Guía Cereza
Publicado hace 6 días Categoría: Fantasías 187 Vistas
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Aún medio dormido y producto de la gran excitación que sentía le he contado vagamente el sueño tan húmedo que he tenido. No me doy cuenta en ese momento pero sus ojos se agrandan cuando he acabado de contarlo y una pérfida sonrisa se dibuja en su boca.

Al despertar por completo, los detalles del sueño se desvanecen. No recuerdo nada, sé que hablé con ella pero asumo que serán principalmente balbuceos cómo hago muchas noches en las que no dejo dormir a la pobre. En general nos granjean muchas risas estos momentos cuando yo le cuento algo con una serenidad nada típica de mí pensando que he soñado con el mejor thriller de la historia y ella me dice al día siguiente que sólo profería balbuceos sin sentido. Al momento o incluso durante mi narración me suelo quedar dormido, y no recordar demasiado bien lo que le dije pero saber que era una historia buenísima. En este caso tampoco recordaba demasiado bien lo que le había dicho, pero rememoraba mi gran excitación y para mi fortuna o desgracia había sido congruente como nunca. Y es que había algo que me rondaba por la cabeza últimamente y por mucho que quisiera negarlo cada vez me atraía más.

En general siempre había asumido un rol dominante en mis relaciones, pero con ella era distinto. Aunque disfruta de mi lado más autoritario, a veces también me reta, anhela dominarme y, para mi sorpresa, parece encontrar una fascinación absurda de explorar mi culo. Recientemente me ha estado atando y ha hecho varias incursiones en mí, tanto con sus dedos como con alguno de los consoladores pequeños que compré, lo juro, pensando que sería yo el que los enarbolaría contra ella.

Esa mañana ella estaba recostada en el sofá, absorta en su móvil, y yo, incapaz de resistir la tentación, me tumbé encima de ella. Comencé a acariciarla lentamente por encima de la ropa, jugando, tanteando, con la esperanza de encenderla. Ella, con una serenidad infinita, me dejó hacer mientras seguía mirando la pantalla,al final, para sorpresa de nadie, fui yo quien acabó calentándose. Sentí cómo mi cuerpo respondía mientras me movía contra el sofá, mi respiración volviéndose más pesada. Empecé a subir y a besarle en el cuello recorriéndolo de arriba a bajo y prefiriéndole mordisquitos de vez en cuando, lo que ella sabe que es señal inequívoca de mi excitación.

Finalmente, deja el móvil a un lado y me mira. Sus mejillas están ligeramente sonrojadas, y en su rostro hay esa sonrisa lobuna que conozco bien: no sólo la había encendido, sino que la había puesto a máxima potencia.

Empezamos a besarnos y tras un pequeño lapso, noto con sorpresa cómo su lengua invade por completo mi boca, lo cual me sorprende al no ser algo habitual en ella (el invasor suelo ser yo fruto de mi normal desesperación por poseerla). Me aparta un centímetro y con una sonrisa maliciosa me susurra al oído:

—Bueno, vamos a probar lo que me contaste anoche, pervertido.

La sangre me subió al rostro. Apenas recordaba lo que había dicho, pero sabía que había sido lo suficientemente claro como para que ella lo recordara y demasiado sumiso para que yo quisiera hacerlo.

-No me acuerdo demasiado- balbuceó yo.

Me rodea con ambos brazos el cuello una última vez y me planta uno de los besos más sucios y excitantes que recuerdo nunca.

-Muevete y déjame salir y me voy a encargar de que te acuerdes- profiere ella como una suerte de amenaza."Es algo que realmente necesita pedirme cuando estoy encima de ella, ya que mide 1,59 y es bastante delgada, aunque con buen pecho. Eso contrasta bastante con mi 1,83 y mi constitución musculosa (innata obviamente, el número ingente de horas que paso en el gym tienen poco o nada que ver con ello)."

Me fui a levantar para que ella pudiera salir y cuando aún me estaba incorporando ella me detuvo y me dijo que no me moviera más. Mi peso recayendo sobre sobre mis rodillas.

Seguía estando encima,de rodillas en el sofá con una pierna a cada lado de ella y semierguido. Me había detenido justo cuando iba a levantar mi pierna izquierda para liberarla y dejar que se moviera libremente. No acababa de entender sus intenciones puesto que estaba atrapada entre mis dos piernas y hacia arriba estaba el respaldo del sofá. Justo en ese momento me di cuenta de que le quedaba una dirección por explorar y de que el que estaba atrapado en realidad era yo. A pesar del espacio minúsculo que tenía bajó culebreando por el sofá. Y quedó a la altura de mis boxers.. Sacó su lengua y empezó a lamerlos, rodeando mi pene continuamente pero sin llegar a atacarlo directamente. Lo cual se iba convirtiendo en una misión más complicada por el tamaño que empezaba a alcanzar mi miembro en ese momento.Era imposible que lo estuviera eludiendo de manera accidental.

Conocía viena aquella técnica. Normalmente la aplicaba yo cuando le hacía sexo oral y quería torturarla, recorriendo toda su zona con mi lengua, acercándome a su clitoris poco a poco pero sin llegar a tocarlo hasta el momento en que me suplique.

Ella seguía lamiendo mi bóxer trazando líneas con su lengua como si de ríos se tratase, haciéndome desear entrar en el manantial del que salían todos aquellos afluentes. Por fin se movió, pero una vez más no fue en la dirección que esperaba. Empezó a lamer mis dos nueces y me hizo sufrir ante lo que era casi un placer inmenso pero que no llegaba a materializarse del todo debido a la tela que nos separaba. A medida que lamía mi ropa interior se pegaba más y yo la sentía y deseaba cada vez más.. Me había provocado demasiado y me imaginaba follandole la boca sin piedad. Empecé a mover mis caderas mucho, por la excitación, y en un intento desesperado de que lamiera mi pene, pero ella no cedía.

Y de golpe, me quedé petrificado cuando noté su lengua por debajo de mis huevos, lamiendo mi agujero. Nunca lo había hecho anteriormente y me sentí algo violento, un poco incómodo y pensando en el fondo que ella no quería hacer aquello. Empecé a decirle que no tenía por qué hacerlo. A lo que ella desdeñó todas mis preocupaciones, usando su dedo índice para fijar mi bóxer a mí agujero y lamerme en aquel agujero de vergüenza como si quisiera penetrarme con su lengua, bóxer incluido. Me sentía extraño, despojado de todo control como suelo tener normalmente e incluso ligeramente humillado, y por encima de todo esto aflorando cada vez más, una gran excitación.

Para desgracia mía se me escapó un quedo gemido en forma de reconocimiento de que estaba disfrutando más de lo que creía conveniente. Ella por respuesta me bajó un poco los calzoncillos que ya chorreaban, subió un poco y esta vez se metió mi polla en la boca por completo sin más fruslerías. Empezó a metérsela cada vez más profundo, hasta que me cogió la mano y me la apretó contra su cabeza, en lo que era nuestro gesto cómplice e inequívoco de que estaba disfrutando con esto y que tenía su beneplácito para controlar cuánto entraba en cada movimiento, con la condición de que no fuera poco. Así que le bajé la cabeza un par de veces hasta cubrir tres cuartas partes de mi pene y luego la avisé de que se lo iba a meter entero así que tenía que estar preparada para llegar como si de Renfe se tratara hasta el final de la línea: lejos, sin mucho espacio para moverse y con la mayor demora posible.

Ella cogió aire y mi miembro salió de la estación que eran sus labios, recorriendo rápidamente su boca hasta ir a alojarse finalmente a su garganta, provocándole varias arcadas y una pequeña descarga de presemen por mi parte.

Empecé a sentirme en mood dominante después de esto, pero cuando ella levantó la cara y me miró a los ojos lo que vi no fue sumisión sino una mirada lasciva que prometía venganza por lo que acababa de hacer ( como si no hubiera sido cosa de ella también). A pesar del mástil que sobresalía completamente por fuera de los bóxers, los seguía llevando puestos. Ella lo levantó poco a poco por detrás y mientras lamía mi pene lentamente, introdujo la cánula de su dedo corazón en mi culo.

No pude evitar dar un respingo, entró... demasiado bien. Se volvió a meter mi pene en mi boca y empezó un ligero mete saca con su dedo, muy superficial y sin pasar de la primera falange. Necesitaba más, pero me avergonzaba pedirlo. Así que empecé a balancear mis caderas en un intento de que entrara más. Lo conseguí durante dos agonizantes segundos y de golpé ella sacó su dedo de golpe y me increpó:

-No te he dado permiso. Si lo quieres, pídelo.

Me quedé un poco cortado y decidí ignorarla, pero ella empezó a rodear mi ano con su dedo, realizando una ligera presión pero sin llegar a entrar nada, mientras reanudaba su mamada con más vigorosidad que nunca.

Me descubrí abochornado pidiendo que por favor me metiera el dedo y ella lo introdujo hasta la primera cánula de nuevo, pero sin moverlo.

Hice un pequeño gesto de mover las caderas, pero ella respondió con otro gesto de sacarlo fuera. Yo la miré entre indignado y suplicante y le dije que ya se lo había pedido, a lo que ella respondió:

-me has suplicado que te lo meta y eso he hecho, pero lo que quieres es otra cosa y has de pedirlo.

No podía creerlo, la muy retorcida me estaba devolviendo lo que le hacía yo siempre a ella. La miré con expresión retante que decía, no lo pienso hacer, y ella sacó completamente su dedo y paró.Con mi pene a un centímetro de su boca y su dedo aún más cerca de mi culo me espetó:

-De ti depende que continúe.

A lo que finalmente me rendí y le dije rápidamente:

-fóllame el culo.

A lo que ella respondió:

-no te he escuchado y así no se piden las cosas.

Hija de puta pensé. Pero finalmente claudiqué y le dije:

-por favor, fóllame el culo.

A lo que ella se metió mi pene en su boca de nuevo y empezó a penetrarme con su dedo sin reparo, empezando un mete saca que me hacía volverme loco cuando llegaba hasta el fondo y notaba sus nudillos por fuera de mi agujero, presionando en un intento de que el dedo corazón que había entrado llegara lo más profundo posible.

En ese momento me corrí estrepitosamente sin tiempo para avisar prácticamente , con una cantidad tan grande que ella empezó a toser. Me miró fijamente a los ojos, sacó su lengua proyectando varias gotas de semen en el proceso, sonrió y se lo tragó.

Me lanzó una mirada tácita y me señaló su entrepierna. Entendí rápidamente y esta vez fui yo el que le tocó bajar serpenteando. Bajé hasta que ella se sentó en mi cara, me cogió de la cabeza y no me dejó respirar hasta que se hubo corrido. Me morí de placer una vez más, siempre me ha encantado el trono de la reina y en aquel momento es como la veía después de todo el placer que me había dado. Se acercó a mi oído y me dijo:

-El próximo día haré realidad tu sueño.

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🍒 Pregunta Cereza

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