Staryuki, una deslumbrante streamer de 26 años, era conocida en todo el mundo por sus transmisiones en vivo donde combinaba habilidades gamer excepcionales con un carisma contagioso. Su aire fresco y natural la había convertido en toda una celebridad en el mundillo de los esports, y sus seguidores adoraban cada detalle de su personalidad, incluyendo su estilo fashion que siempre incluía leggins ajustados y blusas ceñidas que dejaban poco a la imaginación; ese día no era la excepción. Se dirigió al técnico para reparar su pc gamer, el cual había decidido fallar justo después de una intensa sesión de streaming.
Al llegar al taller, fue recibida por un hombre mayor, de aspecto desaliñado y traje arrugado, con una sonrisa lasciva que delataba sus intenciones. Era conocido en el barrio por ser un pervertido, pero su habilidad para reparar computadoras lo hacía tolerable.
"Hola, soy Staryuki", dijo extendiendo su mano con una sonrisa cortés. "Llamé porque mi PC no enciende."
El hombre, con ojos saltones y una mirada fijada en sus pechos, tomó su mano y la estrechó con fuerza desproporcionada.
"Encantado, soy Carlos. Vamos a echarnos un vistazo a esa computadora tuya", respondió, guiñándole el ojo de manera grotesca.
Staryuki notó su incomodidad instantánea pero decidió seguirle la corriente, confiando en que repararía su PC rápidamente. Lo llevó a su habitación, donde tenía la pantalla y el resto del equipo montado en un escritorio moderno. Carlos comenzó a desmontar la torre, sus ojos nunca muy lejos de las curvas de Staryuki, quien se sentía cada vez más incómoda con su presencia.
"Veo que trabajas sin sostén", comentó Carlos, intentando sonar casual mientras seguía manipulando los cables internos de la PC. "Es bastante... distractor."
Staryuki se sonrojó ligeramente y cruzó los brazos sobre su pecho en un intento vano de ocultarse.
"Gracias", murmuró, deseando que el hombre terminara pronto.
Carlos continuó trabajando, pero sus comentarios comenzaron a volverse más subidos de tono. "Tienes unas piernas preciosas. Y ese trasero... uh mmm, tentador."
Staryuki comenzó a sentir una mezcla de vergüenza y excitación, algo común en ella cuando se sentía objetivada. Decidió ignorarlo y concentrarse en sus juegos, pero Carlos no cedía.
De repente, el hombre dejó las herramientas a un lado y se levantó, acercándose peligrosamente a Staryuki. "Eres muy tentadora, ¿lo sabías?" le susurró al oído, su aliento caliente y desagradable. Ella intentó retroceder, pero él la tomó por la cintura con una fuerza inesperada.
"No te resistas", dijo Carlos con voz ronca. "Sé que lo deseas tanto como yo."
Staryuki intentó liberarse, pero la fuerza del hombre era sorprendente para su tamaño. La volvió hacia él y la presionó contra el escritorio, sus manos recorriendo su cuerpo de manera brutalmente posesiva. Ella podía sentir su erección, enorme y dura, presionando contra ella a través de sus ropas.
"Carlos, por favor..." intentó protestar, pero sus palabras fueron silenciadas cuando él cubrió su boca con la suya en un beso brutal y demandante. Su lengua invadió su boca, explorándola sin permiso, mientras sus manos levantaban su blusa y desabrochaban sus leggins.
Staryuki se encontró incapaz de resistirse por completo; su cuerpo respondía a la agresividad del hombre de una manera que ella misma no comprendía del todo. Cuando Carlos la giró y la inclinó sobre el escritorio, lifting su trasero hacia él, ella cerró los ojos y se entregó al momento.
Con un solo movimiento, Carlos tiró de su tanga rosa a un lado y la penetró profundamente. Staryuki jadeó, tanto de sorpresa como de placer. El hombre comenzó a moverse dentro de ella con embestidas fuertes y rápidas, sus manos agarrando sus caderas con fuerza posesiva.
"Te gusta, ¿verdad? Díselo a papi", murmuró Carlos, su voz entrecortada por el esfuerzo y la lujuria.
Staryuki, incapaz de formar palabras coherentes, solo pudo asentir, sus gemidos llenando la habitación mientras él seguía embistiéndola sin piedad. Cada empujón era una explosión de sensaciones que recorría su cuerpo, haciendo que su mente se nublara de placer.
Carlos, con un gruñido final, alcanzó su clímax, liberándose dentro de ella con una serie de espasmos violentos. Staryuki, sorprendida por la intensidad del momento, llegó a su propio orgasmo segundos después, su cuerpo convulsionando alrededor de él mientras gritaba de éxtasis.
Cuando todo terminó, Carlos se retiró lentamente, lasciando a Staryuki temblando y sin aliento sobre el escritorio. Se tomó un momento para recuperar la compostura antes de enderezarse y enfrentar al hombre, quien sonreía satisfecho.
"Gracias", dijo ella con voz suave, sorprendida por la gratitud que sentía. "Por reparar mi PC."
Carlos rio, un sonido rasposo y desagradable. "Cuando quieras, preciosa. Y ya que estamos, te aviso que tu PC estuvo bien todo el tiempo, solo le faltaba conectar bien los cables.".
Staryuki asintió, una mezcla de vergüenza y satisfacción en su rostro mientras se ajustaba la ropa. "Gracias de nuevo", dijo antes de acompañarlo hasta la puerta, cerrándola suavemente detrás de él.
Mientras se dejaba caer en su silla, Staryuki no pudo evitar sonreír. Había sido una experiencia inesperada, brutalmente intensa, y sorprendentemente placentera. Y aunque sabía que no volvería a ocurrir, quedaría grabada en su memoria como uno de los momentos más intensos de su vida.






