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El aire acondicionado zumbaba en mi oficina, convirtiendo el espacio en una cápsula de aburrimiento. Me recosté en la silla, jugueteando con el mouse mientras mis ojos recorrían distraídamente la pantalla. *"Otro día interminable"*, pensé, hasta que un mensaje de *Guía Cereza* apareció en mi bandeja de entrada.
Era un enlace a una película de *Emilli Willishttps://www.youporn.com/watch/189564141/*, sugerido por un desconocido. La curiosidad pudo más que yo. Con un clic, la pantalla se llenó de imágenes ardientes: cuerpos entrelazados, pieles brillantes, suspiros ahogados. Sentí un calor repentino entre mis muslos, una humedad que no esperaba.
Llevaba falda ese día—*cortita, como a mí me gustaba*—y sin pensarlo dos veces, deslicé mi mano bajo la tela. Mi piercing en el clítoris latía bajo mis dedos, un recordatorio constante de mi propia sensualidad. Con la otra mano, bajé el volumen de la computadora, pero no aparté los ojos de la pantalla.
Cada gemido de Emilli en la película resonaba en mi cuerpo. Imaginé que eran *mis* dedos los que me tocaban, *mis* labios los que mordisqueaban mi cuello. El ritmo de mis movimientos se aceleró, mis caderas arqueándose levemente en la silla. La tela de mis bragas ya estaba empapada, y el roce del metal de mi piercing contra mi piel me llevaba al borde.
De pronto, un ruido en el pasillo. *¿Alguien viene?* No me importó. Con los dientes apretados y los ojos medio cerrados, seguí jugando, más rápido, más hondo, hasta que un escalofrío me recorrió entera. Mi respiración se quebró, y tuve que morderme el labio para no gemir.
Cuando abrí los ojos, la pantalla seguía brillando, pero ahora con una sonrisa pícara en mi rostro. *"Qué suerte que hoy elegí falda"*, pensé, ajustando mi postura mientras el calor aún bailaba en mi vientre.
El aburrimiento había quedado muy, muy atrás.