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- Sara: Mira amor puedo escoger a Lucas como mi doctor.
- Yo: ¿Quién es Lucas?
- Sara: ¡Esa memoria tuya!. Te acuerdas que te conté de un ex, médico, con el que tuve cuento hace tiempo.
- Yo: Ahhhh, sí. El que me decías que tenía manos mágicas.
- Sara: ¡Uy sí!. De eso si te acuerdas.
- Yo: ¡Claro! Me acuerdo de los más importante siempre. Jajajaja. Pues deberías pedirle cita de una. ¡Qué tal que en la cita puedan rememorar viejos recuerdos!
- Sara: jajajaja. ¡Qué!. No creo que se acuerde de mí.
- Yo: Pero si tu me dijiste que tuvieron cuento por varios meses y que el sexo era muy bueno. Dudo mucho que te haya olvidado. Al verte así de mamasita enseguida se le van a venir todos los recuerdos a la mente. Dale, pide la cita.
- Sara: Ok.
Sara necesitaba una cita de control y en la nueva ciudad en la que estábamos no conocíamos a los doctores; pero (qué pequeño es el mundo) apareció Lucas, un doctor con el que fueron novios durante el rural y con el que tenían muy buen sexo. El doctor la masajeaba y masturbaba hábilmente con las manos hasta hacerla llegar varias veces.
Después de varios meses de noviazgo se separaron en buenos términos y luego perdieron contacto. Ahora lo encontraba nuevamente en la aplicación de la prepagada y podría ser la oportunidad de cumplir otra fantasía.
Sara pidió la cita para un viernes al medio día. Yo la podía (y quería) llevar. Se arregló con un vestido corto, sin brasier, y con una tanga de encaje que le resaltaba sus nalgas perfectas. Se veía preciosa.
- Sara: ¡Tengo nervios!. ¿Qué tal que no se acuerde de mí?. Me deprimiría.
- Yo: No seas bobita, estoy 100% seguro que te va a recordar. Además con lo hermosa que estás le van a dar ganas de comerte ahí mismo.
- Sara: jajajaja. Tu siempre tan degenerado. Aunque no me pondría brava si me manosea un rato.
- Yo: jajajaja.
Bajamos del carro. Sara entró en la sala de espera y una pareja y un hombre soltero se la comieron con la mirada. Buena señal. Pagamos el copago y nos sentamos a esperar.
- Enfermera: Señora Sara. Puede seguir por favor al consultorio 102.
- Sara: ¡¡SEÑORA!!. Tu sabes que no me gusta que me digan así.
- Yo: jajajaja. Tu con tus manías. Estás casada…se supone que ya eres señora. Y de hecho ¿señorita de dónde?.
- Sara: ¡bobito!. Bueno ya nos vemos, espero que todo salga bien.
- Yo: No te preocupes, yo sé que así va a ser. Te amo.
- Sara: Y yo ati.
Sara me dió un beso súper sexy y salió deprisa a su cita. Yo me quedé esperando y me di cuenta que la cita duró más de lo normal y solo corrían miles de pensamientos degenerados en mi mente: sí la reconoció y se la comió, la masturbó como en los viejos tiempos, ella le dió sexo oral, se pusieron a hablar de lo que hacían y están cuadrando una cita, un pensamiento tras otro, unos sucios, otros tiernos, pero todos enfocados a recordar el sexo pasado entre ese par. Después de casi 45 minutos salió Sara, con el pelo algo alborotado y con cara de satisfacción (esa que pone cuando se ha venido). Me picó el ojo y yo, sin mediar palabra supe que algo de lo que imaginé, había pasado.
- Yo: ¿Cómo te fue?
- Sara: En el carro te cuento. Pero te adelanto que tenías razón.
La besé, su boca sabía y olía a semen fresco, la tomé de la mano y la llevé rápidamente a pagar el parqueadero y subirnos al carro. Ya en el carro no la dejé ni ponerse el cinturón y mandé mi mano bajo su vestido, no tenía la tanga, y tenía la entrepierna entre mojada y pegajosa.
- Yo: Veo que te reconoció, se acordó de ti, de lo que vivieron y que no desaprovechó la oportunidad.
- Sara: ¡Uy sí!. Me dijo que obviamente se acordaba de mí. Cuando leyó mi historia clínica lo supuso pero al verme lo confirmó. Déjame te cuento cómo pasó todo:
- Lucas: Hola Sara ¿cómo estás?
- Sara: Hola, pensé que no te ibas a acordar de mí.
- Lucas: ¿Cómo te iba a olvidar? Después de tanto tiempo sigo teniendo muy bonitos recuerdos de los 2.
- Sara: ¿¡Sí!?. Yo pensé que no y por eso pedí la cita (además que la necesitaba). Quería verte y recordar viejos tiempos.
- Lucas: Muy buenos tiempos. Sigue, siéntate.
Mientras me sentaba sentí como me miraba de pies a cabeza, como me comía con la mirada y me comencé a mojar.
- Lucas: Cuéntame. ¿Qué te trae por acá?.
- Sara: La verdad he estado mala de la migraña, pero también tenía curiosidad de ver cómo estabas y si habías cambiado mucho.
- Lucas: ¿Y?
- Sara: pues estás más bueno. Y veo que terminaste tus estudios y te especializaste. Que bien.
Le piqué el ojo coquetamente.
- Lucas: Sí. Seguí estudiando juicioso y acá terminé. Nunca pensé que te iba a volver a ver y menos en esta ciudad. ¿Te puedo decir algo?.
- Sara: Claro.
- Lucas: Tú también estás muy buena.
- Sara: ¡Gracias!. Resultado del ejercicio que he estado haciendo MUY juiciosa.
- Lucas: ¿Vas al gym?
- Sara: Sí y todo el sexo.
Otra vez le piqué el ojo, pero esta vez tocándome sutilmente el pelo y bajando mi mano hasta rozar mis senos y terminando en mi pierna.
- Lucas: ¡WOW! Estás mucho más lanzada. Cuando estábamos juntos eras bastante tímida.
- Sara: Eso se lo puedes agradecer a mi esposo.
- Lucas: ¿Cómo así?
- Sara: Con él tenemos una relación abierta y hemos hecho de todo. De hecho él fue el que me dijo que pidiera la cita contigo y estaba seguro que tú te acordabas de mí.
- Lucas: No lo puedo creer.
- Sara: Si él está esperándome afuera, y supongo que imaginando mil cosas de lo que puede estar pasando acá adentro.
- Lucas: ¿Y qué puede estar pasando acá?
- Sara: Nada…que me estés examinando para detectar algo que desencadena las migrañas.
- Lucas: Veo. Entonces, señorita, por favor quítese los zapatos y pase a la camilla.
Vi en su mirada un pequeño brillo de excitación y supe que iba a ser un examen muy intenso. Hice caso y me quité los zapatos y las medias y me senté en la camilla. Lucas tomó el estetoscopio y se paró enfrente mío. Al verlo más de cerca logré apreciar mejor su cara, la que ya mostraba los años pero lo hacían ver muy interesante. Ya tenía unas pocas canas y arrugas. Calentó un poco el aparato y me lo puso gentilmente en el pecho, sentí un corrientazo pasando desde mis pezones hasta mi vagina (y de vuelta). Comenzó a moverlo suavemente por mi pecho, acercándose lentamente a mis senos.
- Sara: Si escuchas bien ahí. O necesitas bajar un poco más.
Me bajé la parte superior del vestido dejando a la vista mis senos y mis pezones, que en ese momento, ya estaban totalmente erectos. Lucas pasó a auscultar mi teta izquierda con su mano derecha, mientras que con el estetoscopio me acariciaba el pezón derecho. Yo ya estaba súper húmeda.
- Lucas: Yo no oigo nada raro.
- Sara: Doctor, acérquese más. Para que escuche directamente.
Lucas soltó el instrumento médico y posó su mejilla en mis senos y comenzó a pasarme la lengua por los pezones. Yo lo tomaba del pelo diciéndole: “¡Así! ¡así!”. Yo estaba tan mojada que sentía que los flujos coreaban por mi pierna.
- Lucas: Acuéstate por favor.
- Sara: Claro, doctor.
Me recosté en la camilla y Lucas, sin demora me tocó la vágina por encima de la tanga.
- Lucas: ¡Uy! Creo que hay mucha humedad por acá. Creo que vamos a tener que retirar la ropa interior.
- Sara: ¡Si doctor!.
Lucas me quitó los calzones y comenzó a masajear lentamente mis labios vaginales. Luego comenzó a juguetear con sus dedos en mi vagina. Haciendo movimientos circulares sobre mi clítoris, comenzó a masturbarme con calma. Yo estaba totalmente a su merced. Comencé a pellizcarme los pezones y a tocarme los senos para aumentar el placer. ¡No había perdido sus poderes!. Siguió jugando con sus manos en mi entrepierna, mientras yo me acercaba al orgasmo. Tenía ganas de gritar (como cuando tú me haces venir) pero pude contenerme. Me vine delicioso.
- Sara: ¡Qué talento!. ¡Qué delicia!
- Lucas: La experiencia. Y además al verte no me pude contener.
- Sara: WOW. Ahora te toca a ti. Rápido quítate los pantalones.
Lucas se bajó los pantalones y ya la tenía lista para ser usada, me arrodillé frente a él y comencé a darle una mamada, le pasaba mi lengua por todo su glande y tronco, mientras le masajeaba los testículos. Puse todo su pene en mi boca mientras él movía su cadera penetrándome. Comenzó a acelerar el ritmo y se vino rápidamente. Yo me tragué todo, lo limpié con mi lengua y me levanté. Lo tomé de la mano y le indiqué con la mirada que se acostara.
- Sara: Quiero que me penetres.
Lucas se acostó en la camilla y yo rápidamente me puse encima. Me lo metí todo y comencé a cabalgar frenéticamente. Al sentir todo su pene dentro de mí, me acordé que no lo tenía muy grande pero que lo manejaba tan bien como sus manos. Seguí con el ritmo hasta que sentí que me iba a venir por segunda vez. Miré su cara y él también estaba a punto. Nos vinimos al mismo tiempo; cada uno tapando la boca del otro con las manos. Nos bajamos de la camilla, nos vestimos y nos sentamos nuevamente en su escritorio.
- Lucas: OK. Estás MUY bien. Te receto lo de hoy por lo menos una vez a la semana. Como quieras, con quien quieras y en donde quieras.
- Sara: Muchas gracias doctor. Me gustó mucho la consulta con usted.
- Lucas: Gracias a usted también. Hasta la próxima.
- Sara: Hasta luego. Estaré muy juiciosa con el tratamiento. Nos vemos.
Cuando salí del consultorio miré la receta que me había dado el doctor y tenía su número personal. Y eso fue todo.
Yo quedé atónito después de todo lo que me contó Sara y con la expectativa de que muchas cosas podrían pasar en el futuro con Lucas.
La besé y seguimos nuestro recorrido hasta la casa. Yo estaba súper caliente así que seguimos el tratamiento ese mismo días al llegar al apartamento y cómo siguió será otra historia.






