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Después del exquisito encuentro con Alejandro, pensaba en seguir viéndolo, lamentablemente el gobierno decidió tenernos encerrado en casa por el alto número de afectados por el covid, así que fueron como 6 meses casi sin salir, me sentía realmente encarcelada, por un lado, mi esposo aprovechándose que mis suegros que le daban de todo, casi le pasaban un sueldo ya que su padre recibe buena pensión y algunos negocios que tenía, mientras yo realizando trabajo desde casa.
En esos meses que estuve encerrada y de un par de veces que tuve relaciones con mi marido quedé embarazada, yo de primera no quería estar en esa situación, pero no había más, además las cosas en la casa comenzaron a ponerse peor, por el trato que recibía de mi esposo, así como de mi suegra.
Yo me sentía muy mal por Sergio, todavía lo amaba, aunque yo quisiera negarlo. No pude evitar llorar cuando mi abogado me citó en su oficina para firmar mi divorcio. Tal y como sucedieron las cosas, nuestra separación fue un duro golpe para mi ex esposo y para mí. sufría también por los achaques de mi estado y por las constantes fluctuaciones de mis hormonas, que en un instante me hacían pasar de la euforia a la más absoluta de las nostalgias, solo para ponerme caliente al minuto siguiente.
Paso casi 8 meses desde que todo nos encerramos y poco a poco volvimos a la normalidad Ahora vivía con mi amiga Angélica y su novio, ambos trabajaban y tenían una casa bien grande, me sentía afortunada de tener una habitación separada al fondo del patio con las comodidades basicas para mi solita (bueno, así sería al menos hasta que naciera mi hijo). Tener mi propio espacio era una gran ventaja, sobre todo a la hora de desahogar mis ataques de cachondez. Había adquirido la costumbre de empinarme en la cama todas las mañanas al despertar y masturbarme usando uno de esos peines del cabello (la verdad siempre he pensado que son juguetes sexuales mal disfrazados). Con el culo al aire, ponía a vibrar el aparato en mi clítoris y luego, cuando me estaba viniendo, ensartaba el mango en mi vagina.
Angélica me propuso para salir de la depre en la que me encontraba hacer una fiesta en honor a que volvía a estar soltera, que ya era una mujer sin esposo, libre que de esa manera celebraríamos este gran acontecimiento, yo ya tenía 5 meses de embarazo. En alguna ocasión le conversé de Alejandro y que lo contactara y lo invitará, la verdad que me daba pena que me viera en ese estado, pero no tenía muchos amigos a quien invitar, así que decidí enviarle un mensaje, que de inmediato me respondió, charlamos algunas cosas sin importancia, hasta que me atreví a invitarlo.
Cuando yo llegué por la noche, después de trabajar, ya había tres amigos de Angélica riendo en la sala; dos eran unas jovencitas lindísimas, como de 20 o 22 años, se levantaron al verme y se acercaron para saludarme y presentarse. En el sofá de donde ellas se levantaron, se encontraba Alejandro, quedó sentado mirándome fijamente sin decir nada, así que decidí acercarme. Nos quedamos viendo y de pronto se puso de pie para abrazarme. Al tenerlo cerca, me felicitó por mi estado. Y otra vez mis hormonas exageraron mi reacción haciéndome llorar de gusto.
-… “La última vez que te vi, no estabas así, pero te ves hermosa en ese estado”. Me señalo Alejandro acariciando mi panza que ya se notaba abultada.
-…”Sí, Alejandro. Hace mucho que no nos veíamos”. – Respondí
Alejandro volvió a abrazarme hasta que terminó mi acceso de llanto. –Ay, perdón, chicas. Mis hormonas no dejan de jugar conmigo- Les dije a las amigas de Angélica mientras me secaba las lágrimas.
Al poco rato llegaron unos compañeros de Angélica, junto con un numeroso grupo de amigos. Traían consigo una buena cantidad de alcohol, del que yo no podría disfrutar por mucho que quisiera.
A mitad de la fiesta, una de las jovencitas que me saludo al llegar se acercó a mí para ofrecerme una cerveza helada.
-… “Oye, gracias. Pero no puedo tomar”- Le hice saber a la muchacha que se llama Camila
-… “Una no le hará daño a tu bebé”. Me dijo Alejandro …-“ y te aseguro que se lo que digo”- me sonrió mientras se sentaba junto a mí en el sofá.
-…” ¿Hablas en serio?”- Le hice la pregunta
-…” Seguro. Tómate una, pero solo una. Para que no te quedes con las ganas”. Respondió Alejandro
Nos quedamos charlando durante un buen rato. Al principio me sentía extraña al ser la más vieja del lugar bueno junto a Alejandro ya que la mayoría estaba como entre los 20 a 25 años pero al poco rato, nos habían integrado al grupo de veinteañeros como una más de ellos y ahora estábamos muy a gusto platicando con las chicas. Especialmente con Camila por su forma amable de tratarme y su animada conversación, incluso ella conversaba abiertamente de su tendencia sexual ya que se describía bisexual y cada vez que tocaba el tema miraba lascivamente a Alejandro, llegó mi turno de platicar de cosas más personales, no tuve reparos en hablarle de mi situación sentimental; omitiendo claro, todo el sórdido asunto de mi ex.
--… “procuro disfrutar de la vida. Ahora seré madre y vendrán un millón de cosas nuevas para mí”.
Camila comenzó a mostrar mucho interés por mí y Alejandro. Entre cerveza y cerveza sus ojos se desviaban discretamente hacia el bulto del pantalón de Alejandro. Mientras él no perdía mirada en mi escote y en lo crecido de mis tetas. Yo estaba encantada de volverme a sentir deseada luego de mucho tiempo y fui correspondiendo al juego de seducción se iba desarrollando. Él ya estaba algo alegre por el alcohol y cuando se acercó a mí con toda la intensión de besarme, me sorprendí tanto que me puse rápidamente de pie. Claro que tenía ganas de besarlo, pero no quería hacerlo frente a todos y menos, con los dueños de casa ahí al lado mío. Así que hice un gran esfuerzo para aguantarme las ganas.
Aunque Alejandro no tomó a mal mi negativa a ser besada, su humor creo que cambió un poco, porque la conversación fue más con Camila y pronto comenzaron a faltarnos temas de conversación. Para cuando fui a servirme algo de beber, él se había cambiado de lugar al lado de Camila. Estuve un rato más compartiendo, hasta que pensé que era suficiente y que Alejandro se iría con Camila, así que me despedí de todos con un beso, incluso de Alejandro para irme a dormir.
En mi habitación, estaba frente al espejo despintándome los ojos, cuando alguien tocó la puerta de mi habitación. Le dije a quien fuera que pasara y cuando levanté la vista para ver de quién se trataba, Alejandro se asomaba por el borde de la puerta, al tiempo que me preguntaba si ya me iba a dormir.
-…”Sí. Estoy algo cansada”.
-… “Oye, quería disculparme contigo por lo de hace rato”. Me dijo Alejandro
-…”¿Qué? Si no hiciste nada. No tienes por qué pedir disculpas”. Le respondí
-“Bueno”… - volvió a decir Alejandro –…”Es que me pareces que estas mucho más bonita, así embarazada como estás”.
-… Perdóname si te incomodo con esto, pero es”…
- No lo dejé continuar hablando, porque me lancé a su boca y empecé a comérsela como si fuera un rico helado. Cerré la puerta y abrazados caminamos hacia mi cama mientras le iba quitando el pantalón y él me tocaba toda debajo de mi vestido de maternidad. Sobra decir que para ese momento yo estaba lista para que me penetrara con un camión de tres ejes, si le daba la gana. Estaba tan mojada que escuchaba cómo los dedos de Alejandro resbalaban hacia el interior de mi vagina haciendo un ruido muy peculiar y por demás excitante. Sus dedos rozaban mi clítoris y jugaba abriendo mis labios, que rápidamente se perdían en mi interior, sentía como esos dedos rozaban la pared de mi cuevita, y yo inmediatamente comenzaba a humedecer mi calzón.
Me quité mi calzón y me acosté en la cama. Alejandro termino de desnudarme y besarme completamente, pasaba su lengua por mis pezones duros, erectos por la excitación y algo de suero maternal caía en su boca. Estuvimos besándonos y tocándonos un par de minutos, pero el tamaño de mi barriga de 5 meses dificultaba tremendamente las cosas para algo más. Pero Alejandro se sabía manejar en esa situación y me pidió que me pusiera de lado, como en cucharita.
Se puso atrás mío y de una manera bajo hasta mi culo y comenzó a lamerlo, sentía su lengua húmeda que me recorría de mi entrada anal a mi clítoris levanto mi pierna para quedar más abierta, así comenzó a penetrar su lengua en mis agujeros, sus dedos los sentía que también recorría mi culo y mi vagina, mis jugos salían como charcos llenando la cama de mi humedad, me empiné frente a él y le ofrecí mi vagina abriéndome las nalgas con mis manos. No sabía por qué rayos tardaba tanto en penetrarme, quería sentir su gran pene llenarme mi cavidad vaginal, yo estaba urgida como una perra en celo. -¿Qué haces? Cógeme ya- Le pregunté desesperada porque me penetrara.
Cuando sentí que por fin me empezaba a meter su miembro, de un golpe me penetro inmediatamente, lo lubricada que estaba no hacía necesario una previa mayor, así que sentí todo el fierro caliente en mi interior y el inicio de su mete y saca, dándome suave y después de unos minutos mas rápido, la aceleración hacia que la cavidad de mi conchita se expandiera más y más, junto con más jugos que brotaban de mi interior, mojando sus testículos que golpeaban en mis nalgas
El me agarraba fuertemente de mis tetas, que también expulsaban líquidos lácteos, lo que hacía que me mojara más. No pasó mucho tiempo para que yo tuviera un orgasmo y supongo que mis gemidos excitaron mucho a Alejandro, porque cuando yo estaba terminando de disfrutar de mi clímax, el me sujetó de los senos y empezó a darme con tantas ganas que me tuve que agarrar del borde de la cama. Empecé a mecer el culo fuertemente y al poco rato estaba otra vez por alcanzar el cielo, un segundo orgasmo llenaba mi cuerpo de contracciones, espasmos y saltos. Gemía y jadeaba como una puta, mis ganas eran saciadas completamente, Pero la deliciosa sensación desató algo curioso en mi cuerpo (no entiendo bien por qué, así que culparé de nuevo a mi embarazo). Cuando el enorme miembro de mi amante llegaba más al fondo de mi cavidad, yo sentía muchas ganas de orinar.
-… “No tan duro, amor”-Le pedí pensando que así podía quitarme las ganas de hacer pipí.
-… “¿Te estoy lastimando?”- Me preguntó
-…”No es eso, es que creo que tengo que ir al baño y cuando me lo metes fuerte me dan más ganas de hacer pís”.
Alejandro rio un poco y en lugar de hacer caso a mi petición, me tomó del cabello y empezó a cogerme violentamente mientras mi cabeza se hacia atrás. Me lo metía tan duro y fuerte que sentía el golpe en la pared final de mi vagina.
-“¡No! ¿Qué haces?”-Le pregunté entre gadeos y gemidos e intenté retirar su pene de mi vagina, pero Alejandro no me dejó.
Mi cuerpo comenzó a vibrar, sentía una corriente desde el interior de mi vagina que me recorría hasta mi cabeza y un potente chorro de orina escapó de mi vagina al mismo tiempo que todo mi cuerpo se tensaba en uno de los orgasmos más intensos que he tenido. El líquido me escurría por los muslos, era literalmente soltar un chorro de pis, mientras mi hombre seguía taladrándome.
Quedé rendida sintiendo el aun erecto miembro de Alejandro en mi interior, quise salir para asearme ya que estaba muy mojada, llena de líquidos expelids desde el interior de mi conchita palpitante
Después de asearme y cambiar las sabanas de la cama, tiramos unas toallas y continuamos besándonos mi interrupción había hecho que Alejandro perdiera la firmeza de su erección.
-… “Está bien, Marisol. No te preocupes, estuvo muy bien. Lo bueno es que tú sí pudiste venirte deliciosamente”.
-… “¿No quieres que tratemos de nuevo? No quisiera dejarte con las ganas”-
Luego de decirle eso, me hinqué con dificultad frente a él mientras se sentaba en la cama, tomé el semidormido miembro de Alejandro y me lo metí en la boca. Sentía aún el sabor de mis jugos, mezclados con su liquido preseminal, bastaron unos pocos minutos de sexo oral para que el delicioso instrumento de mi amante estuviera tieso otra vez. Mi lengua lo recorría de la base subiendo hasta la cabeza hinchada del glande, su tronco estaba firme, duro, erecto a tope.
-…”Ven acá”- Le dije mientras lo tumbaba de espaldas en la cama.
Me posicioné con las piernas abiertas encima de él. Acomodé su gran miembro en mi jugosa entrada vaginal y me dejé caer sobre él, haciendo que se hundiera riquísimo, hasta el fondo de mi cavidad.
-…“Oh… Marisol”…-Dijo Alejandro antes de ponerse a disfrutar del intenso movimiento que yo hacía para darnos placer. Lo monté tan rico que sentía como su voluminoso miembro abría camino a cada salto las paredes de mi conchita ya humedecida nuevamente, sentía como llenaba toda mi cavidad, como el roce en mi cuevita hacia que más humedad brotara, mientras el ataca mis grandes tetas, llenas de suero maternal, teniendo mis pezones muy duros, que cada apretón que me hacia escurría liquido de ellos.
A los pocos minutos de estar balanceándome sobre el caliente miembro de Alejandro, moviendo mis caderas de arriba abajo, comencé a sentir internamente y completamente involuntaria la contracción en el interior de los músculos de mi vagina, que apretaban toda la herramienta que tenía en mi interior, esos apretones hicieron que Alejandro derramara su eyaculación caliente en mi interior, lo que provoco en mí un cuarto orgasmo, tan intenso como los anteriores. Era exquisito sentir la lava caliente que me llenaba completamente que al salir de su pene comenzó a escurrir mis líquidos con los de mi amante. Así de esta manera pude saciar todas las ganas de ser poseída por un hombre que realmente sabe tratar a las mujeres en la cama. Después de Asearnos nos que damos en la cama a reponernos hasta que volvió a sonar la puerta
Continuará...