y era evidente que tenía una erección, llevaba puesta una toalla blanca bien ceñida a su cintura, su abdomen es exquisito y sus nalgas... se nota el gimnasio.
Seguramente lo miré justo entre las piernas porque sonrió después de nuestro saludo. De allí en adelante creo que cada mañana lo hizo a propósito y yo me presté a su juego coincidiendo en tiempo y espacio.
A veces también coincidíamos en la tarde.
La única noche que los acompañe a tomar algo él me invitó a bailar y nuevamente me agarraron los nervios. Él olía delicioso, estaba fresquito y lo recordaba en toalla saliendo de la ducha. Con esa imagen, su olor y sus manos en mi cintura, acariciando mi espalda, estaba realmente excitada, agradeciendo a la naturaleza que las mujeres no tengamos un signo evidente en nuestro cuerpo que nos delate.
No consumo licor en exceso así que después de dos cervezas me despedí y regresé a casa. En el camino pensaba en que si él viniera pronto, no dudaría en terminar lo que empezamos en la pista y evidentemente así fue.
Apenas si me estaba quitando la ropa cuando escuché las llaves en la puerta, mi habitación era privada, mientras que las habitaciones de los compañeros estaban justo al frente y se comunicaban entre sí.
Él tocó mi puerta y sin más, abrí así a medio vestir, era un vestido largo, de botones y me ajusté con las manos la parte que ya había soltado. Se tiró sobre mí y me besó apasionadamente, me recostó contra la pared, dejé caer mi vestido y él bajó pronto a mi vagina, montó una de mis piernas sobre su hombro y corrió mi tanga.
Me gusta que me traten con cierta brusquedad, así que estaba encantada, sabía que no teníamos mucho tiempo porque era muy sospechoso que él se hubiera regresado a casa tan pronto. Así que, como quería todo, con mis manos traté de alejarlo de mi cuerpo, sin embargo, me agarró de las nalgas y me llevó a la cama sin dejar de pasar su lengua por toda mi vagina. Así que le dije que quería que se detuviera y me penetrara ya.
Se alejó de mí y se quitó la ropa.
Era justo lo que imaginaba, un pene de buen tamaño, erecto, totalmente chupable. Le pedí que se recostara en la cama, me puse encima y comencé a besar su miembro, mientras le decía que era justo como lo imaginaba. Él me preguntó si me gustaba y obviamente le dije que sí, olía delicioso, pasaba mi lengua de arriba a abajo, lo acariciaba con mis manos y él hacia sonidos mientras se lo chupaba, eso me excita demasiado, así que me monté encima y comencé a moverme, pensé que todo terminaría así.
No obstante, mi compa tenía otros planes, después de moverme encima un par de veces me agarró con fuerza de las caderas y me separó de su cuerpo, le dije que si no le gustaba y sonrió maliciosamente, me dijo que no iba a dejar que el momento terminara tan pronto, me dijo que me imaginó muchas veces en cuatro y que no iba a permitirse seguirlo imaginando.
Para complacerlo, apoyé mis rodillas cerca al borde de la cama y él se puso detrás. Recosté la cabeza y uno de los brazos sobre una almohada y comencé a masturbarme, soy una experta, lo hago todo el tiempo.
Él no me penetró en ese momento, así que me detuve y lo miré, estaba ahí, observándome, así que reí y le dije que si pasaba algo, me dijo que era una imagen mejor que la de su imaginación, volví a reír y le dije que lo quería pronto dentro de mí. Él lo metió lentamente, se movía, suave mientras hacía sonidos que me excitaban mucho.
Pronto tuve un orgasmo y comencé a gemir, así que me tomó de las caderas y me penetró fuerte y con muy buen ritmo, como las personas que bailan bien. Tuvimos un orgasmo juntos, se sintió cálido, sus líquidos regados entre mis piernas, su piel sudorosa, oliendo delicioso como siempre. Que grata experiencia...
Perooo, llegó el momento incómodo y necesario, le dije: gracias por el buen sexo, te puedes ir por favor, sé que no demoran en venir a comprobar que algo pasa.
Me pidió un beso, se lo di y me dijo que quería segunda parte, me reí y no respondí. Ustedes qué dicen, ¿Volverá a pasar?