El taller de mantenimiento de equipos estaba vacío a esa hora de la tarde. Las cuerdas, arneses y mosquetones colgaban ordenados en la pared mientras **Angie** cerraba la puerta con seguro. **Manuel** ya estaba sentado en la mesa de revisión, sus musculosos muslos separados, esa sonrisa arrogante dibujada en los labios.  

—¿Así que querías una *clase privada*, alumno? —preguntó ella, arrastrando los dedos por su pantalón de trabajo hasta encontrar el bulto que ya palpitaba bajo la tela.  

Manuel no respondió. Solo resopló cuando ella desabrochó su cinturón con tirones bruscos, dejando al descubierto su **verga gruesa y erecta**, la piel tensa y el glande ya húmedo de precum.  

Angie no le dio tiempo a prepararse.  

Se arrodilló frente a él y con un movimiento rápido entro en la boca**, saboreando el líquido salado que asomaba.  

—*Mierda…* —gruñó él, los dedos enredándose en su pelo.  

Pero ella no iba a dejarlo mandar.  

Con una mano en la base de su verga, **apretó lo suficiente para que sintiera quién controlaba el ritmo**, mientras con la boca **tragaba la mitad de su longitud de un solo movimiento**, las mejillas hundidas.  

—*Así no… mk—*  

Manuel intentó empujar sus caderas, pero Angie lo detuvo con una mano en el vientre.  

—**Quieto** —ordenó, antes de **meterse hasta el fondo**, la nariz aplastándose contra su pelvis, **la garganta relajándose para recibir cada centímetro**.  

El aire escapó de sus pulmones cuando ella **empezó a bombearlo con la boca**, rápida y profundamente, **los labios sellados alrededor de su grosor**, **la lengua masajeando la vena inferior** con cada subida.  

—*Voy a…* —avisó él, los músculos tensándose.  

Angie no se detuvo.  

**Aceleró el ritmo**, **las manos agarrando sus nalgas para empujarlo más adentro**, hasta que **la punta golpeó su garganta una y otra vez**.  

—*¡Angie!*  

El primer chorro **le llenó la boca**, espeso y caliente. Ella **no dejó ni una gota escapar**, chupando hasta que él jadeó, sensible.  

Cuando finalmente lo soltó, **le limpió el glande con un último lametón provocador**.  

—*Aprobado* —susurró, levantándose—. *Pero la próxima… te toca a ti sudar.*  

Manuel, todavía jadeando, solo pudo asentir.  

No me quedé con las ganas de hacerlo gatillar en solo 2 minutos o digamos 4