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Soy una mujer absolutamente de mente abierta, disfruto el sexo en todas sus formas, me encanta la autosatisfacción y mucho más jugar con pensamientos donde dos hombres son los protagonistas, hace un momento, entre a guía, me dió curiosidad y empecé a ver algunas fotos, me encontré con un álbum cuyo título "jugando a las espaditas" me encendió, me dieron muchas ganas, me mojé como suelo hacerlo cuando mi cuquita pide verga, sucumbí ante el deseo, cerré la puerta de mi habitación y
me tumbé desnuda, está de más decir que mi cuerpo estaba en exceso caliente solo de imaginar lo que estaba a punto de recrear en mi mente... Dos hombres, completamente entregados a su deseo, y yo en medio, observando, disfrutando, recibiendo cada roce. El primero según las imágenes que me hacía en mi mente estaba detrás de mi, alto, gordito (no me gustan los flacos) dominante, morboso, atrevido; el segundo frente a mí, con esa mirada intensa que me hacía arder y mojar más, ellos se besaban con hambre, con fuerza, mientras yo me acariciaba las tetas, fascinada por la escena. Verlos tocarse, besarse, desearse, me ponía al borde del descontrol, como siempre que recreo estás escenas en mi cabeza, sus lenguas se encontraban, sus manos recorrían sus cuerpos, y yo gemía bajito, ya no húmeda sino, literalmente absolutamente mojada de solo mirarlos...
Uno de ellos se arrodilló entre mis piernas, sujetándome con fuerza para saborearme. Sentí su lengua recorrerme lentamente, juguetear conmigo hasta arrancarme suspiros desesperados. El otro, al mismo tiempo, se inclinó para besarlo, para probar mi sabor en sus labios. Esa imagen me desbordaba: ellos dos, excitados por mí y entre ellos, compartiendo cada sensación. Imaginaba como se acariciaban y sus vergas de ponían cada vez más duras y a punto de explotar, mi respiración se aceleraba, mis dedos jugueteaban con más intensidad y mi clitoris se endurecía de placer, recrear en mi mente la manera como se acariciaban y se deseaban hacia que sintiera que los dos estaban conectados conmigo y entre ellos: miradas cargadas de deseo, besos profundos, sentir en medio de mi morbo los jadeos de uno de ellos al ser embestido y mis jadeos mientras el otro me embestía, era absurdamente excitante, el calor crecía, el ritmo aumentaba, y yo ya no podía contener los gemidos. Me arqueé contra la cama mientras mis dedos se movían frenéticos, imaginando cada embestida, cada caricia.
El clímax me tomó por sorpresa: un gemido ahogado escapó de mi garganta, mi cuerpo tembló con fuerza, y el orgasmo me recorrió como una corriente ardiente. Los imaginé terminando conmigo, exhaustos, sus cuerpos pegados al mío, sus manos acariciándome suavemente tras el caos.
Abrí los ojos, jadeante, el corazón latiendo a mil por hora. Mi habitación estaba vacía, pero en mi mente aún los veía, enredados conmigo, devorándose el uno al otro y entregándome todo su deseo. Me mordí el labio y sonreí: esa fantasía siempre me dejaba temblando… y con ganas de más, así como ahora, ya me volví a mojar y necesito darme dedo otra vez.