Hola, hola

Vengo a contar una historia que me sucedió hace un año aproximadamente, en ese momento estaba en un mal momento con mi pareja por muchas razones, una de esas la sexual y la verdad no veia una infidelidad como una salida a la situación. Sin embargo, ya llegado a ese punto en el que estaba, me atreví a hacerlo.

Hace unos años conocí a un chico por la aplicación amarilla y tenía su contacto aún por una red social que ya no recuerdo, vivía cerca de mi casa y sin duda me parecía sumamente atractivo: gordito y semi musculoso, un poco más bajo que yo en estatura ( me encantan los manes bajitos), unos ojos negros intensos y unos labios de los cuales no les puedes despegar la mirada en una conversación de frente. Adicional que hablaba con un acento y tono de voz que me llamaba mucho la atención.

Me contacté con él y me invitó a su casa para hablar, la verdad la pasamos muy bien, comiendo y tomando unos tragos hablamos de nuestras relaciones, del trabajo y nuestras respectivas vidas. Había algo en el ambiente que me indicaba que quería llevar las cosas a otro nivel: me hacía gestos provocativos, se me quedaba mirándome la boca, buscaba que nuestros dedos se tocaran, en fin. Yo no era capaz de responderle por temor a dañar mi relación, la verdad me sentía culpable por estar buscando lo que no se me había perdido pero el simplemente sabía cómo ponerme nervioso y los tragos ya estaban haciendo su efecto.

Después de todo ese tiempo él se cansó de intentar algo con lo que yo no había participado (por culpa, no por falta de ganas) y sugirió que ya era tarde. Al querer salir del apartamento escuchamos que la puerta de uno de sus vecinos se abría y sugirió que esperábamos a que se alejara antes de salir nosotros. En ese momento me di cuenta de que si no hacía algo en ese momento me iba a arrepentir más por no aprovechar la oportunidad que por querer ser un "buen novio", así que le pregunté que si podía besarlo, me respondió que si no me ganaba la conciencia… sí, y de inmediato me mandé hacia él.

Lo primero que hice fue arrinconarlo contra la pared y empezar a besarnos apasionadamente, en ese punto no sabía que tenía tantas ganas de comérmelo a besos que me dejé llevar mordiendole los labios mientras metía mis manos dentro de su pantalón. Cuando me estaba emocionando me fui por el cuello, él solamente ahogaba sus gemidos y me pedía que siguiera, si me hubiera dejado llevar le habría rasgado la ropa ahí mismo y hacerlo mío para que entendiera que no podía simplemente tentarme toda la tarde sin esperar a que lo volviera mi perra personal.

Como ninguno de los dos se había alistado para tener sexo anal ahí preferimos ir a la cama y empezar a morderle y besarle sus muslos sin parar, lo hacía gritar y retorcer de placer cuando le pasaba mi lengua por sus ingles mientras le retenia sus pies para que no pudiera moverse, aquí ya habrán notado que me encanta pasivear y dominar a los manes, entre más "masculinos" y "discretos" mejor… para quitarles la máscara de machos y ponerlos a gemir como putas, de solo acordarme como me pedía más se me pone la verga a mil.

Ya cuando yo no aguantaba más le metí mi verga entre los muslos para simular una penetración y empecé a detonarlo con ganas mientras lo besaba y jalaba del cabello. Recuerdo que estaba sonrojado de lo excitado y le ponía una mano en su boca para que se callara por que podía despertar a los vecinos con sus gritos y con la otra mano lo masturbaba. Finalmente no aguanté y el que terminó gritando como un animal fui yo cuando me corrí entre sus piernas. Fue delicioso ver cómo le escurría mi semen caliente entre sus muslos, simplemente es una imagen para no olvidar.

Desde entonces nos vemos de vez en cuando para reforzar la amistad, siento que tener estos encuentros de alguna forma han mejorado mi relación con mi pareja. No es algo de lo que me enorgullezca, pero tampoco considero que deba arrepentirme.