
Compartir en:
Iba a hacer una diligencia en el centro para lo cual me dirigía hacia la estación del MIO, para los que no son de Cali es el transporte masivo de la ciudad. Cuando estaba cerca de la estación vi que venía el bus que necesitaba por lo cual corrí a toda prisa para alcanzarlo. Cuando logré entrar al bus me di cuenta que detrás mío también entró un caballero de unos 50 años, con el pulso acelerado y algo agitado. Lo volteé a ver y me dijo: qué buena carrera, creí que no te alcanzaba. Yo lo sonríe y le dije y es que me estaba persiguiendo? Y él solo se rió. Un par de estaciones después ya con el aliento regulado me dijo: para dónde vas con tanto afán, con esa carrera qué pegó me dejó asombrado.
Le conté que iba para una entrevista de trabajo, y que no podía llegar tarde. Seguimos hablando de cosas sin importancia hasta que llegó el momento de bajarme. Estoy seguro que él no tenía que bajarse en esa estación y aún así lo hizo.
Prácticamente me acompañó hasta el edificio al que me dirigía, me deseo suerte y siguió su camino. Ya entré al edificio, presenté la entrevista y cuándo salí, con sorpresa vi que al otro lado de la calle estaba el señor que había encontrado en el bus.
Eso me puso alerta, me imaginaba la intención que tenía al seguirme y esperarme, así que antes de salir del edificio me tomé un momento para detallarlo.
Era un hombre de unos 50 años, su cabello mostraba algunas canas, usaba barba tipo candado, era de mi estatura, cerca de los 1.80, atlético. Vestida jeans, una camisa de botones de manga corta y zapatos mocasines de cuero. En otras palabras nada mal.
Salí del edificio como si no lo hubiera visto, caminé de regreso a la estación el MIO con la lentitud que me permitía el momento. Un par de cuadras más adelante, sentí que me tocaron el hombro. Me gire y me hice el sorprendido cuándo me encontré de frente con el caballero.
Cómo te fue en la entrevista?
Creo que bien le dije, toca esperar los resultados.
Y tú qué haces por acá?
La verdad te estoy esperando.
Así y eso como por qué? Le dije y él se quedó callado.
Después de unos pasos me dijo: te quería invitar a que nos tomaremos algo.
Rico le dije, y a dónde me vas a invitar?
Si se atreve lo invito a mi casa.
Obviamente yo sabía qué era lo que estaba buscando, y cómo saben por mis relatos anterior, soy el tipo de persona que aprovecha las oportunidades cuando veo la posibilidad de pasarlo bien.
Listo de una, le dije y cuánto sería?
Si tienes tiempo vamos de una vez.
Y así es como tomamos un taxi y nos fuimos para su apartamento. Vivía en un cuarto piso de unas unidades nuevas cerca de la carrera primera. Entramos y lo primero que noté era que estaba todo muy bien organizado y limpio, cosa que me agradó mucho. Nos sentamos en la sala y me dijo que qué me quería tomar. Yo lo miré y le dije: de verdad me invitó a tomar algo? O a hacer algo más, y de inmediato se abalanzó sobre mí y me besó. Un beso cálido y húmedo, apasionado y erótico. Me tomaba de la cabeza con sus manos fuertes y entrelazaba sus labios carnosos con los míos. Movía su lengua con experticia, jugando con mi con la mía y mojándome la boca. Me encantó la forma en la que me besaba así que me deje llevar por el momento.
Unos minutos después de haber empezado, sin dejar de besarme, empezó a desabrocharme la correa, luego el botón y después me bajo el cierre. Cuando logró bajar un poco el pantalón y el boxer se acomodó y se metió mi pena en su boca. Debo confesar qué con esos besos, yo ya estaba muy excitado y por ende erecto. Pablo (que así me dijo que se llamaba aunque yo no le creo), empezó a jugar con mi pene en su boca y con la mano, alternando la masturbación con el sexo oral, lo lamía, lo succionaba, se lo metió hasta la garganta haciendo arcadas, me masturbaba un poco y volví a lamer. Yo estaba encantado, cerré los ojos y lo dejé hacer lo que quería. Un par de minutos después sentí que me empezó a quitar los zapatos, así que me empecé a quitar la camisa y lo ayudé A quitarme el resto de la ropa. Mientras tanto él también empezó a desnudarse, tenía el pecho fornido, el abdomen plano y cuando se quitó el pantalón, veo que tiene un miembro hermoso, de unos 18 cm, gruesito y bien derechito. Yo no pude aguantarme las ganas de metérmelo a la boca, así que lo traje hacia mí y empecé a disfrutar de ese miembro que tenía un sabor delicioso. Se lo chupaba casi con desespero, metiéndolo hasta que me hacía sentir arcadas, pero no quería parar .Él me cogió de la cabeza y me lo metí hasta el fondo, literalmente me estaba fallando la boca. Así estuvimos un buen rato, después paramos y él hizo recostar en el mueble, me levantó las piernas y se arrodillo en el suelo, con su mano derecha empezó a masturbarme mientras que con su boca empezó a lamer mis huevos y mi ano. Cuando vió que yo estaba gimiendo, con las manos empezó a separar las nalgas y metía su lengua dentro de mí. Yo estaba casi llorando de placer, él sin ninguna prisa, empezó a meterme un dedo, después dos y cuando sintió que yo estaba dilatado, se puso de pie, me puso las piernas en sus hombros, puso su pene en la entrada de mi culo y empezó a presionar. Qué sensación tan deliciosa al sentir esa verga grande abriéndose paso entre mis nalgas. Notar cómo iba dilatando mientras ese miembro entraba de a poquito en mí.
Lo hacía tan delicadamente, continuo pero no brusco, primero hacia dentro y luego hacia afuera, con la experticia de los años.
Cuando vio que ya me entraba toda, me cogió de la cadera y empezó a penetrarme con un ritmo mucho más fuerte, más intenso. Yo sentía que me estaba rompiendo por dentro pero el placer era era tanto que no quería que se detuviera. Así estuvimos casi 10 minutos, luego se detuvo, me lo sacó y me hizo cambiar de posición. Me puso en cuatro apoyado contra el mueble y volvió a penetrarme. En esa posición se sentía mucho más grande su pene, por lo cual me tocó pedirle que me penetrara más suave, solicitud que atendió inmediatamente. Cuando me logré acostumbrar el tamaño de su pene, le permití que incrementara el ritmo. Sentía como me tocaba la próstata con su verga, lo que hacía que saliera un poco líquido seminal de mi. Cuando nos cansamos de esa posición, me hizo poner de pie, me hizo un oral y cuando ya está bien erecto, me llevó a la mesa del comedor, me hizo sentar una silla y el mismo se metió mi pene en sus nalgas. Primero estaba de espaldas a mí, apoyando sus brazos en mis piernas y subiendo y bajando, primero suavemente y después con más intensidad. Yo sentía como mi pene entraba y salía de sus nalgas, él gemía complacido. Después de un rato se levantó, se puso frente a mí, se sentó y se lo volvió a meter. Ahora lo penetraba mientras nos besamos apasionadamente. No pasaron más de 5 minutos cuando estallé dentro de él. Sentía como mi pene bombeaba dentro de sus nalgas, nos levantamos y nos fuimos a la ducha. Como no estábamos bañando, vi que se le volvió a parar,, me puso contra la pared y me penetró de repente. Como ya estaba bien dilatado, no sentí ningún dolor por el contrario el placer era enorme. Ahí lo dejé que me cogiera a gusto. Me clavó por unos 7 minutos así que sentí cómo empezó a contraerse, y después sentí el chorro caliente inundándome por dentro. Bombeaba dentro de mí. Lo sacó, terminamos la ducha y salimos. Regresamos a la sala, nos vestimos, y después de otro beso nos despedimos. Quedamos de vernos de nuevo.