Guía Cereza
Publicado hace 1 semana Categoría: Hetero: General 176 Vistas
Compartir en:
La tarde caía lenta sobre el jardín del cuarto. A través de los ventanales se filtraba una luz dorada que acariciaba las paredes de piedra y las telas suaves que colgaban del techo. El aire olía a madera húmeda, incienso de mirra y pétalos de rosa. Era el ambiente perfecto para un viaje interior.Ella llegó con pasos tranquilos, aunque su mirada revelaba una mezcla de curiosidad y nervios. La saludé con una sonrisa, invitándola a dejar atrás el mundo exterior. Le ofrecí una infusión tibia de flores y jengibre, mientras le explicaba que el masaje tántrico no era solo contacto físico, sino una ceremonia de energía, respiración y presencia.Cuando entramos a la sala, el sonido de agua corriendo llenó el silencio. La invité a sentarse frente a mí. Respiramos juntos, profundo, lento, hasta que nuestras energías comenzaron a sincronizarse. Sentí cómo el aire entre nosotros se hacía más denso, como si el tiempo hubiera decidido detenerse para observarnos.
Encendí una vela en el centro del espacio y vertí el aceite tibio entre mis manos. Al comenzar el masaje, mis movimientos fueron lentos, conscientes, como si cada roce tuviera un propósito: liberar, sanar, despertar. Sentía cómo su cuerpo, al principio tenso, empezaba a entregarse poco a poco, como una flor que se abre ante la primera luz del día.


Su respiración se volvió profunda, musical. La energía comenzó a fluir en ondas suaves, ascendiendo desde la base de su cuerpo hasta su pecho, donde el ritmo del corazón marcaba el compás de aquel instante. No había prisa, no había deseo… solo una profunda conexión, una comunión silenciosa entre dos almas que se reconocían sin palabras.


Mis manos no buscaban placer, sino equilibrio. Cada toque era una ofrenda; cada silencio, un mensaje.


En un momento, ella abrió los ojos y me miró. No dijo nada. No era necesario. En esa mirada había gratitud, alivio y algo sagrado que iba más allá de lo humano.


Cuando terminamos, el ambiente seguía suspendido en calma. Le cubrí con una tela ligera y me quedé a su lado unos minutos, respirando juntos, dejando que la energía encontrara su lugar.


Mientras se marchaba, sonrió con esa paz que solo llega cuando el alma ha sido tocada con respeto. Y yo comprendí, una vez más, que el Tantra no es un arte del cuerpo, sino del espíritu: el arte de recordar quiénes somos cuando dejamos de temer sentir.
Publica tu Experiencia

🍒 Pregunta Cereza

“Lo más excitante que me han hecho sin quitarme la ropa…” A veces lo más erótico no necesita piel desnuda ¿Qué fue lo más excitante que te hicieron sin tocarte directamente? ¡Cuéntanos!

Nuestros Productos

Office Lover

CEREZA LINGERIE $ 97,900

Holy Sinner

CEREZA LINGERIE $ 161,925

Levantadora

MAPALE $ 128,900