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El lugar estaba casi lleno. Aún se veían mesas desocupadas. El sudor, el alcohol, se sentían en el aire. Me encontraba emocionado y un poco excitado.
Minutos atrás, estaba con Laura. Una mujer con una belleza provocadora. Éramos amigos y por momentos algo más. Su cuerpo delgado, brillaba bajo las luces, y su top ceñido por el sudor. Su escote atrajo mi atención, prendiendo un deseo incontrolable. Volví a su cara y vi sus labios, tentadores como siempre, pintados de un rojo obsceno, me habían hipnotizado desde el primer momento.
El Dj colocó reggaeton, me levanté del asiento. Salí a buscar a Laura. Como si fuera mi presa. Deseaba bailar con ella otra vez. Nuestro primer encuentro esa noche, sólo fue una advertencia.
La vi y estaba bailando con otro. Eso no me iba a impedir acercarme a ella. Llegué a donde estaban y le dije algo al oído al hombre, cuando terminé él se retiró.
Los ojos de Laura, me miraban sorprendidos, su boca dibujó una sonrisa y comenzó a mover sus caderas, para mi. Es muy sexual. La distancia cada vez era menor, la tensión era palpable y Nuestras bocas se buscaban con intensidad.
No hubo palabras. Solo una mirada. Una sonrisa cómplice. Luego, me incline para susurrarle al oído, mi aliento caliente mezclado con el aroma a Bacardi y menta. "El baño. Ahora" No era una broma, ni una sugerencia. Era una orden. A operar de las luces parpadeantes, alcance a notar como su cara cambió de color, se puso roja y a la vez contenta. El anunció la impactó pero no le quitó la confianza que la caracterizaba. Me tomó de la mano y se dirigió a la zona señalada.
Estaba con la sangre hirviendo y la verga comenzó a palpitar.
El pasillo para llegar a los baños estaba casi vacío, la gente estaba en la pista de baile. Locos bailando reggaeton. Para ellos lo importante está en la pista y para mí en los baños. Todos tenemos diferentes prioridades.
Cada paso que nos acercaba al baño, los nervios crecían y más excitado me sentía. Laura, me dirija. Las manos entrelazadas estaban sudadas. Llegamos al final del pasillo, el cual se me hizo eterno. Estamos al frente del baño de mujeres, con lujuria y expectativa. Con ganas de vivir el momento.
Laura entró al baño, espere afuera intentando ocultar mi agitación y la erección. Tome aire y las manos de Laura me jalaron para adentro, su fuerza me sorprendió.
El cerrojo chirrió al correrlo, y las uñas de Laura, rasguñaron mis hombros.
El espacio era estrecho, pero excitante. Nos obligaba a estar casi pegados. La música se alcanzaba a escuchar todavía un poco fuerte. Me gustó, porque puede ayudar a esconder sonidos, que solo queremos escuchar los dos. Nuestros cuerpos entraron en calor. Ella me miró con ojos oscurecidos por el deseo, los labios entreabiertos, jadeando.
No hubo preliminares dulces. No hubo caricias tímidas. Laura me apretó la camisa con intensidad y me estrelló contra la pared, su instinto animal despertó, sus impulsos primitivos la llevaron al éxtasis. Oprimió mi cuerpo con el suyo. Sentí cómo su aliento se acelera, cómo el corazón le golpeaba las costillas mientras mis manos se enredaban en el pelo de ella, tirando con fuerza para inclinar su cabeza y devorarle la boca.
El beso ya no era advertencia. Era una realidad. En este espacio solo existe la lujuria. Nuestra lenguas chocaron, húmedas y calientes, Laura gemía contra sus labios, sus caderas moviéndose en círculos lentos, frotándose contra mi erección —¡qué rico! Laura…— murmuré entre dientes, pero ella no me dejó terminar. Sus dedos ágiles bajaron hasta mi cinturón desabrochado con rapidez. El botón del jean cedió, y la cremallera descendió. Mi verga, saltó hacia afuera, dura y palpitante, la punta brillaba con una gota de pre-semen.
Laura no perdió tiempo. Tampoco le importo escuchar ruidos afuera. Ella estaba entregada al deseo carnal. Se arrodilló frente a mí, sentí como sus tetas recorrieron mi torso, luego se acomodó en el suelo del baño. Sus manos, frías en comparación con el calor de su boca, se cerraron alrededor de la base de mi miembro, apretando lo suficiente para que soltara un gemido ahogado. saco la lengua, luego lamió la punta con un movimiento lento.
Contuve el aire cuando sus labios se cerraron alrededor del glande, chupando con una presión que me hizo ver estrellas. Laura no se detuvo. Fue más profundo, sus labios rozaban la base de su polla mientras sus dedos jugaban con mis bolas, apretándolas con una crudeza que me volvió loco. Su boca se alejó un poco, su mirada busco la mía. Era evidente que estaba sumergida por el placer. Su labios hacían un movimiento raro y sin esperarlo, me escupió el pene y comenzó a mamarlo con una intensidad frenética, como si me lo quisiera arrancar. El sonido húmedo de sus labios moviéndose era un deleite.
Me estremecí, hice un movimiento brusco. apretaba para no estallar en su boca. Laura, lo noto. Se levantó tan rápido que no me di cuenta hasta tener su cara frente a mis ojos. Me susurró, — Todavía no.
Se dio media vuelta, apoyó sus manos contra la pared, como una gata. Su espalda y culo estaban postrados ante mí y para mí. Ladeo su cabeza, y me ordenó —ahora ven y culeame ¡entendido!
No hubo respuesta, hubo acción. Levanté su falda, su tanga está al descubierto. Mis dedos tocaron la parte de la tela que tapaba su vagina, estaba tan húmeda, que si apretaba saldrían gotas, también se sentía caliente. Pensé “si afuera está así cuando se lo meta… ¡ufff!
Su vagina quedó expuesta y lista para mi.
No hubo aviso. No hubo caricias. la penetre despacio. Adentro la calentura recibió mi pene y la humedad dejaba que se desplazará a su gusto. Me hundí en ella hasta las pelotas. —"¡Sí! ¡Así!"— gruñó. sus caderas se movían, despacio a mi ritmo.
Sonidos hechos por mujeres se escuchaban en el pasillo. Escuchamos cuando entraban y salían. Yo hacía lo mismo, esta vez con más intensidad, no mucha. Lo suficiente para camuflar el roce de la penetración. Laura, estaba arrecha. Sus piernas temblaban, era poco aunque notorio.
Los dos disfrutamos lo que pasaba, experimentamos algo único. Los cuerpos se cargaron de placer.
El ambiente del baño rebosaba lujuria, placer y deseo. Una combinación peligrosa, de las que llevan al éxtasis y te vuelve adicto.
Estábamos pegados como animales, teniendo sexo y nadie lo sospechaba o eso quería pensar.
—Estoy un poco borracha amiga— se escuchó muy cerca a la puerta. Quede como una estatua, sólo respiraba. — estoy que me orino— comentó una mujer y al mismo tiempo intentó abrir la puerta. Mi corazón parecía un Jet. Laura intentó moverse, pero la detuve. Mi cadera tomó vida, se movió despacio y retomó la penetración, yo perdí el control, la lujuria tomaba las decisiones. — está ocupado— gritó la mujer. Mi deseo carnal no tenía intenciones de parar. Así que mis caderas seguían empujando. — si,está ocupado, no me siento muy bien me demoro— laura, habló y al instante sus labios vaginales se volvieron a mojar. — te entiendo yo estoy igual, ja,ja,ja. utilizaré el otro.
Las voces en el pasillo desaparecieron, solo entraba la música. Las piernas de Laura temblaban más después de hablar con la mujer. Es evidente, disfruta del momento. Se acabaron las contemplaciones, nuestro instinto no lo pedía y era la oportunidad. No le dije nada, tampoco le advertí. Solo me atreví.
Una pausa, tomé aire. un ¡AH! ¡Delicioso! corto y fuerte salieron de ella. Mi pene estaba bañado por su orgasmo. Su cuerpo se retorció a su voluntad, obligó a mi espalda
apegarse contra la pared. Laura seguía pegada a mí, no quería que de acabará. Saqué el pene sin afán, paré y aproveché para subirme el pantalón. Cuando el glande salió de la vagina, como una cascada sus fluidos llegaron al suelo. Laura, no resistió la rafaja de penetraciones rápidas y violentas.
La lujuria soltó a Laura y volvió a la tierra. Sus uñas se deslizaron por mi cabello, y su boca se fundió en la mía. Recorrí con la llama de los dedos su pierna hasta llegar a su culo redondo. El tanga no estaba en su lugar, así que como caballero ayudé a acomodarlo. Se iban a volver a escuchar voces, afuera. Pero eso no impidió que mis manos jugaran un poco más.
Después de acomodar su ropa interior, la masturbe, la tela frotaba su clítoris con la presión de mi mano. No era necesario saber si estaba mojada, su cara la delataba. Esta arrecha otra vez. No escuché nada afuera, le di un beso esquinero y me fui.
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