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La casa abandonada:
No recuerdo cómo fue que una vez caminando sola por una avenida grande regresando a mi casa después del colegio, me encontré con una casa abandonada. Como siempre he sido muy curiosa, entré a asomarme y efectivamente, estaba abandonada. Seguí curioseando por alli y llegué a la parte de atrás, intenté abrir la puerta y bingo, no tenía seguro y la pierta se abrió. Sí, la casa estaba abandonada, eso era obvio, pero recientemente, no estaba en tan mal estado y relativamente no tan sucia. La alfombra lucía en bastante buen estado.
Unos días después se lo comenté a mi amiga Katisha (ya la conocen de otros relatos, mi eterna cómplice de aventuras) y recién se lo dije le brillaron esos ojos color miel que me matan y que siempre que piensa una diablura, se le iluminan. Como es clásico en mi amiguita del alma, lo primero que pensó fue en hacer de esa casa nuestro picadero, y llegó justo en el momento en que siempre batallábamos con en donde hacerlo.
Total que a partir de entonces íbamos al colegio por las mañanas, y por las tardes nos íbamos con nuestros novios a la susodicha casa. Ese ya era el tiempo donde compartíamos novios y lo hacíamos indistintamente con uno u otro, pero principalmente con los dos por sesión. Era muy emocionante hacerlo entre los cuatro y vernos todos en pleno apareamiento. Eran unos espectáculos muy cachondos a la vista y aún tengo muchas imágenes clavadas en mi mente sobre esas semanas. Fueron tiempos muy ricos y muy intensos, como todas adolescentes necesitábamos nuestra ración casi diaria de verga. Casi diario pasábamos por ahí, entrábamos, nos desnudábamos los cuatro al mismo tiempo, y nos poníamos a follar por 2 o 3 horas de lunes a viernes. Todo era pasión en esos tiempos y tirábamos casi diario. Era muy rico tirar con uno y besarnos con el otro o entre ella y yo, hacíamos las poses más extrañas y acrobáticas con tal de hacerlo así, o ambas de cucharita con el galán detrás nuestro y nosotras besándonos de frente o chupándonos las tetas. Las tetas de Katisha son su mejor atributo, además de su cara aniñada y mirada traviesa. Son una delicia con forma de pera, hechas para ser mamadas con devoción.
Todo fue genial durante 3 o 4 meses hasta que sucedió lo que les voy a contar. Vicente me tenía en cuatro chingándome con ahínco, y Kati secestaba dando de sentones en Richi (mi ex). Los gemidos estaban en su apogeo y abarcaban toda la casa (follábamos en el salón, donde había alfombra y podíamos revolcarnos con mayor libertad), como que los cuatro estábamos en al borde de corrernos, en esos momentos en que una la tiene hasta adentro pero aún una lucha por clavársela todavía más.
En mi posicion, yo era la única que tenía vista al pasillo de entrada y la puerta principal. En un segundo ví la manija moverse hábilmente y vi una mujer entrando quedándose en shock al ver a cuatro adolescentes cojiendo como perros, gimiendo como burros y gozando la llegada de los orgasmos. Estaba tan enviciada y acalorada qué no me importó que tuviéramos audiencia (incluso me puso todavía más cachonda) cuando sentí la verga de Vicente palpitar y expulsar un grumo potente de leche en mi interior qué después sacó para vaciarse en mi cabello, cara, espalda y nalgas. Me dejé caer de cara al suelo con la cola en pompa sin ninguna fuerza para moverme o acomodarme, mientras que Vicente quedó tirado al lado mío viendo al infinito mientras yo seguía cola en alto con la cara en el suelo viendo a la chica tocarse por debajo de la falda.
La señora (como de unos 40), absorta y boquiabierta había presenciado la lujuria de 4 adolescentes dándose con todo y soltando todo tipo de improperios. La había visto llevarse la mano dentro de su pantalón ejecutivo y darse unas caricias mientras nos veía.
vista se desviaba de mi a Kati que, aún ignorante de que teníamos auditorio, cabalgaba a mi novio como amazona anunciando su corrida. Se le fueron los ojos en blanco y ambos se empezaron a correr al unísono. Era un poema verlos gozar de esa manera. Cuando Richi se la sacó pude ver una de las corridas más gloriosas de mi vida, el salpicadero fue brutal, la serpiente de Richi (vaya que la tiene grande; 20 cms) batía leche en todas direcciones. Todos acabamos empapados en sudor y Kati y yo batidas en leche y babas por todo nuestros cuerpos.
Para ese momento Kati y los chicos ya se había percatado que teníamos auditorio y todos empezamos a buscar nuestros uniformes escolares para huir de esa situación, ahora sí bochornosa, y emprender la huida.
La señora, recuperándose de su trance, con toda generosidad y amabilidad, hizo su aparición pública en escena y nos invitó a salir apresuradamente pues gente vendría a inspeccionar la casa para su venta o renta o algo así.
Ya de salida la señora me llamó y me extendió su tarjeta de negocios.
– Llámame, me dijo Caitrin.
Una semana después me aventuré a hablarle. Tenía curiosidad de saber qué querría una señora de aprox 40 (después supe que tenia 38) de mi. Me invitó un café la peimera cita y una semana después me invitó al teatro. Fue la primera vez que fui a uno. Allí, en el bar del teatro, me dio mi primer sorbo de vino en mi vida (yo tenia una soda) y de allí me dijo de ir a un lugar más privado y terminó haciéndome suya dentro de su auto camino a mi casa.
Fue la segunda milf con la que estuve (los que hayan leído sobre mi viaje de vacaciones a México sabrán esa otra historia).
Con Caitrin (de origen asirio, casada y con dos hijas) mantuve una relación de varios meses pero siempre dificultosa pues yo era menor (16 en ese entonces) y se dificultaba donde coger. Aveces me escondía en el portaequipaje de su auto pero aún así había un cierto riesgo para ella.
Un día su marido salió de viaje y allí me hizo suya en su cama de matrimonio por una larga semana. Las tardes que pasé con ella me dejaba con las piernas temblando y la cama empapada de mis squirts.
Se encargó de darme las llaves de la casa "abandonada" y me dijo de avisarme con antelación qué días la mostraría para no aparecer por allí. Como yo pasé una semana con ella, fue Kati la que se dio un manjar con los dos chicos durante esos días. Una vez Caitrin me dijo de invitar a Kati pero ella no quiso. Kati no es tan bisexual como yo, de hecho, si es cosa de mujeres, casi sólo jode conmigo. Es muy raro que acabe con otra. Se llega a dar, pero es raro.
Para cuando regresé con el cuarteto yo ya estaba enamorada de Caitrin pero su marido ya había regresado. La seguí viendo por varios meses más pero de manera esporádica y no por mucho tiempo. Su fascinación era verme con mi traje escolar y poseerme de la manera más sucia que podía. Para ese entonces ella rentaba un bnb y allí me llevaba al paraíso del placer. Fue ella la que me enseñó las alturas a donde puede llegar el sexo lésbico (incluso más que lo que la mexicana y su amigo habian hecho conmigo). Para cuando me dejó, llorando, yo ya era una hembra en celo en permanente ebullición. Me quería cojer a todas mis amigas y compañeras de la escuela. Me le insinué a la maestra de literatura pero no me hizo caso por mi edad. 'Si no sí', me dejó saber. Me separé del cuarteto (ahora trío para felicidad de Kati) durante todo ese tiempo, seguían usando la casa como picadero pues yo me encargaba de decirles cuando si y cuando no. Fue la época de mi vida de mayor sexo lésbico.
Meses después volví con ellos a la casa 'abandonada'. Follando entre los cuatro con todos los cuerpos enrollándose como serpientes los vimos besarse y tocarse por primera vez. Kati y yo nos separamos un poco y nos pusimos a verlos, curiosas. Lo que la imagen de dos chicos besándose y tocándose (no se mamaron) fue curiosa pero no exitante para ninguna de las dos. Una semana después la situación se repitió y Kati y yo nos dedicamos a lo nuestro ya sin verlos. Fue cuando los vimos mamarse ahora sí. Doblemente raro y nada exitante. No sé, no los juzgo, pero ver a dos chicos tocarse, besarse y mamarse no es algo que me produzca exitacion o deseo. Esa vez fue la última vez que nos los cojimos. Yo volví a ver a Richi poco antes de conocer a mi sugar y me lo follé en su auto saliendo de un café. Estuvo muy loco, ambos completamente desnudos aparcados en una calle oscura bajo un árbol copulando en el auto como si el mundo no existiera. Esa vez volvió a ser el Richi que yo amaba; el que me hablaba sucio, el que me mordía hasta marcarme, el que me daba con saña. A ese lo extraño. Al otro no.