Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Gay 2K Vistas
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Yo siempre había escuchado historias de esos saunas donde la gente va a relajarse… pero termina en otra cosa. Yo decía que era puro cuento, pero un día, después de salir del gym, la calentura me ganó. Tenía la verga medio parada desde hacía rato y dije: “hoy voy a comprobar qué es lo que pasa en esos lugares”.

Entré a un sauna que queda por la novena con 59 en chapinero es una casa vieja, los que conocen pueden saber cuál es. Tienen una entrada discreta, con un letrero chiquito. Pagas la entrada y te dan una toalla blanca. El ambiente ya de por sí es raro: luces bajas, olor a eucalipto.

Me quité la ropa, me amarré la toalla a la cintura y entre al sauna. El calor me golpeó de una, la piel se me humedeció al instante. Había varios manes sentados en silencio, apenas se distinguían las siluetas por el vapor espeso. Algunos jóvenes, otros mayores, todos callados, pero con esas miradas que hablan por si solas.

Me senté en un rincón, respirando profundo, tratando de hacerme el que no estaba nervioso. Pero yo sentía que los ojos se me iban para un man que estaba enfrente. Alto, tatuado, con barba y la toalla apenas cubriéndole. La tenía dura debajo, se le notaba clarito.

Él también me miraba. En un momento, se acomodó la toalla y dejó ver la cabeza de la verga, gruesa. Yo me mojé los labios sin pensarlo. Eso fue suficiente para que se levantara y viniera a sentarse a mi lado.

El calor del vapor mezclado con el suyo me prendió aún más. Me puso la mano en la pierna y me susurró:

—¿Está solo?

—Sí —le contesté, con una mirada traviesa.

—Entonces venga, que lo voy a poner a sudar de verdad.

Me jaló de la mano y me llevó a una esquina más oscura del sauna. Ahí, sin decir nada más, me abrió la toalla y me agarró el culo.

—Uy, bebe, qué culo tan rico —me dijo, empezando a manosearme, mientras con la otra mano me tocaba la verga.

Yo estaba super arrecho, lo dejé hacer lo que quería conmigo mientras le sobaba la suya. Era una vergota, gruesa y venosa, caliente pese al vapor. La frotamos juntas un rato, jadeando, sintiendo el contacto piel con piel.

De pronto, otro man se acercó. Un señor ya mayor, con cuerpo conservado, que debió escuchar los jadeos. Se nos paró al frente y dejó caer su toalla, mostrando otra verga enorme, tiesa. Nos miró con una sonrisa y dijo:

—¿Les hago compañía?

Yo solo pude asentir. El tatuado lo agarró del culo y lo atrajo hacia nosotros. En segundos, ya éramos tres, pajeándonos, besándonos, mezclando saliva y sudor. El calor era insoportable, pero el morbo lo hacía delicioso.

El tatuado me empujó contra la pared, me puso de rodillas y me jaló la cabeza hacia su verga.

—Tráguesela, papi, hágale.

Me metí su verga caliente en la boca, sintiendo el sabor salado del sudor. Al mismo tiempo, el maduro se puso detrás de mí, me abrió me hizo levanta un poco el culo  y me  lo escupió. Con un dedo empezó a prepararme, mientras yo mamaba verga con ganas.

—Eso, así, como puta —me decía el tatuado, empujándome la cabeza.

Yo gemía con la boca llena, sintiendo al moreno cada vez más adentro con los dedos.

De repente, me agarró fuerte de la cintura y me la metió sin avisar. Ese animalote me atravesó con fuerza, y yo casi grité, pero tenía la boca lleva de verga.

—Tragué, HP, que para eso vino —me dijo.

El maduro me bombeaba duro, de pie, su sudor cayendo sobre mi espalda. Yo sentía cómo la verga me taladraba, chocando sus bolas contra mi culo, mientras con la boca seguía mamando la otra. El sauna estaba lleno de jadeos, de piel chocando, de olor a macho.

En un momento, el tatuado me sacó la verga de la boca y me jaló del pelo para que lo mirara.

—Míreme, gonorrea… míreme mientras se deja culear como perra.

—Sí, papi… cúleme más duro —alcancé a gemir.

El maduro obedeció, me embistió más rápido, más profundo, hasta que sentí que no aguantaba. La verga mía rebotaba, chorreando  liquido preseminal. El tatuado me escupió en la cara, me nalgueó fuerte y me volvió a meter la verga en la boca.

El calor del vapor y el sexo me tenían a millón. Me venía encima una corrida brutal.

—Me vengo, hp… —gemí entre jadeos.

—Véngase, papi, mójese todo —me gritó el moreno, clavándomela más duro.

Y no aguanté más. Me corrí con un grito ahogado, chorreando contra la pared caliente del sauna. La corrida se mezcló con el sudor, bajándome por las piernas. El tatuado no tardó: me agarró de la cara y me descargó todo en la boca, haciéndome tragar. El moreno se arqueó detrás de mí, gimiendo, me lo saco y me derramo llenándome las nalgas de leche caliente.

Caí contra la pared, exhausto, sudando. Ellos también se dejaron caer, jadeando. Por un rato solo se escucharon nuestras respiraciones y el zumbido del vapor.

Al final, nos reímos, nos acomodamos las toallas y salimos como si nada, cada uno para un lado, sin nombres, sin preguntas. Solo quedaba el recuerdo de ese sauna convertido en un horno de puro sexo.

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🍒 Pregunta Cereza

“Lo más excitante que me han hecho sin quitarme la ropa…” A veces lo más erótico no necesita piel desnuda ¿Qué fue lo más excitante que te hicieron sin tocarte directamente? ¡Cuéntanos!