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Para los que hayan leído mis otros relatos sabrán que el plan de preñarme por alguien que no es mi marido (el cornudo), era hacer algo bebé en una playa paradisíaco (lejos de mi marido y la civilización), y allí copular y copular hasta lograr el apareamiento y quedar preñada. Pero no pudo ser porque Richi (el colombiano) resultó un impaciente y un terco que arruinó todos mis planes, y sin más, una noche que salimos a cenar porque quería sentir su rabo bajo la mesa y el mantel, se puso como toro, y cuando yo fui al baño y salí allí estaba el semental con ojos despavoridos metiéndome al baño nuevamente de un empujón, me volteó contra el muro (yo llevaba un vestido negro de tirantes a medio muslo y una tanga) me subió el vestido a la cintura y allí me clavó sin decir agua va mientras yo le decía que dejara de cojerme, que mi marido ya me esperaba afuera en el auto para regresar a casa y planear mi viaje de preñación, pero Richi no entiende de razones, para él soy sólo un pedazo de carne con tres agujeros que perforar y allí, en un baño al lado de la cocina del restaurante indio a donde lo llevé a cenar para planear el viaje y palparle el rabo, allí me la metió.
Como el tipo no entiende de razones pues lo dejé por la paz y me dispuse a disfrutar. Volteé al espejo y allí estaba yo toda mona con mi vestido de noche y con las tetas de fuera siendo vapuleada contra el muro sintiendo como la verga de Richi me taladreaba con rigor. No es por nada pero me veía hermosa siendo sarandeada y con mis tetas al aire meciéndose como gelatina al desritmo de las acometidas de mi acompañante. Sentí su verga pulsar y antes de que le dijera que me los diera en la cara sentí sus violentos disparos de leche caliente inundar mi vientre. Me la sacó, se la limpié con la boca, me robó mi tanga que yacía en mis tobillos (no sé cómo llegó allí), nos medio asicalamos y salimos ante la atenta mirada de varios empleados del personal de cocina y enfilamos rumbo a la calle donde a dos calles me esperaba mi marido en el auto para llevarme a casa. Con el vestido todo arrugado, toda despeinada, sin tanga, la boca y el coño llenos de lefa y la marca de un chupetón en el cuello fue que me subí al auto de mi marido. Al verme supo lo que había pasado y allí mismo lo vi transformarse en una bestia frente a mis ojos, y se abalanzó sobre mí para clavármela sin contemplaciones.
— Estás llena de leche, me dijo recién me clavó percatándose lo que yacía en mi interior.
— Sí, le contesté mientras lo besaba para que sintiera los restos de lefa de Richi entre mis dientes (aparentemente no se dio cuenta, no lo sé).
— Te marcó el hijo de puta, me dijo cuando vio mi chupetón en el cuello.
— Sí, le contesté, es un abusivo, un terco, un burro que la tiene de burro mi amor, mucho más que tus 19cms, me cojió delicioso en el baño y me robó mi tanga. Últimamente como que hay una epidemia de ladrones de tangas aquí en Sydney. Como que es para que las autoridades hicieran algo. Digo, una no está para andar yendo de compras a comprar tangas casa mes, es ridículo. Enfin, allí escondidos bajo el velo de la noche y la lluvia, mi marido me perforó como hacía mucho que no lo hacía, como perro. Y allí, entre insultos a mi persona y jalones de cabello y mordidas fue que mi marido dio su contribución y me llenó por segunda vez en una danza de espermas contrincantes terminaron dentro de mi por azares de un destino que se salió de control. Allí, dentro de mi, la leche (inútil) de mi marido se mezcló incestuosamente con la leche de su corneador que a la postre resultó triunfador. Esa noche mi marido se graduó como cornudo, se merece un aplauso: 👏 👏 👏
Mientras planeabamos el viaje de preñación fue que me descubrí embarazada. Tenía un dilema, decírselo a mi marido y poner el viaje con mi macho en riesgo o callar y pasar una semana (7 días) de ensueño con mi macho. Por un par de días estuve pensando en qué hacer ante la disyuntiva pero al final el combate lo ganó mi yo en mi papel de esposa honorable y le di la noticia a mi marido quien se puso feliz y me cojió como maníaco allí en el suelo de la cocina con mi pantalón de piyama en los tobillos mientras sus huevos rancheros se le enfriaban en el comedor.
Yo estaba feliz pero también un poco en ascuas. Quería decir esto que mi viaje con Richi se cancelaría? No necesariamente, pero yo ya estaba ilusionada casi haciendo maletas. Me vestí coqueta (short corto con medias de red negras, botas negras tipo militar y una playera de tirantes con un bra negro. Es mi uniforme de putita, sólo lo uso para ir a la guerra. Arranqué el auto y me dirigí rumbo a su oficina. Sentí el tradicional desfile de miradas mientras atravesaba el pasillo que da a su oficina. "Cada que vienes a la oficina vestida así dejas una estela de leche tras de ti", una vez me dijo mi esposo sobre sus empleados. Atravesé el umbral de la puerta, cerré tras de mi y le pregunté acerca del viaje.
— Pues supongo que se cancela, el viaje era para preñarte, pero pues te preñó antes. Ya no tiene razón de ser.
Le hice cara de puchero (vestida como putita y haciendo un puchero con mi mejor cara de niña triste) y le dije que ya estaba muy ilusionada con ese viaje, que era injusto cancelarlo.
Se me quedó viendo pensando mientras yo veía cómo el bulto en su pantalón crecía y crecía, casi podía ver las contracciones.
— Pues está bien pues, nos vamos tú y yo a ese viaje, sólo déjame verlo con Caroline (su asistente) para coordinar las cosas en la oficina y poder ausentarme contigo una semana.
Diablos, pensé, esto se está saliendo de control.
— Es que no quiero ir contigo, quiero ir con Richi, el pobre ya está muy ilusionado y no se me hace justo que lo dejemos allí tirado como si fuera un paquete.
— O sea que me estás diciendo que no quieres irte conmigo sino con Richi para que te chingue de mañana a noche por siete días? Es eso lo que me estás diciendo?
— Eso es exactamente lo que quiero.
— Pero qué puta eres, me dijo mientras se sacaba la verga ya goteando de su pantalón. No puedo creer lo puta que eres cabroncita.
— Me vas a dejar irme con Richi? Le pregunté envalentonada.
Con el rabo de fuera caminó rumbo a la puerta para ponerle seguro. Me jaló al sillón de juntas, me puso en cuatro, me bajó el short a los muslos y con las medias todavía en su lugar, me clavó. Me insultó con todo tipo de improperios que no voy a mencionar aquí porque soy una chica de conservadores modales, pero me hizo sentirme hembra y amada. Eyaculó en mi cara y me tomó una foto de leyenda en donde aparezco con las medias de red en las rollidas, el short en los tobillos, una teta de fuera con el tirante en el antebrazo, toda despeinada y con cara (llena de leche) de felicidad porque siempre sí me voy con Richi de viaje por una semana en agradecimiento por hacerme un bebé. Claro que él no sabe nada del bebé ni del consentimiento de mi marido para que me singe a su capricho. Él se cree muy listo por andarse cojiendo a una casada y muy macho porque su verga me tiene obsesionada.
Por cierto, me he seguido viendo con Richi varias veces a ocultas de mi marido. Lo quiero llevar a mi hogar para que me joda en mi cama de matrimonio. Es sólo una fantasía que siempre he tenido y la voy a llevar a cabo la semana entrante antes de irme con Richi de luna de miel (por decirlo de alguna manera). Mi marido no tiene porqué enterarse de semejantes nimiedades, es una persona muy ocupada y yo como esposa honorable no quiero darle más preocupaciones.
Nuestro avión sale el jueves, tengo de lunes a miércoles para pecar en mi propia cama.