Guía Cereza

UN FIN DE SEMANA DE PUTEO - 3er amante doble: Carlos y Diego

Publicado hace 1 día Categoría: Sexo anal 76 Vistas
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Vi que Fabio me había escrito agradeciendo la velada y despidiéndose y me dejó su teléfono para próximos encuentros.

Un mensaje destacaba entre los demás, un hombre más joven de lo que buscaba, de 46, mi edad, pero envió fotos y era perfecto para lo que buscaba. Ni muy gordo pero bien peludo, barbado y con un pene de un tamaño decente, además de bien parecido.

Le dije que lo esperaba y me dijo que iba en la tarde, a eso de las cuatro. Yo tenía que devolverme tipo seis, pero accedí a esperarlo. Para mi fortuna, Fabio dejó el lubricante y me puse un poco para disminuir el dolor de mi anito. Comí, dormí, vi porno y acercándose la hora, me hice la lavativa, me bañé, me maquillé, me vestí guapa y me perfumé.

Carlos llegó un poco antes de lo previsto. Le abrí y para mi sorpresa venía con un chico menor, de unos 35 años, nada que ver con lo que buscaba: flaco, lampiño y lleno de tatuajes, con pinta de reggaetonero barato.

-Hola Tiffany, soy Carlos y él es Diego. Le dije que viniera porque también vio tu anuncio y le gustaste mucho.

-Mucho gusto. Sigan.

Entraron los dos y sin ningún preámbulo, Carlos me cogió las nalgas y me las manoseó.

-Tienes buen culo.

-Gracias.

Yo estaba un poco rayada por la presencia de Diego, pues no lo había invitado y se veía tímido.

-¿Entonces qué vamos a hacer?

-A lo que vinimos.

Carlos se me acercó y me levantó el vestido, me manoseó el pene y el culo de nuevo.

-Ven acá, Diego. Toca este culo y me das tu opinión.

Diego se acercó y me cogió el culo con fuerza y luego me palmeó.

-Está rico. Hay que ver cómo suena cuando choque contra mis piernas.

Les dije que lo que quisieran hacer lo tenían que hacer sin quitarme la ropa y accedieron. Se desnudaron y aparecieron dos penes muy sabrosos. La de Carlos era peluda y gruesa, pero corta, y la de Diego delgada y larga, bien depilada.

Me puse de rodillas frente a ellos y empecé a chuparlos, alternando entre el gordo y el flaco y se pusieron duras muy rápido. Mientras tanto hacía tiempo para que el lubricante hiciera efecto y no me doliera cuando me encularan. El sofá seguía húmedo, limpio, pero húmedo y la cama estaba destendida y sucia porque el semen de Fabio se me había salido mientras dormía ensuciando las sábanas y no estaban muy agradables. Solo quedaba la piscina, donde había dos sillas reclinables para el sol.

-Vamos a la piscina, quiero que me culeen al aire libre.

Los cogí de sus penes y los llevé afuera de la casa. Me senté y volví a trabajar en ellos, alternando entre el pene peludo y grueso y el delgado y largo, tragándomelos hasta el fondo, chupando sus pelotas y agarrándoles las nalgas. Encima de mi cabeza escuchaba sus gemidos de placer y eso me calentaba mucho más.

Carlos no aguantó más y me levantó, me puso en cuatro sobre la silla de sol y tras ponerse el condón, me lo metió sin espera. Sentí una molestia, ya mi ano estaba maltratado de tantos polvos en tan poco tiempo, pero no me detuve. En segundos, ya estaba bombeando, metiendo y sacando y Diego se había acomodado para que siguiera chupándoselo, pero no me quedaba fácil por la posición y porque Carlos me estaba haciendo daño en mi hoyito.

Diego dijo que me hiciera de espaldas para que pudiera chupárselo más fácil, entonces me recosté y decidieron cambiar de puesto. Diego me clavó y como su pene era delgado, no sentí casi dolor. Mientras tanto chupaba el pene de Carlos y lo masturbaba. Unos minutos después, Diego quiso que cabalgara sobre él y entonces se acostó de espaldas y yo me monté. Me metí su pene en mi vagina y empezó la cabalgata sin dejar de trabajar en el pene de Carlos. Carlos quiso hacer lo mismo y cambiaron de puesto. Nuevamente, me dolió meterme ese penesote grueso, pero seguí valiente, como una heroína, saltando sobre mi macho. Sin dejar de gemir y gritar obscenidades.

-Qué rico, hijueputa. Arre caballito, rómpeme la matriz que hoy soy tu puta. No pares, necesito más verga. Dame con fuerza que mi chocho aguanta todo.

Un rato más y Diego quiso volver a clavarme. Me levantó y me inclinó contra la vidriera que daba hacia la sala de la casa. Me empezó a culear en esta posición y sentí acercarse un orgasmo prostático. Mi macho siguió sin parar y yo nuevamente, al sentir el placer en mi próstata, me puse a gritar como loca de placer y dolor.

-Ahhhhh, qué rico, me vengo, no pares, sigue más duro que me estoy viniendo, métemelo todo hasta adentro, méteme las bolas, ahhhh.

Carlos quitó a Diego con un poco de brusquedad y me metió otra vez su pene grueso. Volví a sentir que el orgasmo prostático subía y subía.

-Me voy a venir, me voy a venir, no pares que me vengo.

Sentí que salió un chorro de mi penesito flácido, pero esta vez sí fue semen. Luego salió otro y un tercero. Por primera vez en mi vida eyaculé sin estimular mi pene y me llené de felicidad, era algo que quería desde hace mucho. Acto seguido, y en vista de que Carlos continuó con su trabajo, la leche dio paso a la orina y un chorro fue a estrellarse contra la vidriera.

Carlos me volteó y yo no había terminado de orinar, pero vi a Diego meneándoselo, Me hicieron arrodillarme y Diego, acercándose a mí, me echo un chorro de leche en la cara, tan grande que bajó por mi pecho. Carlos se quitó el condón y me echó también su leche en la cara. Yo seguía arrecha y como estábamos en la piscina, les pedí lo que tanto me gusta.

-Por favor orinen sobre mí.

Se miraron y aceptaron. Me hice de rodillas en el piso dándoles la espalda. Puse mi cabeza contra el piso y con las manos me abrí las nalgas, enseñándoles mi hoyo ya enrojecido de tanta acción. El primer chorro fue de Carlos. Lo sentí en mi ano dilatado, estaba caliente y delicioso. Segundos después, Diego se unió y ya eran dos chorros potentes golpeando mi hoyito. Sentí como el líquido pasó a mi espalda, entonces me di la vuelta y lo empecé a recibir en mi pecho, en mi vientre y en mi cara. Duró poco, pero fue maravilloso. 

Quedé en el piso de la piscina llena de semen y orina, satisfecha después de haber pasado a cuatro machos por mi haber en menos de 24 horas. Carlos y Diego se vistieron y se fueron después de acabar la acción. Yo quedé muy excitada, así que me acosté en la silla de la piscina y empecé a frotarme la leche y la orina de mis últimos amantes por todo el cuerpo. Cuando llegué a mi pene, sentí que se estaba poniendo duro, así que con una paja, recordé a Fabio y como me había hecho mujer la noche anterior. No me vine mucho, pero sentí finalmente el orgasmo en mi glande y mi pene, cerrando así con broche de oro un fin de semana de puteo.

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