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¡El día que entregue a mi esposa a un hombre de verdad!!!
El deseo entrañable de ver a mi esposa follada por otro hombre no tenía límites, deseaba con todas mis fuerzas, que esa esposa mía de contextura: bajita, blanca, ojos negros cabello largo, labios carnudos, senos grandes de piernas blancas y gruesas, sea poseída por otro hombre. ¡Hasta el momento solo era eso, fantasías! Seguía cerrando los ojos e imaginando mis deseos carnales.
Para mi infortunio, por más que la sacaba a discotecas no ocurría nada- A pesar de mis insinuaciones; dejaba que bailará con hombres, hasta le hacía comentarios entre bromas, "ese hombre te está viendo" o "no deja de verte aquel hombre", etc.
Una noche en una discoteca, tomábamos licor y bailábamos. Al lado había una mesa con personas tomando entre ellas un hombre que trataba de disimular para guiñar el ojo y ver a mi esposa, mis piernas temblaban me hacia el inocente con la intención de dar vía libre al coqueteo para con mi esposa, aunque en mis adentros rogaba que el hombre fuera más osado, quise dar un poco de libertad y entre bromas le insinué que sacara a bailar a mi esposa, hasta compartimos copas, la pista de baile pudo ser testigo de cuanta parla el hombre decía a mi mujer cuando bailaban, mientras yo veía de reojo a través de espejo pegado en la pared, reía, y se pegaba su cuerpo a la cintura de mi compañera cuando la música era suave. En la mesa mi mente recreaba películas, imaginaba como le restregaban la cuca y las posibles sensaciones que ella sentiría. Lo cierto es que no pasaba de intercambio de copas, baile y risas. Lo que no se imaginaba el hombre, es que mi alma no resistía y deseaba que pasara de todo, quería verla con piernas abiertas y siendo penetrada, me imaginaba mi esposa siendo devorada.
El licor cumplía su deber, cada vez más embriagados. Llego el momento de saber que tanto había avanzado el hombre con mi esposa, al momento de cierre y despedida, Efectivamente el hombre mediante movimiento rápido tomó de la mano a mi esposa, aprovecho que yo disimulaba, aprovecho para darle un beso casi en la boca.
Escena me martillaba camino a casa, incidente que sello, marcó lo definitivo y lo contundente referente a mi deseo. Metido en el servicio público camino casa, solo veía sus piernas y me las imaginaba con ese hombre en medio de ella. Pues ese acto era lo más cercano a ser cornudo. Mi corazón, mi alma, mi ser, no resistía más, necesitaba verla con otro hombre. Ya en casa, con olor a cigarrillo, licor, embriagados, que era alimentado con la imagen del “casi el beso en la boca”, yo, decidido a no terminar la noche como otras noches. Con valor y decisión, sin importarme la consecuencia de su reacción, ¡sentí que un extraño impulso me obligo pedir a mi esposa que accediera a mis más carnales deseos y le dije - “ mi amor te seré sincero! Creo que usted sospecha, e incluso conoces mis deseos, mi fantasía, porque se las he insinuado y dicho en algunos momentos cuando hacemos el amor. Hoy en la discoteca vi al hombre que casi te besa y desee tanto que lo hubiera hecho, porque hace tiempo quiero verte con otro hombre, quiero que sienta algo distinto a mí, con la promesa que jamás tendrás un reproche mío, y quedará en lo más íntimo de los dos"-
Sentada sobre la cama, bajo un poco la cabeza como pensativa, un poco de silencio, cuando de pronto con voz entrecortada me respondió casi viendo hacia otro lado, - “lo acepto, por ti, porque te amo y tú lo deseas con la condición de que nada cambiara, una sola vez, además, que sea con venda en los ojos, no quiero ver al hombre. Me acuesto en la cama y me vendas”-.
Su repuesta, hizo divagar mi mente en la inmensidad de la fantasía, mi corazón palpito a mil, mi panza se calentó y sentí vacío en el vientre, mis rodillas temblaron. No había espacio para arrepentimientos, ¡ya estaba decidido y ella aceptado! Mis dedos deslizaban tembloroso en la pantalla táctil del celular, mis ojos enceguecidos navegaban por las páginas X buscando prepagos de características particulares. Besaba su boca con intensidad, mientras bebíamos licor que nos quedaba en la botella. En cada beso sentía el éxtasis. Dilan, prepagos a domicilio. El más cercano y verga más grande; atlético, joven, varonil, además con la promesa de hacer de todo con sus 23 cm, publicaba en su página. Me aparte hacia la sala para pedir el servicio, en la llamada de contacto, según el hombre, eran minutos que nos separaba de la experiencia más cornuda de mi vida. Un deseo especial pregunto, es la primera vez un trio, algo normal le dije.
¿La notaba tranquila y firme de la decisión, lo deseaba también? ¿Estaba nerviosa? recostando su cuerpo en la cama, antes la llegada del hombre aprovechaba para calentar la experiencia, besando su boca a cuello, hasta llegar a sus grandes toronjas, la cuales estaban firmes y grandes, esperando la expectante experiencia. El ruido de un vehículo se sintió frente a la casa, efectivamente era Dilan. Un mensaje en mi celular me confirmaba su presencia. Corrí escaleras abajo hasta el primer piso para abrir la puerta. Hombre delgado medio alto, vestido en jean y camiseta se bajó del servicio público, se dirigió hacia mí, con apretón de mano y sin casi musitar palabra seguimos al segundo piso, alcoba donde esperaba mi esposa. Con luz apagada y tv encendido, dejaba entrever la silueta de una mujer recostada sobre la cama, sus piernas recogidas un poco abiertas con almohada sobre su cara. De pie cerca de la cama Dilan desabrochaba sus pantalones y se quitaba su camiseta dejando ver su dorso desnudo. Sutilmente sustituí la almohada por besos apasionados. La besaba lentamente, su respiración se agudizaba, su cuerpo se sentía tensionado. Dios!!!! Dilan desnudo dejaba ver descomunal armamento que intentaba dalear hacia un lado, lo que tenia de largo, era de grueso, provocaba dificultad para deslizar el condón sobre su rollo de carne venoso y amenazante. ¿Podría mi esposa comer semejante tolete? ¿Le cabria en su raja? Me preguntaba. Podría decir que superaba dos veces mi pequeña “cosa”, mi complejo. Dos hombres sobre la cama, una mujer acostada con almohadas sobre su cara. Su blusa holgada de tela elástica, sin sostén, permitía al hombre sacar sus grandes melones, los cuales eran devorados por el goloso prepago, metía su cara sobre sus toronjas y alternaba chupando el pico de sus tetas. Yo ayudaba con besos rápidos sobre su boca, sobre su cuello, en algunos casos sobre sus senos ensalivados por Dilan. Intentaba tranquilizar mis rodillas que temblaban de los nervios, mi estomago caliente y vacío. Poco a poco, la escena se convertía en sexo puro. Las manos del vergudo Dilan, comenzaban a deslizar sus dedos por debajo de la minifalda, sus puntas digitales intentaba de llegar a sus partes íntimas. Solo bastaron dos manotones para bajar sus delgados pantis por entre sus gruesas y blancas piernas. También yo me esmeraba desnudar su corta falda, dejando expuesto su abultada y depilada panocha. (De cuando le comencé a insinuar estar con otro hombre, simultáneamente mi esposa se comenzó a depilar su chocha) también lo deseaba? Aunque yo era dueño y señor de esa mujer, no quise profanar en lo más mínimo, ese sagrado monte de venus. Quería que mi condición de cornudo no tenga macula alguna.
Mi esposa estaba servida para el deleite, el festín de Dilan. Mi verga dura, aunque pequeña, palpitante, arrecho. No suficiente con su erección, Dilan cacheteaba su envidiable dotación, larga y gruesa como un plátano, como si quisiera hacerla ver más amenazante.
Curiosamente tuve impulsos que hoy me cuestiono, quería agarrar su verga con mis manos, impresionante, ¡¡¡ impactado aún hoy recuerdo lo grande, venosa, gruesa, y carnuda.
Llego el momento de entregar a mi esposa, permitir sea poseída como siempre lo había imaginado. Ya postrada en la cama, esperando con piernas semi abiertas desnuda, con sus sexo expuesto y abultado.
No tenía pantis, los reflejos de la luz del tv dejaban ver sus piernas blancas y gruesas. Dilan bajaba entre sus piernas para deleitar con la lengua, sonaba chasquidos mientras hundía su lengua sobre la raja húmeda, al mismo tiempo correspondido con leves suspiros. Los dedos del hombre masajeaban su cuca, donde poco a poco, le metía sus dedos y mi esposa respondía con un leve jadeo.
Ahora, pegado sobre su ombligo lo chupaba, embardunaba con saliva todo su cuerpo, cogía con sus manos las tetas, pues, no tenía restricción alguna, lo había contratado para eso, mientras sus dedos lo hundía en la cuca de mi esposa, masajeaba su clítoris a veces bruscos otras suaves restregadas, mi mujercita tensa con respiración acelerada. Al tener la sensación de un dedos en la panocha retorcía su cuello volteaba la cabeza hacia un lado y apretaba las sábanas con las manos, Dilan le bajaba al pozo para chuparla más, y ella jadeaba, abría sus descomunales piernas permitiendo que la accedieran, mientras arqueada hacia arriba su cintura como poseída.. un beso intenso en mi boca demostraba lo que estaba sintiendo cada que entraban los dedos y la lengua de Dilan en su raja, hasta podía interpretar cuando entraba uno y dos dedos, los jadeos más intensos era cuando el hombre le restregaba la cuca y después le metía varios dedos al mismo tiempo. El pudor de mi esposa, lo recatada, era disipado de su existencia. Para entonces, mi esposa ya era entregada a un hombre que la penetraba con su lengua y sus dedos, mi fascinación me enloquecía, era mi fantasía y ahora estaba seguro de que la de ella. Su vientre, su cuca y tetas ensalivada, era el preámbulo de una fantasía que comenzaba, sus espaldas, caderas, culo, piernas, tocadas, acariciadas, dejaba entender que la había entregado y ella aceptado, esa libertad sexual. Dilan hacia acrobacias para disfrutarla de besos y chupadas, en varias ocasiones su larga y gruesa mandarria, tropezaba con las piernas de mi mujer. Probablemente ella ya calculaba la dimensión y magnitud del asunto. Casi dos veces mi vega.
Dilan abrió de piernas a mi esposa, ella obediente las abrió a mas no poder, sobando y restregando la cabeza de su verga sobre la raja húmeda de mi esposa, daba la impresión de no caber en el orificio, tanto que ayude un poco manipulando su verga. De pronto, ¡¡¡¡Dilan la ensarta!!! Como papa en tenedor!! Su semblante cambio de estar relajada a quedar tensa, un desesperado bramido dio a entender que la verga de Dilan le abrió la chocha, que la partía, que su grueso y largo calibre le había atravesado toda, que en ese momento le metió toda la mandarria, dejando solo las guevas fuera, de los suspiros y gemidos delicados, no quedaba nada. Ahora supe lo que mi esposa era ser penetrada por una poderosa y verdadera verga. Nada que hacer, ya estaba enhebrada, solo pujaba y se retorcía mordiendo sus labios carnudos.
¿Era lo que seguramente esperábamos los tres, ella sentir otra verga?, pero además grande y gruesa, Dilan hacer lo que sabe hacer con su enorme herramienta, clavar, taladrar duro, y yo, ver como penetran a mi esposa. Sabía que con esta primera penetrada, cruzamos la línea, ya no podía decir que no había probado otra verga, yo no podía decir que mi esposa seguía siendo la conservadora de siempre. ¿Y si le sigue gustando la verga grande? Era lo que me preguntaba casi siempre para mis adentros. Pues ya no tendría que preguntarme más, lo estaba viviendo. La única certeza es saber que con mis ojos ví, que en la alcoba estábamos los tres, y mi esposa era atravesada por una verga inmensa, que su cuquita, acostumbrada a ser visitada por mi pequeña verga, ahora era abierta, clavada, y con las guevas de Dilan pegando sobre su culo.
Con la primera envestida frunció su seño y soltó casi un alarido, que fácilmente pudo haber escuchado por cualquier persona. Confirmada mis sospechas, lo "sintió". Uno breves segundos dejo metido el rollo de carne en su panochita, los cuales aprovecho para besarle la boca, ¡oh sorpresa! Mi esposa lo agarro de su cuello, y lo atrajo hacia ella para pegarse de su boca, el hombre movía su cintura como queriendo perforar más, un nudo veía entrelazados, mi esposa clavada agradecía a Dilan con un apretado y largo beso. Aunque sentí celos efímeros, podía apreciar peculiar escena lleno de morbo. Con besos intensos, ahora se deslizaban sobre su cuello su rostro aún casi sin despegar, Dilan levantó su trasero para hundir de nuevo su herramienta y zasaas!! de nuevo entraba el tolete.
Piernas totalmente abiertas de mi esposa, seguía recibiendo ese recio trozo de carne enrollado que entraba y salía, gemidos a borbotones salían de la boca de mi esposa, en ocasiones daba la impresión que exageraba por su manera de gemir, casi lloraba o gritaba, si no es porque veía como abría más las piernas, y las zubia sobre las caderas de Dilan tratando de no dejarlo escapar, o ayudando a las penetradas, hubiera creído que realmente le tallaba demasiado. Pude comprobar el deleite de mi esposa cuando abrazaba a Dilan y le apretaba la espalda, arañaba, y agarraba las sábanas..."yo no existía para ella".