Guía Cereza
Publicado hace 2 semanas Categoría: Lésbicos 565 Vistas
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Indagando por tinder, vi su foto, y me pareció muy hermosa. Era guapa, con ojos grandes color miel, rubia de cabello largo, labios grandes y gruesos, y cuello largo. Y eso era lo que se veía en su foto de perfil, luego cuando nos encontramos vi el resto de su cuerpo: estatura media, tirando a alta, buenas curvas y bonitos pechos, buen culo, y piel clara sin ser muy blanca. No era una pibón, pero en términos generales, estaba buena. Yo no soy muy lanzada que digamos, en las relaciones de pareja, me tomo las cosas con calma, no me gusta ir a la carrera, no soy una persona exigente que tiene un prototipo de mujer que es la que busca, yo me dejo guiar por lo que dice mi corazón, y cuando una busca alguien que le gusta, pues le gusta sencillamente, sin tantos miramientos de que si es bonita o fea, como repito, esas cosas las guía el corazón, no la cabeza. Yo llevo para tres años soltera, aunque en este tiempo he tenido mis "rollitos", pero nada serio, y ya se podrán imaginar el hambre que una lleva encima después de un tiempo en "ayunas". La verdad que estaba por tirar la toalla con estas aplicaciones porque lo más normal es que no contesten los mensajes que una envía, no sé para que se registran en esas aplicaciones si no quieren que les escriban, y ya me había cansado de enviar mensajes sin respuestas, hasta que Elena, que así se llamaba y se llama, me respondió a un mensaje en el Tinder. La respuesta fue muy directa: "Hola, ¿cuando nos vemos?". Yo le respondí que si no quería que habláramos primero un poco por el chat antes de conocernos, y me respondió que no, que a ella le gustaba conocer a las personas personalmente, y que yo eligiera el lugar. Lo primero que me vino a la cabeza fue desconfiar de Elena, que seguramente estaba llena de pretendientas por Tinder por lo guapa que es, y para qué perder mi tiempo. Pero a pesar de eso le dije que si le parecía que fuéramos al cine y de ahí a tomarnos unas cervezas, me dijo que le parecía bien y así quedamos. Quedamos de vernos faltando un cuarto de hora para las siete de la tarde. Llegaron las siete de la tarde y nada, que no llegaba Elena, siete y cuarto, y nada, y a las siete y media llego, luego supe que lo hizo apropósito para que no tuviéramos que ir al cine. Pues bien, ya no había forma de ir al cine, porque ya hacia mas de media hora que había empezado la peli, así que no merecía la pena entrar. Así que fuimos a la segunda parte de la cita, que era ir a tomar cervezas. Se veía mejor en persona que en la foto, y desde que nos sentamos en el bar ella fue muy lanzada, los mejores piropos y halagos salieron de su boca. Se me hizo evidente que quería acostarse conmigo, y a la tercera cerveza me preguntó: "¿Qué es lo que más te gusta cuando tienes sexo?". "Es una pregunta muy personal, ¿para qué quieres saberlo?", le respondí. "Es por simple curiosidad, ¿te da vergüenza hablarme de eso?". "Sí, yo soy un poco tímida". "Y ¿qué tiene que ver la timidez?, ni que estuviéramos haciendo algo malo, cuéntame qué es lo que más te gusta", me insistió ella. "Está bien, lo que más me gusta es que me acaricien por todo el cuerpo", le respondí. "¿Y a ti?", le pregunté dejando la timidez a un lado. "A mí la parte que más me gusta es cuando me chupan el clítoris, yo soy muy sensible y siento mucho placer cuando me bajan, ¿y en qué parte eres más sensible?", preguntó ella, dejándome ver que se quería enfrascar en ese tema. "En los pezones", le dije. "Yo también tengo muy sensibles los pezones, pero más el clítoris, ¿como te gusta que te los chupen?, a mí me encanta que me den pequeños mordiscos" me dijo Elena. "A mí me encanta que me los chupen y los dejen mojados" le dije yo. "¿Y que opinas de que te chupen el cuello?, ¿eso te calienta?, a mí me encanta que me lo chupen, eso me pone a cien", me dijo ella. "A mí también me excita mucho cuando me lamen esa parte, le confesé. Y así estuvimos por un largo rato, ella se enfrascó en el tema del sexo y me hizo toda clase de preguntas y revelaciones acerca de sus gustos sexuales. A mí me gustó mucho que quisiera saber todo lo que me gustaba. Estaba abonando el terreno antes de acostarse conmigo, o al menos esa era la impresión que yo tenía de ella. Pero como ya dije, a mí no me gusta el sexo casual, pero ella de un momento a otro me empezó a tomar de la mano, me miraba directamente a los ojos, me decía lo hermosa que era, me tocaba el pelo, ponía sus manos en mis piernas, me decía cosas que me hacían reír, me seguía preguntando lo que me gustaba cuando tenía sexo, y así, sin saber si era por el efecto de las cervezas o por lo que estaba haciendo ella, me empecé a excitar. "Oye Marta, ¿yo te gusto?", me preguntó ella. "Sí, me pareces que eres muy guapa". "Y... ¿te acostarías conmigo?", me pregunto con una voz muy sensual mientras me acariciaba el muslo y me miraba a los ojos. "Pues... ¿y para qué lo quieres saber?", le pregunté con timidez mientras me hacia la dura. "Lo quiero saber porque me tienes muy caliente Marta, quisiera acostarme contigo en este momento", me lo dijo mientras me cogía de las dos manos. Yo no le respondí nada inmediatamente, me quedé callada por un momento pensando en su proposición, yo estaba excitada hace rato, y ella era muy hermosa, y volviendo ella a tomar la palabra me dijo: "No lo pienses más, yo se que tú también quieres acostarte conmigo, vamos para mi apartamento, te aseguro que te voy a hacer gozar". Y yo, como ya dije, sin saber si era por la cerveza o por otra cosa, dejé que mi excitación y no mi cabeza, la que mandara en ese momento, le dije que sí, y cuando lo hice me dio un beso en la boca, y me puso las manos en mis muslos, apretándolos un poco. Me agarró de la nuca y me empujó hacia ella, acercando su boca a la mía y nos empezamos a besar largamente, me gustó mucho que primero quisiera besarme antes de cualquier otra cosa. Cuando paramos de besarnos nos fuimos a su apartamento directamente, que estaba a pocas manzanas del lugar donde estábamos. El camino fue toda una odisea de besos y tocamientos. No fue entrar en su apartamento y cerrar la puerta y nos fuimos directa a su habitación. Me empujo sobre la cama y se fue directa a mi cuello, y lo empezó a besar y a lamer mientras me acariciaba el pecho por debajo de la camisa. Ella había puesto mucha atención a todo lo que yo le conté acerca de lo que me gustaba, y lo aplicó al pie de la letra. Empezó a explorar mi cuerpo con la yema de sus dedos, y lo hacía despacio como yo le había contado que me gustaba, y eso me estaba poniendo muy cachonda. Así que yo también bese y lamí su cuello, pasando mi lengua mojada sobre él. Me quitó la camisa, me dio la vuelta, y me puso de espaldas a ella, y empezó a besarme el cuello, los hombros, la espalda... Luego me quitó el sujetador y mientras me seguía besando, me agarró las tetas y las empezó a acariciar. Me volteó y me empezó a chupar las tetas, a darles pequeños mordiscos. Yo estiré mis manos y le quité la camisa, y luego el sujetador, pero ella me volvió a empujar y quedé acostada de nuevo y volvió a chupar mi cuello. "¿Te gusta estar aquí conmigo?, ¿te gusta que te explore con mi lengua?", me preguntaba con esa voz de excitación. "Mucho, me encantan tus labios y tu lengua cuando tocan mi piel...". "Estás tan buena que me caliento tan sólo de verte, ni te imaginas lo que siento al tocarte", me reveló ella. Y casi todo lo que hacía me calentaba más y más. Estaba concentrada en darme placer y cada vez que yo intentaba incorporarme para agarrarme a su cuerpo, ella me dominaba y me volvía a acostar. Y yo dejaba que me dominara como a mí tanto me gusta. Me desabrocho el jean y me lo quitó dejándome puesto el tanga. Me dejaba caer saliva sobre mis pezones y los chupaba después al tiempo que ponía los dedos en mi coño por encima del tanga, y hacía presión sobre mi clítoris. La saliva volvía a caer en mis pezones, y volvía a chuparlo, y volvía a presionar, y volvía a morder, y ponía su mano en mi cuello y me besaba, mostrándome quién era la que dominaba. Y cuando me comenzó a besar, aproveche que se había acostado sobre mí, y le quité el sujetador, y empecé a acariciar sus tetas y apretar sus pezones. Las dos gemíamos, ella tocándome el coño y yo acariciando sus tetas. Aprovechando que se paró, yo le desabroche el jean y se lo quité, la apreté contra mí, y le chupé las tetas, tenía los pezones hinchados, y eso me calentaba más todavía, sus pezones hablaban por ella, y me decían que estaba cachonda, así que chupaba esas tetas con fuerza, y la oía gemir, y luego puse mi mano en su coño y seguí chupando, y ella gimiendo. "¡Ahora vas a saber lo que es gozar!" me advirtió. Me puse muy caliente al escucharla, en su cara se le veía lo cachonda que estaba. Me quitó el tanga, y me volvió a tirar a la cama. Me volvió a besar poniendo su mano en mi coño, luego bajó hasta el cuello, siempre tocando mi coño, y de nuevo en las tetas, sacó su lengua y con ella en mi piel, bajó hasta mi pubis, me separó las piernas y empezó a chupar y morder mis muslos, pero mi coño no lo tocaba. Ahora cambiaba de muslo y seguía chupándolo, y yo muriéndome de las ganas de que me comiera el coño, y ella amagando, haciéndome creer que ahora sí, pero no. Me tenía en sus manos, y como esas cosas que pasan por la mente en un abrir y cerrar de ojos, pensé lo mucho que me tenía gozando una completa desconocida, que además me tenía completamente dominada, y me sentí como una puta que le abre las piernas a cualquier desconocida. Y ese pensamiento aumentó mi lujuria, y mientras pensaba eso, ella se iba acercando cada vez más a mi coño con su boca hasta que por fin, me dio un besito en el clítoris, y sacó su lengua mojada y recorrió mi coño con ella, cumpliendo con su advertencia, "ahora vas a saber lo que es gozar". Y era verdad, estaba gozando como nunca, después de un tiempo sin sexo, yo ya me estaba sintiendo hasta virgen nuevamente, y ahí tenía a esa completa desconocida quitándome la "virginidad", y yo como una desquiciada gimiendo y gimiendo sin parar, que rico se sentían sus dedos recorriendo mi abdomen, mis tetas, siempre con la yema de sus dedos, sin dejar de chupar mi coño. Me estaba haciendo sentir al borde de un orgasmo, ¡qué talento el que tenía!. Y efectivamente pasé de sentirme al borde, a llegar al orgasmo con mi coño en su boca, estoy segura que debió sentir el sabor de mi jugo en su boca de lo mojada que estaba. Cuando me corrí, la jalé de la cabeza hasta que los labios de su boca tocaron los míos, y la empecé a besar, y me di cuenta que mi suposición era cierta, tenía tanto jugo en su boca, que hasta yo lo pude sentir en la mía. Ahora yo iba a tomar el mando, tenía unas ganas irreprimibles de explorar su cuerpo y hacerla gozar. Así que la bajé de mi cuerpo y la hice a un lado, me subí encima de ella y comencé a besarla, así como se supone que empieza todo, desde la boca. Luego acaricie sus tetas y le chupe ese cuello. Dios mío, cómo gemía de rico, y así como me hizo esperar a mí, yo la iba a hacer esperar a ella, pero mucho más porque bajé hasta sus pies, y le empecé a chupar los dedos, la planta del pie, y fui subiendo lentamente por sus piernas, por sus muslos, llegué hasta su pubis y de ahí por fin llegué a su coño, esa espera se me hizo larga hasta a mí de las ganas que tenía de chuparle el coño, pero ya estaba ahí, ahora había que saborearlo, y eso hice. No quedó una parte de su coño en la que no hubiera puesto mi lengua, y sí, qué rico gemía la muy zorra. Yo me sentía otra zorra también, ahora tenía el coño de una desconocida en mi boca, y esa desconocida no paraba de gemir mientras le chupaba el coño. Ahora la iba a penetrar, si hay algo que a mí más me guste, es meter mis deditos en un coño mojado, y sabía que lo estaba porque no había parado de chupar sus jugos. Así que los metí mientras chupaba su clítoris, y me concentré en esas dos cosas, lo succionaba y lo estiraba mientras lo sacaba de mi boca, y mis dedos entrando y saliendo al mismo tiempo, y ella gimiendo, y yo no paraba de chupar y penetrar, y ella no paraba de gemir, hasta que al fin, le hice tener un orgasmo, y gimió como una perra en celo, ¡que delicioso!. Cuando se corrió, me cogió por el cuello y me lanzo hacia ella y nos fundimos en un largo y apasionado beso de unos dos minutos donde nuestras lenguas y saliva no paraban de entrelazarse. Hasta que ella haciendo un poco de fuerza me separo la cara de la suya y me dijo, "Ahora, quiero que te revuelques en mi boca, quiero que tu coño se folle mi lengua, ¿me has entendido zorra?". Y yo sin decir palabra, obedecí, me senté encima de ella. Ella sacó la lengua, se agarro a mis nalgas y las empezó a empujar de adelante hacia atrás mientras que su lengua se revolcaba dentro de mi coño. A veces me hacía parar con un apretón en mis nalgas, me chupaba el coño, volvía a sacar la lengua y me volvía a empujar para que me siguiera revolcando y follando su lengua. Y ahora la que no paraba de gemir era yo. Sí, ahora la que parecía una perra en celo era yo, y cómo me hacía gozar Elena, y aunque es repetir lo que ya os dije: ¡qué talento el que tenía esa mujer!. Y a una tratándola de esa manera en ese grado de excitación... ¿quién no se va a correr?. Pues así fue, revolcándome en su boca, me volví a correr encima de su boca, cómo gemí mientras me corría... dios, aun lo pienso y me pongo cachonda. Luego de eso, como si ya no hubiera sido suficiente con ese facesitting, juntamos nuestros coños, pero ella fue la que quedó encima, y se empezó a revolcar en mi coño, lo hacía duro y rápido, sin parar. Y mientras se movía me agarro de la cabeza y me empezó a besar, es que sí, ¡qué rico follaba Elena, y qué rico gemíamos las dos juntas mientras nos frotábamos los coños como un par de gatas en celo!. Y para colmo de la dicha, y sépase que fue después de un buen rato de haber estado frotando nuestros coños, que las dos nos corrimos juntas, que talento Dios mío, qué talento. "¿Te gustó lo que hicimos Marta?", me preguntó. "¿Y es qué lo dudas después de haberme oído gemir así Elena?". "No es que lo dude Marta... es que lo quiero oír de tus labios...". "Pues en ese caso... quiero que sepas que me has hecho ver hasta estrellas", le confesé. Y ahí fue que me confesó que había llegado tarde con la intención de que no fuéramos al cine y sí a beber, porque desde que vio mi foto en Tinder se había muerto de las ganas de follar conmigo. De esto que os he contado, ha pasado hace dos semana en el momento que lo escribo, y os puedo decir que seguimos viéndonos, y no precisamente, para ir al cine...

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