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Ya son las dos de la tarde, a estas horas, todo el mundo desaparece alrededor de una hora para ir a comer y hacer sus cosas, yo por mi parte me quedo en la oficina desierta, disfruto de la soledad ocasional, pero ayer fue un día diferente, ayer irrumpió en mi oficina una chica encargada de la publicidad, que hace semanas ha estado rondando por mi mente, al principio es una simple charla que progresivamente va subiendo de tono, y surge un coqueteo mutuo, de miradas y sonrisas. La invito a que se acerque a mí con la excusa de mostrarle un vídeo en el ordenador, al tenerla tan cerca de mí no pude controlar mi mano, y la pose en su espalda muy cerca de su trasero que es pequeño pero provocativo, de esos que quisieras nalguear a cada momento que lo ves. Nuestras miradas se cruzaron y había fuego en la suya, no me importó nada y me lancé por sus labios, esos que eran tan suaves y deliciosos. Ella se encargo de morder seductoramente los míos haciéndome desear más que besos. Lentamente me voy levantando sin separar mi boca de la suya, haciendo que se apoye en mi escritorio, su suave y caliente lengua hacía estragos en mi boca, a pesar de estar cargados de deseo, los besos no eran apresurados, eran muy intensos, profundos y lentos. Mis manos viajaban por todo su cuerpo y la suyas apretaban y presionaban mi culo. Pase de su boca a su cuello con besos y lamidas cortas, a medida que iba bajando iba desabrochando los botones de su blusa y me encontré con un delicado sujetador blanco, el cual para mi fortuna tenía el broche por la parte frontal. Sin dudar lo abrí liberando sus pechos, pequeños pero deliciosos, que se encontraban erectos y deseosos. No perdí el tiempo, y sin aviso metí uno de ellos en mi boca y comencé a succionarlo, y pasar en círculos mi lengua alrededor de su aureola, pase atender el otro y me dediqué a morderlo y chuparlo alrededor deleitándome con la creciente excitación que me reflejaba su cuerpo. Volví a su boca y los besos eran más demandantes, no aguantaba más, necesitaba tocarla, desabroché su pantalón y como pude metí mi mano en sus bragas, haciéndola gemir y sintiendo su gran humedad, su clítoris se sentía hinchado y me dedique a masajearlo y acariciar la entrada de su vagina en círculos lentos, sus caderas se movían al ritmo de mis dedos, luego la sentí meter su mano en mi pantalón, eso me hizo estremecer haciendo que me flaquearan las piernas, por lo que me recargue más sobre ella, introduje un dedo en su interior teniendo como respuesta su mordida en mi labio inferior, me dolió pero era un dolor placentero, metí el segundo dedo y esta vez fueron sus uñas en mi espalda, quería llegar junto con ella y le di un ritmo rápido a mis dedos en su interior, y ella hizo lo mismo dentro de mí, por unos momentos fuimos solo sensaciones, suspiros, gemidos, movimientos necesitados de cadera, mi cuerpo se tensaba al igual que el de ella, su agarre más fuerte en mi espalda fue el impulso final que necesitaba para encontrar mi orgasmo, y ella me siguió con el suyo, los gemidos quedaron ahogados en la boca de la otra. Luego de recuperar la compostura nos arreglamos la ropa, y ella se marchó, nadie se podría ni imaginar el derroche de caricias y sensaciones llevado a cabo al otro lado de esa puerta en aquella oficina desierta.