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Mi nuevo tatuaje, oculto para otros ojos. El humo de su cigarrillo, nuestros placeres culpables.
Dos semanas han pasado desde que tengo esta obra en mi cuerpo, esta última semana lo he cuidado con mimo para que mi piel sane; esa noche, antes de dormir tome la crema y aplique un poco en mi muñeca en el pequeño tatuaje que me hice por capricho... antes de aplicar en mi pelvis, él me tomó por la cintura acariciando aquel lugar reclamando el frasco de mi mano.
- Yo lo hago - susurró a mi oído bajando sus labios lentamente por mi cuello.
Mi cabeza se movía dejando que sus labios se hicieran camino, mi mano suelto el frasco para él, quien tomándome por mi cintura me hizo girar guiándome amablemente a la cama para que me acomodara allí. Su mirada fija en mis ojos, esa forma de vernos cuando la piel arde sin control, la sensación húmeda de su beso en las flores de mi tatuaje y el gel que caía frío sobre mi piel. Él empezó a tocarme, lento, poco a poco, con las yemas de los dedos suaves cuidado del tatuaje como su tesoro; ese instante eterno de su tacto y mi piel. Poco sabemos el uno del otro, pero entre los dos existe un deseo que rompe con toda lógica y que sigue el camino entre un tatuaje y otro con sus labios. No sé cual es su fascinación por los tatuajes, pero me gusta el recorrido que hace acompañando sus besos con sus manos y su mirada y la piel sensible ruega a la noche que nuestros deseos tomen posesión de nuestros actos y nos dejen ser parte del otro mientras la luna brilla.
¿Hay algo más adictivo que tú? – pregunto.
Mi mente poco a poco se queda en blanco, dejándose llevar por el deseo que planta en mi cuerpo, sus ojos claros fijos en los míos. Él y yo mirándonos intensamente a un segundo del frenesí erótico que causará estragos en nuestros cuerpos. Su mano organiza mi cabello detrás de mi oído y continúa un delicado recorrido por mi cuello, su pulgar dibuja mis labios que anhelan su beso ¿cuanto más me hará esperar? Mi boca seca ante su mirada, hasta que toma ese beso que tanto deseo darle. Nuestros labios se entienden en un apasionado beso que nos da aliento, su lengua invade mi boca y muerdo suavemente sus labios tentadores, él desciende por mi cuello y se detiene en las flores que lo adornan y su mano se hace camino a la humedad que ha provocado, unos momentos y ya me tiene a su antojo, Miral ve mi rostro de sorpresa y placer cuando uno de sus dedos ingresa en mi, luego el segundo... mi mente se pone en blanco y soy toda suya. Sus labios esos que disfruté apasionadamente hace unos momentos buscan gozar de mi humedad y que bien lo hacen, todo aquello que su mano produce sus labios lo devoran.
Bendita conexión entre nuestros pensamientos más ardientes, necesito más y él me lo puede dar. Sí, allí en la cama mi cuerpo se contrae ante su boca que me deshace en agua hasta obtener esas contracciones de mi interior que me enloquecen, ese primer placer de la noche. No doy más espera, necesito su virilidad en mi interior y le pido que lo meta en mi, demandante de mi placer que puede ser también el suyo. Me gira, hincada en la cama, en cuatro, abierta y plena a nuestros deseos, me toma por la cintura y desde atrás lentamente me penetra, mis gemidos hacen evidente el placer que siento, aumenta sus movimientos aferrándose con más fuerza a mi cintura, puedo escucharle respirar cada vez más rápido, sé que puede sentir como me tiene, mi mano se desliza furtiva a mi clítoris frotando suavemente, él toma mi cabello y me pone más caliente, más húmeda ahora. Dos y tres veces más mi cuerpo es placer en su dominio, me tiemblan las piernas y él me deja caer con suavidad en la cama; quiero su placer, esa miel que sale de él al explotar en mi interior. Mi mirada fija en su cuerpo cubierto en el sudor del encuentro, deja muy claro lo que quiero y egoísta de mis sensaciones él se enfoca en buscar su satisfacción en el calor de mi coño.
-Más- solo eso puedo decir, no puedo pensar en nada.
Tan intenso, tan satisfactorio, escuchar su gemido, el cual intenta ahogar en mi cuello cuando su verga deja salir toda su esperma. En un suspiro quedamos uno al lado del otro para recuperar el aliento.
Que morbo me hace sentir cuando enciende un cigarrillo a mi lado expulsando en el humo el calor que invade la noche, me mira, esa intensidad de sus ojos en cada bocanada de nicotina que toma y el aire de vicios que expulsa. Siento celos del cigarrillo que sostiene su mano y besa sus labios, hay deseos tan intensos que no se ocultan en una mirada, él sabe con solo mirarme que deseo que termine pronto y me queme las ganas tal como lo hace ahora con su pequeño gusto. Me reincorporo y me siento a su lado, provocando su cuerpo con caricias y besos suaves que viajan por su pecho, en cada movimiento dejo que tenga la mejor vista de mis tatuajes consciente de la reacción que tiene al verlos, cuando va a apagar la mitad del cigarrillo que aún le queda lo detengo, subo hasta su oído y susurro.
-Se egoísta… disfruta - y sello mis palabras con un beso que me dejan el sabor de la nicotina que lo embriaga.
Me hago camino a su falo que va respondiendo a mis provocaciones, alzo mi mirada y ante el tacto de mi lengua en su sexo suelta el humo de su boca dejando caer su cabeza hacia atrás. Los disfruta y su mano enredándose en mi cabello buscando más profundidad lo deja claro, sumido en sus vicios me encanta, Miral gruñe de deseo poniéndose muy duro, termina el cigarrillo y lo acuesto en la cama subiéndome en su verga plena para mí, me folla y sabe que me gusta cabalgarlo, subida en él calmar mi fuego. Sus manos recorren mi cuerpo lentamente deteniéndose en mis tatuajes y mis senos, me encanta como me acaricia y mis ojos de nuevo se encuentran con los de él, esa forma de vernos cuando la piel arde sin control y los gemidos ahogan nuestra respiración, dos miradas perdidas en el placer, nuestros cuerpos mojados, nuestras almas ardiendo en el deseo, me toma de los brazos, está a punto de hacer algo.
- Atrévete... si es que puedes - le digo con mi respiración agitada
Me gusta verlo, se atreve y en un rápido movimiento se acomoda encima de mi. Siento su verga llenar por completo mi sexo, moviéndose a su gusto en mi interior. Se acerca a mis labios y toma un beso de mi, aún sabe a nicotina, comparto el sabor de ese cigarrillo mientras continuamos en nuestro pequeño mundo, retando al tiempo para que haga eterno ese momento, acaricio su cabello y bajo mis manos por su espalda con caricias mimosas y afectivas, levente tentando con mis uñas su piel sensible a mis provocaciones en ese momento de cariño mientras me hace el amor. Miral me corresponde y toma otro beso, una combinación entre lo tierno y un poco más pasional, más ardiente, las lenguas jugando entre ellas. Lo empujó sentándolo en la cama y me siento sobre él permitiendo su pene más profundo en mi, junto sus labios con los míos en un beso más y me libera para aprehender mi pecho, mi pezón duro es sensible ante el ataque frontal de sus ganas, me muevo quiero ser una pequeña diablilla que lo haga sentir placer, el mismo que yo siento al contemplarlo y sentir su respiración en mi piel, sus ojos claros siguen el compás de mis senos, el aroma a tabaco en el ambiente y mis caderas llevando el ritmo cada vez más agitado de nuestras ganas. Miral me levanta sin salir de mi y me pone sobre la cama, imponiendo el ritmo, estoy a punto de correrme de placer y lo siento hundirse más en mi con el gruñido que acompaña mi gemido al llenarnos del goce último y ese clímax que nos deja exhaustos, queremos más, debemos darnos tiempo para recuperarnos.
Su deseo por los tatuajes y mi gusto por el sabor de la nicotina nos acompaña bien. Tal vez no seamos nada, pero nos deseamos como nadie, es más que capricho, es pasión elevando nuestras mentes, es lujuria ardiendo en nuestro cuerpo.
No soy suya. Miral no es mío, pero nos tenemos tantas ganas que la piel nos duele. Nos miramos de nuevo.
-Bésame - me dice dominante - bésame hasta que devore de nuevo tu cuerpo. - Me acerco y lo beso. Nos anhelamos con tanta lujuria que los labios gritan.
Puede que no seamos nada, pero nos devoramos de maneras salvajes, con tanta pasión que no somos solo un momento, ni un instante ni una noche, somos quienes deciden perderse en un mundo de placeres. Así estamos hasta que los primeros rayos del sol anuncian el final de la noche, y derrotamos al tiempo al hacer eterna la noche entre nosotros.
Entre mis tatuajes y sus cigarrillos fuimos la calma y tormenta, el cielo y el infierno, el placer y el dolor.