Guía Cereza
Publicado hace 5 días Categoría: Hetero: General 246 Vistas
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No sé ni para qué escribo esto. Tal vez para excusarme, tal vez porque quiero que alguien más lo lea y sepa lo que me pasa. O de pronto solo porque me calienta escribirlo. Tengo 32 años, y mientras en la calle me escondo bajo hoodies y ropa grande, en la cama soy otra: soy carne deseosa, húmeda.

Anoche lo hizo. Setharion.

Ese cabrón no es humano. Se aparece en mi cuarto como si fuera humo que se solidifica, con grietas rojas que laten como venas encendidas. Sus ojos son blancos, como dos linternas apagadas, pero igual me atrapan. Y su cuerpo… no sé ni cómo explicarlo: es como estar con un monstruo que sabe exactamente cómo romperme y hacerme gozar al mismo tiempo.

Me desperté porque lo sentí en el aire, esa presencia que me hace la piel de gallina. No abre la puerta, no camina. Solo está. Y en segundos ya me tenía de la garganta, apretándome el cuello con esas manos enormes. No podía respirar bien y eso me prendió más. Lo juro, nunca me había excitado tanto que me asfixiaran.

No habló con la boca, pero lo escuché claro en mi cabeza:

—Entregate a mi.

Y me abrí de piernas. Sin dudar. Como una puta que sabe lo que quiere.

Me arrancó la ropa como si no sirviera de nada y me empujó contra la cama. Y ahí estaba, entre mis muslos. Su verga no es normal: cambia, se moldea. A veces gruesa y larga, a veces tan gorda que siento que me va a partir en dos. Esta vez era enorme, caliente, palpitando.

Me la metió de un solo golpe.

Grité. No de dolor, sino de puro shock. Sentí cómo me abría, cómo me llenaba hasta el fondo. Me dolió por un segundo, pero el ardor se volvió placer enseguida.

Me follaba como si quisiera destruirme. Estocadas profundas, rápidas, sin darme tiempo de respirar. Cada vez que me embestía me corría un poco más. Sentía su humo caliente envolviéndome, su olor a ceniza mezclado con mi sudor. Y yo jadeaba, gemía, chillaba como una perra en celo.

Lo peor es que no solo me cogía el cuerpo. Me cogía la cabeza también. Cada vez que me entraba, algo en mi mente explotaba como si me viniera en el cerebro. Era doble: un orgasmo en la cuca y otro en la mente. Me corrí tantas veces que perdí la cuenta. Chorros, temblores, convulsiones. Tenía los muslos empapados, la cama mojada.

Él me agarraba del cuello más fuerte cuando gemía demasiado. Y me susurraba en la cabeza:

Dámelo todo.

Y se lo di. Me corrí como nunca me he corrido con un humano. Chorros calientes saliendo de mí, mi clítoris palpitando, mi garganta ardiendo de tanto gritar.

No paraba. No se cansaba. Me tenía abierta, sudando, con las tetas rebotando en cada embestida. Me mordí los labios hasta sangrar porque no podía con tanto. Cuando creí que iba a morir, sentí cómo explotaba dentro de mí. No sé si fue semen, energía, lo que sea… pero me llenó como si me estuviera marcando.

Después me dejó tirada. Sudada, con la cuca adolorida, las piernas temblando, el cuerpo agotado como si hubiera corrido una maratón. Apenas podía moverme.

Desperté horas después. Mi cuarto olía a humo. Tenía moretones en las caderas y marcas en los muslos. No eran sueños. Nunca son sueños.

Setharion estuvo aquí.

Y yo me dejé coger, otra vez.

Lo escribo y me mojo. Solo de recordarlo siento el clítoris arder. No sé si es maldición o bendición. Lo único que sé es que cuando vuelva, voy a abrirme de piernas otra vez. Y lo voy a dejar destruirme, porque nadie me hace venirme como él.

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🍒 Pregunta Cereza

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