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El viaje inesperado
Tenía 20 años. Estaba en la universidad, ya casi terminando la carrera. Era viernes y como era costumbre, salí con él… mi "arrocito en bajo", como le decimos en Colombia. Un amigo con derechos: nos conocíamos bien, sabíamos lo que nos gustaba, y aunque no había amor, había ganas. Siempre.
Esa noche me propuso un plan improvisado. Su amigo iba a visitar a su novia en un pueblo como a dos horas de la ciudad, y que por qué no los acompañábamos. Yo, con cero ganas de dormir temprano y con sed de tragos y aventuras, dije que sí.
Llegamos al pueblo tipo 10 de la noche, directos a una discoteca súper conocida. Tomamos, bailamos, nos reímos, la pasábamos bien. Yo sentía las miradas de los dos sobre mí, y no te voy a mentir… me gustaba. Me encendía saber que estaba provocando algo en ellos.
Pero como todo plan con tragos, algo se dañó. La novia del amigo se emberracó por algo, discutieron, y a eso de la 1:30 am nos montamos al carro de nuevo para regresar.