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Día 1 – La enfermera
Aquel primer día llegué con un uniforme blanco ajustado, corto y provocador, con una pequeña cruz roja bordada. El motel tenía un jacuzzi enorme en la habitación, iluminado con luces tenues que daban un ambiente prohibido. Ellos ya me esperaban, con la mirada ansiosa.
Ellos se dejaron “atender” por mí, como si fueran pacientes indisciplinados. Yo llevaba el control, pero pronto me rodearon, y cada gesto suyo en el agua tibia hacía que mi cuerpo se estremeciera. El jacuzzi se convirtió en nuestro escenario, donde las burbujas y el calor amplificaban cada roce y cada susurro.
El agua terminó salpicando fuera del jacuzzi, y yo, agotada, me dejé caer en sus brazos. Esa primera noche fue la confirmación: el juego de los 12 días apenas comenzaba.