Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Fetichismo 263 Vistas
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NACE MI DESEO POR LA ROPA INTERIOR Y LA LLUVIA DORADA

En el trabajo conocí una profe nueva, (Soy profesor) esta señorita, con buena energía blanca, pecosita y otros atributos que se marcaban muy bien. Me encantaba verla con los jeans apretados, sus labios eran carnosos. Yo siempre miraba con disimulo, porque una cosa son mis demonios de lujuria y, otra mi trabajo. Soy un profesional.

Sin querer -queriendo- conectamos, sin forzar, sin pensar nos sorprendimos hablando, mirándonos y, sé que me morboseaba el paquete, porque me gusta que se me marque la polla, me gusta ver las miradas atrevidas en algunos casos y, morrongas en otros. Cierta vez, coincidimos en el transporte a casa, hablando y hablando fuimos a tomar café, ambos queríamos comernos, pero ninguno daba el paso -sí, lo sé, soy dormilón- Pero decidí decirle: “ve, me arrecha y me da tanto morbo ver como se te marca tu vulva”. No era el tema, estábamos rajando de los estudiantes, pero lo tenía que decir y se lo dije primero mirándoselo y después mirándola al rostro.

Se puso colorada, y me dijo: me gusta cuando me ves, me doy cuenta de que me miras con morbo y me gusta. La cosa empezó haciendo cosas en el colegio, mandándonos fotos tomadas en el colegio, manoseadas. Yo le dije que se la quería oler, pues fue al baño, se paso su mano por la vagina y me busco en el salón donde estaba dando clases y me pregunta: Profe, ¿Qué te parece esta loción? Y me dio a oler, hpta, que ricooo, fue inevitable salir del salón por mi erección.

Así que empezamos a follar, lo normal, con ganas, con morbo íbamos a moteliar, lo hacíamos en los parques, en el carro mío o en el de ella, cosas normales.

Una vez le pregunté si tenía alguna fantasía, ella me dijo que casi todas las había cumplido, pero quería algo y le daba pena… El tema quedó ahí. Una vez en su apartamento, Empezamos a manosearnos, a frotarnos, yo en bóxer y ella en una tanguita rosadita, que le hacía juego con su color de piel, y yo, un negro, con un chimbo grueso bicolor, el tronco negro la cabeza rosa, yo le digo mi “Chocofresa”.

Yo me lo iba a sacar y ella me pidió que nos siguiéramos frotando, me apreté el chimbo con la mano y se lo ponía bien en la raja, ella gemía, se movía, deseaba la verga adentro, pero me dijo que cuando me fuera a venir lo hiciera dentro del bóxer... Yo no le vi problema, cuando me vine, ella se masturbó cogiéndome la verga. Finalizamos, me fui a quitar el bóxer y a bañarme y me dijo que no, que me quedara así, y yo como: “Ve, me siento incómodo” -evidentemente lo dije en la mente.

 

Así, nos quedamos dormidos.

 

Su lengua estaba lamiendo la cabeza de mi chimbo con mi erección matutina, ese fue mi despertador. Ella chupándome la verga, con el semen seco dentro de mi bóxer. Lo lamía como una persona que come por primera vez en años, no era ella, era la lujuria encarnada en su respiración, en sus apretones, en su metida de guevas a su boca, me lo limpió, y follamos, ella misma se lo metió, ese mañanero fue exquisito, nos bañamos, al trabajo, ella guardó mi bóxer.

A los dos días me dijo que me quedara con ella y de ahí madrugábamos al trabajo, sorpresa mía que me pidió que me pusiera los bóxeres que había dejado. Estaban sucios de ese día, su olor era fuerte, y pensaba: “esta degenerada”. Así lo hice, para mi sorpresa pasó lo mismo, que me viniera en el bóxer, a la madrugada me la mamo, follamos, salimos. En fin. Esto se repitió otra vez. Pero esta vez, al otro día, me envió un video ella masturbándose, oliendo mi bóxer, pasándoselo por su vagina, por su culo, oliéndolos, viniéndose y limpiándose con ellos y el mensaje siguiente decía: Hoy te los pones otra vez.

Eso me empezó a gustar, y yo guardé sus tangas haciendo lo mismo. Ese fin de semana, después de ver una película, nos pusimos nuestras prendas, y empezamos a restregarnos, manosearnos, escupirnos, y me dijo que no me fuera a asustar o a mover, yo no dije nada, estaba muy arrecho, cuando sentí algo tibio, al mirar, me estaba orinando. Vea gente, no sé, pero ese olor a orina, a semen, a flujos vaginales me puso TAN ARRECHO, me desconocí y empezamos a follar de forma animal, pero sacándolo por un lado del bóxer. Me dijo: quiero que tu verga me orine, pero por encima del bóxer. “Gente que vaina con el bendito bóxer”, pero así fue, nos restregamos, nos chupamos, nos lamimos, me vine en su boca, guardaba el semen en su boca y me lo seguía chupando, la besé con mi semen en su boca, lo restregamos por todo el cuerpo, lo lamimos, nos untamos. Fue la primera vez que hice algo así y fue nuestro patrón, orinarnos el uno al otro, guardar nuestra ropa interior sucia y usarla en nuestros encuentros, fue rico mientras duró.

Ahora, me gusta oler la ropa interior de mis parejas y, de vez en cuando, como una ofrenda a esa sombra que conocí, guardo un bóxer con el que me he masturbado, me he orinado y volverme a masturbar como un recuerdo de que las sombras sexuales revelan cosas que desconocemos de nosotros.

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