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Era el sábado por la mañana, y Elena había salido de cena con sus padres esa pasada noche. Cuando me desperté, ella estaba acostada y se había metido a mi lado en la cama. Me levanté, le di un beso en la frente y me salí de la habitación para que descansara y siguiera durmiendo tranquila. Me fui al sofá a ver un rato la tele, haciendo tiempo hasta que se despertara Elena. Pero al poco de estar allí tumbada en el sofá, apareció Ella. "¿Qué haces ya despierta preciosa?, ¿llegaste muy tarde anoche?", le pregunte. "No, pero desde que te has ido de la habitación, no he podido dormir mas". Así que se sentó en el sofá, me dio un beso y se tumbó conmigo. Ella estaba más mimosa de lo normal, así que me pregunto si la podía abrazar, y por supuesto le dije que si. Elena es preciosa. Su cara, sus ojos, su sonrisa, su cuerpo, bueno, ya la conocéis del relato anterior, y si, es la chica de Tinder, pero si queréis saber como la conocí, allí lo podéis encontrar. Bueno, a lo que voy, que todo en ella es perfecto para mi. Cada vez que me habla, me mira y la tengo cerca, hace que mi corazón se dispare. La abrace. Nuestros cuerpos eran uno solo. Estaban completamente pegados. Le aparté el pelo hacía un lado, y empecé a besar lentamente su cuello, a darle pequeños mordiscos en la oreja y la espalda. Se estremecía cada vez que mi boca rozaba su cuerpo. Fui acariciando su cuerpo y poco a poco subiéndole la camiseta del pijama de tirantes hasta que se la quité entera. Estaba tan sexy con esas braguitas blancas de encaje que me volvían loca. Acaricie sus pechos y su barriguita, mientras seguía besándole el cuello. Poco a poco, mis manos fueron bajando hacía sus piernas, dándole suaves caricias hasta que se posaron sobre sus piernas. Mis dedos se pasearon por su rajita, tanteando la humedad por encima de sus bragas. Subí lentamente y empecé a hacer pequeños círculos en su clítoris por encima de la tela de sus bragas. Cuando empezó a mover la cintura, pidiéndome más, pare. Saqué mi mano de entre sus piernas, me lleve dos de mis dedos a su boca, hice que los lamiera y los chupara, e introduje mi mano por dentro de sus bragas, y muy, muy poco a poco, le metí cada milímetro de mis dedos dentro de su vagina. Sentía como su respiración se iba agitando, y su corazon empezaba a estallar cada vez mas rápido. Me acerqué a su oreja dándole un lameton en el cuello, y le dije: "Voy a desayunarte". Empecé a meter y a sacar mis dedos de dentro de ella. Mi cadera, empujaba su cuerpo contra mis dedos. Ella estaba ardiendo, y yo moría de ganas por comérmela. Pare en seco y me puse sobre ella, besándola lentamente y con ganas. Fui bajando por su cuerpo hasta llegar al borde de sus bragas, donde con algún mordisco conseguí quitárselas. La abrí de piernas, y me puse entre ellas. Besé sus muslos dejándole algún chupetón y un surco de saliva muy cerca de su coño. Pasee mi lengua por su raja de arriba a abajo. La introduje dentro de ella notando ese calor y esa humedad que tanto me gusta. Me centré en su clítoris mientras le introducía dos dedos en su vagina. Su coño no tardo en estremecerse sobre mi boca. Sus piernas temblaban. Sus manos empujaban mi cara contra ella. Me cogía el pelo, y me lo apartaba de la cara y me pedía que la mirara a los ojos mientras mi boca devoraba y disfrutaba de su coño. En una de esas ocasiones, le levanto la cara y la dirigió hasta la suya, me beso apasionadamente, y antes de volver a ponerme la boca de nuevo en su coño, me dijo, "Quiero más, haz que me corra como una zorra". No se quien estaba en ese momento mas cachonda o perra de las dos, si ella por lo que yo le estaba haciendo sentir, o yo por ver como disfrutaba de lo que le estaba haciendo... así que le metí otro dedo mas en su vagina, ya eran tres los que allí entraban, y cambié de ritmo, primero rápido, luego muy despacio, otra vez rápido, y paraba en seco. Eso añadido a que movía muy rápido mi lengua en su clítoris, hizo que a los pocos segundos, su cuerpo no aguantara más, y su coño estalló sobre mi boca... Lentamente saqué los tres dedos, pasé mi lengua por toda su raja, y me lleve los tres dedos a su boca para que los chupara y lamiera. Una vez limpitos... me acerqué a ella, nos besamos apasionadamente, y volví a tumbarme a su lado. La mire, y aún relamiéndome los labios después de lo que había pasado, le dije, "gracias por el desayuno".