Guía Cereza
Publicado hace 3 días Categoría: Hetero: Infidelidad 249 Vistas
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El segundo hombre que escogió mi esposa me dejo perplejo, era pálido y rubio, tanto como ella, un poco mas joven que ella, mas alto que yo y muy fornido (Quedé sin palabras), además era muy tímido y poco varonil, sus maneras eran muy suaves, por otro lado, era supremamente educado, un caballero, con un trato hacia mi esposa que me dejó supremamente complacido. ¡Me cayó muy bien!. 

Ya en la habitación las cosas no iban bien (A este gran amigo lo voy a llamar: ¡Juanito!), Juanito no lograba una buena erección a pesar del trabajo perfecto de las manos, los labios, la lengua y la garganta de mi esposa. Me acerqué y le susurré al oído: -Juanito, si no quieres hacer esto, no lo tienes que hacer o si te incomoda mi presencia, me puedo ir para que estén mas tranquilos. Me miró con grandes ojos y me susurró también al oído: -No, por favor, no te vayas, contigo aquí me siento más tranquilo. La manera y el tono de decirlo me hicieron entender que le agradaba mi presencia.... masculina, supe entonces como ayudarle. 

Le guiñé un ojo a mi esposa y me entendió, me puse detrás de Juanito y le susurré: -Juanito, todo va a salir bien, te mereces estar con mi esposa, ¡Ella te desea mucho!. Le masajee los hombros mientras le decía el gusto que me daba de como trataba a mi esposa, sentí como se relajaba y su respiración se entrecortaba, gimió y se empezó a endurecer dentro de la boca de mi esposa que me sonrió y me hizo un ademán de que siguiera mi estratagema. 

Como buen cornudo, hice a pie juntillas lo que mi Diosa ordenó, le seguí hablando, toqué con mi pecho su espalda y alcancé a rozarlo (Sin querer) con mi pene. ¡La erección completa de Juanito fue impresionante!, ¡tremendo miembro viril se gastaba! ¡24 centímetros de largo y 5 centímetros de ancho! (confirmado por Juanito), !Un macro pene real!, le puse de remoquete: "El alfanje", por obvias razones de similitud. 

La sonrisa de mi esposa fue memorable, se aferró a aquella impresionante herramienta con ambas manos y la succionó con una lujuria nunca vista y que ¡Me volvió loco!. Con más ahínco seguí hablando, masajeando y acariciando a Juanito hasta que sentí que era el momento de retirarme a contemplar el bello espectáculo. Juanito me sonrió agradecido y se concentró en mi bella esposa, la besó entera, la acarició muy dulcemente y ella se dejó llevar. Increíblemente no dejó salir su fiereza y le siguió el juego tierno, dulce y sensual. A pesar de la abismal diferencia con el hombre de la noche anterior, los orgasmos de mi esposa fueron tanto o más intensos gracias a esos besos delicados y esas caricias dulces pero bien administradas. Y yo feliz al descubrir qué mi esposa gozaba tanto del sexo rudo y violento como del tierno y dulce. Quedé eternamente agradecido con Juanito. 

Llegó el momento anhelado, ver el alfanje encajarse en mi Diosa (menos mal soy un buen cornudo y tenía preservativos desde XS hasta XXL), le pasé uno XXL y Juanito se sorprendió: -Nunca había visto un preservativo así, ¡para mi tamaño!, le dije: -¡Y yo nunca había visto un pene tan perfecto!, su erección pareció aumentar más (si es que eso era posible) y se lo puso alegremente, le eché un gran chorro de lubricante, pues pensé que iba a ser una penetración difícil y dolorosa, pero mi esposa estaba tan excitada y deseosa de sentir esa gran virilidad, que todo fue muy natural, además, Juanito siguió con su acostumbrada delicadeza, penetrándola suavemente, mi esposa se encadenó en orgasmos interminables rogando a gritos: -¡Dame duro!, -¡Dame duro!, -¡Dame duro!, hasta que no pudo más y grito: -¡Dame duro hijueputa!.

Pero Juanito no se inmutó, siguió con su suavidad y ternura, pero empalándola hasta la empuñadura del alfanje, eso la volvió más loca y continuo encadenándose, mi esposa agarraba las sábanas, mordía las almohadas, las tiró, se mordió una manita, gritó y rogó a más no poder, pero Juanito era implacable, imparable, incansable (¡Y eso que no habían pasado del misionero!). Para mi, era lo mas excitante que había visto y sentido como cornudo, ver como ese magnífico trozo de carne se perdía dentro de esa vagina estirada al máximo, ver a mi adorada esposa perder el control al sentirse tan penetrada, tan vulnerable, tan suya (confieso que sentí ganas de quitarle el preservativo y que me la llenara de semen). Sin embargo, como buena Diosa, no soportó más, lo volteó y lo cabalgó salvajemente hasta que dejó de encadenarse y tuvo un magnífico orgasmo que la hizo gritar hermosas vulgaridades mientras se aferraba entre espasmos incontrolables al cuerpo de Juanito. 

La hermosa faena sexual siguió sin pausa, no paraba ni siquiera cuando los hidrataba o les daba snacks (¡Era increíble la resistencia de ese hombre!), luego de una hora y media, mi esposa me miró con cara de: ¿Qué pasa?, rápidamente analicé la situación y supe que hacer. Me senté al lado de donde Juanito taladraba esa hermosa feminidad (¡Es tan hermoso verlo de cerca y aspirar ese aroma a sexo!). Le dije a Juanito lo feliz que me había hecho al ver que mi esposa había gozado como nunca en su vida y que me encantaría ver su semen en esos lindos pechos, que me moría por oler su semen. Juanito rugió, sacó su enorme verga, lanzó el condón y se masturbó ¡salvajemente!, pero nada ocurrió.

Pensé en ese momento que la eyaculación era importante para una mujer porque significa culminación, conexión, posesión, poder, fertilidad, reafirmación de su feminidad..... de pronto, sentí que Juanito tomaba mi mano y la ponía en su pene, (¡Me sacó de mis pensamientos filosóficos!), puso su brazo izquierdo sobre mis hombros y susurró: -Porfa... y cerró los ojos. Supe lo que tenía que hacer, lo masturbé con mis ojos cerrados, pensando que era mi pene y en un santiamén sentí como se crispaba su cuerpo, pegó su cara a la mía y eyaculó larga y copiosamente, varios poderosos chorros le cayeron en su carita ¡Y ella feliz!. Debo confesar que ¡nunca había visto una eyaculación tan poderosa!, ¡El hombre no dejaba de eyacular! ¡Si no fueron unos 10 grandes chorros no fueron menos! Seguí haciendo juiciosamente mi labor de cornudo con Juanito bramando como un toro en mi oreja. 

Yo estaba pletórico de emoción al constatar que no sentía desagrado, que pude tocar, acariciar y masturbar a otro hombre, que tenía su semen en mi mano y me seguía sintiendo feliz, agradecido, orgulloso por haber crecido sexualmente y sin tantos prejuicios, seguí masturbando a Juanito con agrado, puedo hasta decir, con cariño y cuando vi que no salía más semen fui suavizando el movimiento hasta que solté su gran verga, que aún flácida, seguía siendo impresionante, le di unas palmadas en el hombro y lo felicité, los tres nos reímos y nos fundimos en un abrazo de amistad eterna....CONTINUARA....

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🍒 Pregunta Cereza

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