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- Vecina: Hola, ¿Te gustó lo que viste?
Yo quedé frío al oír la dulce voz de la vecina que minutos antes había mirado de arriba a abajo al salir del gimnasio del conjunto.
- Yo: Hmmmm, ¿de qué hablas?
- Vecina: No te hagas, me di cuenta como me miraste de arriba a abajo cuando salías y yo estaba haciendo mi rutina.
No pude evitar sonrojarme al haber sido descubierto.
- Yo: Qué pena contigo, pero me es imposible no mirarte. Discúlpame si te incomodé.
- Vecina: al contrario, me encanta cuando me miras. De hecho, no es la primera vez que te pillo viéndome. Solo que es la primera vez que me atrevo a decirte algo.
- Yo: ¡Wow! ¿Así soy de evidente?. Yo pensé que disimulaba bien.
- Vecina: la verdad es que yo también te miro mientras haces spinning, por eso me doy cuenta cuando me miras de reojo.
- Yo: ¡Claro! Ahora entiendo porque a veces me siento observado mientras estoy en la cicla. Tenía la sospecha de que eras tú…pero nunca lo pude confirmar…hasta ahora.
- Vecina: Pero no te hagas el loco, no me respondiste la pregunta.
Mi respiración comenzó a acelerar nuevamente y era evidente que me estaba excitando con la conversación.
- Yo: claro que me gustó. Siempre me ha gustado tu cuerpo. ¡Me encanta tu cuerpo!. Además tienes un rostro muy bonito…es más ¡eres MUY bonita!.
- Vecina: ¡Gracias!. Me gusta trabajar mi cuerpo juiciosa, no soy adicta al ejercicio pero sí me gusta estar saludable. A mi me gusta tu cola. La tienes redondita como me gusta…se nota que haces bastante cicla.
- Yo: ¡Ohh! Pues no soy tan juicioso, la verdad solo hago cardio, por recomendación médica y los domingos, a veces, salgo a montar cicla con mi esposa.
- Vecina: pero si se nota ese cardio.
Estábamos en el corredor antes de salir a las escalares, diagonal a los baños. Solo fue que la “veci” dijera su última frase y me jaló por el brazo hacia el baño de discapacitados (el único individual y con bastante espacio). Se paró de perfil frente a mí y preguntó:
- Vecina: ¿Qué te gusta más? ¿Mis pechos?
Cuando la vecina hacía trotadora era imposible no quedar hipnotizado con el vaivén de sus grandes pechos y los pezones que se marcaban con los tops apretados que siempre usaba.
- Vecina: ¿O mi cola?
Muchas mañanas cuando llegaba al gimnasio la vecina estaba estirando y al agacharse se le marcaba la tanga y sus hermosas nalgas.
- Yo: Difícil decisión. No podría excluir a ninguna. Es más, viéndote así como estás se te ve un perfil perfecto. Solo sé que no dejaría nada por acariciar, lamer o besar.
Mientras iba diciendo esto, me fuí acercando a la espalda de mi vecina. Puse mi paquete (que ya estaba listo dentro de la pantaloneta) entre sus nalgas. La vecina instantáneamente empinó su cola y me ofreció su cuello para que la comenzara a besar lentamente y como respuesta a su cuerpo, mis manos comenzaron a acariciarle suavemente los senos. Le bajé el top para tener acceso a sus pezones, que hasta el momento solo los había visto sobre la ropa, eran grandes y muy oscuros, con una aureola bastante pequeña, también oscura.
Ella tampoco desaprovechó la oportunidad y mandó sus manos hacia atrás para bajarme la pantaloneta y comenzar a tocarme el pene y comprobar que ya estaba listo. Yo ahora le lamía el cuello y le mordía los lóbulos de sus orejas. Ella empezaba a gemir suavecito al ritmo de mis lamidas. Puse sus pezones entre mis dedos y los pellizcaba mientras acariciaba sus senos, esto hizo que se pusieran mucho más grandes (explicando por qué se le marcaban tanto en sus tops).
Lentamente bajé mi mano derecha para comenzar a jugar con su entrepierna. Por encima del pantalón (amarillo neón) del gimnasio, pude sentir su calor y humedad. Le comencé a tocar la vagina; y el ritmo y volumen de sus gemidos se intensificó. Sin dejar de tocarle sus senos y pezones con mi mano izquierda, metí mi mano en su pantalón y comprobé que tenía una tanga muy pequeña, comencé a tocarle de manera circular el clítoris con mi dedo mientras intercalaba con roces en sus labios. Estaba muy húmeda. Así seguí bastante tiempo mientras su respiración se agitaba cada vez más y sus gemidos se iban convirtiendo en pequeños gritos de placer.
- Vecina: ¡Métemela ya!
Yo, obediente, le bajé los pantalones y la tanga y apunté mi pene hacia su vagina. Ella se agachó recostándose en el lavamanos y yo aproveché para penetrarla de un solo empujón sin necesidad de lubricar (estaba emparamada). Ella gimió fuertemente. Comencé lentamente, y luego cada vez más rápido, a entrar y salir de su vagina mientras le apretaba los senos con una mano y le acariciaba las nalgas con la otra. Fue un deleite ver cómo se estrellaba mi cadera contra su cola y como ella se movía para sentirlo más adentro.
- Vecina: ¡MÁS RÁPIDO! ¡MÉTELO TODO! ¡QUÉ RICO!
- Yo: ¿Así? ¿Te gusta?
- Vecina: ¡SIIIIIIÍ!. ¡ASÍ!
No sé cuánto duramos en esta pose, solo sé que los vecinos que estaban en el gimnasio nos debieron oír, pero esto no nos importó. Yo seguía entrando y saliendo como poseso de su vagina. De vez en cuando le pellizcaba fuertemente los pezones y esto hacía que gimiera de placer y moviera sus caderas para que la penetrara aún más.
- Yo: No aguanto más…me vengo…..
- Vecina: ¡Ni se te ocurra sacarlo! Vente adentro… Yo también ya estoy a punto… ¡¡¡¡¡AHHHHHH!!!!!. ¡¡¡¡¡AHHHHHH!!!!!. ¡¡¡¡¡AHHHHHH!!!!!.
- Yo: ¡¡¡¡¡WOW!!!!! ¡¡¡¡¡Qué rica cuca!!!!. ¡¡¡¡¡Qué ricas tetas!!!!!. ¡¡¡¡¡Qué culazo!!!!!
No aguantamos más y nos vinimos casi al mismo tiempo. La cogí de las tetas para poderla penetrar lo más profundo que pude al venirme. Nos abrazamos fuertemente. Yo me recosté sobre su espalda mientras ella se acostó sobre el lavamanos. Descansamos y respiramos en esta posición. Yo me levanté primero y le saqué mi pene evitando hacer mucho desastre y ella luego se levantó, tomó una toalla de papel y comenzó a limpiarse. Muy amablemente me lamió el pene para limpiarlo y luego lo secó con otra toalla de papel. Nos acomodamos la ropa nuevamente, agua en la cara, nos secamos el sudor y nos preparamos para salir, no sin antes decir:
- Yo: ¡Estuvo espectacular!. La sesión de cardio de hoy nunca la olvidaré.
- Vecina: Tenemos que hacerlo como parte de nuestra rutina diaria. Esto es muy bueno para nuestra salud.
- Yo: ¡De acuerdo!.
Así nos despedimos; sin saber nuestros nombres ni de qué torre éramos. Pero con este acuerdo entre los dos.