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Iris era mi compañera en un semillero de investigación en la Universidad. Me gustaba su mirada inteligente, su pelo negro, su nariz y sus piernas. La agregué a IG antes de nuestra primera conversación. A veces, en las reuniones del semillero, nuestras miradas se encontraban. Ella llegaría a ser -meses después- mi sumisa, y a ser disciplinada, llamarse a si misma una puta, una perra y una zorra, aceptando su lugar, de rodillas ante mí. Todo comenzó con un "accidente feliz" en IG.
A los días de conocernos en persona, comenzamos a hablar por IG a causa de una historia que ella me comentó. Seguimos hablando; por error le envié una imagen de tipo BDSM que iba dirigida a otra chica con la que estaba saliendo en plan de solo sexo. Sentí mucha vergüenza y le pedí disculpas. Ella me las aceptó y me dijo que no pasaba nada; meses después habría de confesarme que ella no creyó que fuera accidente, pero yo le gustaba, así que me siguió el juego. Las conversaciones continuaron por IG hasta que, de la nada, me envió una imagen parecida a la que envié por error.
Yo, de forma algo desprendida y pedagógica, le hablé del BDSM. Ella leía atentamente lo que le explicaba y se mostraba muy interesada. Nunca antes le habían hablado de forma tan detallada del tema. Ya, por esos días, mi cabeza comenzaba a maquinar imágenes de ella sometida ante mí; pero, sabía que debía llevar las cosas con calma. Era claro, igualmente, que tarde o temprano terminaría siendo dominada. Su interés en mí y en el BDSM era más que claro.
En esa época hacía turnos nocturnos en un hostal para pagarme mi carrera (estudiaba derecho). En varias noches en el trabajo, comencé, poco a poco, a darle órdenes mínimas, como mandarme fotos de su boca y rostro, y escenificar de forma suave relatos eróticos en nuestros chats. Hacía que imaginara que la tocaba y que besaba mi entrepierna. Ella cumplía cada orden y se mostraba muy interesada en que yo estuviera dentro de ella.
Seguíamos mandándonos imágenes y videos cada vez más fuertes. Hasta que, una semana después, decidí subir la apuesta. Le ordené que me enviara un video de su vagina mientras le metía tres marcadores de los que usaba para estudiar. También, le pedí que, en su monte de Venus depilado, escribiera "fuck hole" (agujero para follar) con una flecha apuntando hacia donde estaban los marcadores. Pese a que temía que no me obedeciera (le había dado un día de plazo para cumplir), sí lo hizo. Me adjuntó un mensaje diciendo que el tercer marcador fue el más difícil de meter, pero le había gustado. Fue hermoso ver ese monte de Venus blanco con esas palabras que la rebajaban y, debajo, ver cómo le entraba el tercer marcador con mucho esfuerzo a pesar de lo mojada que estaba. Fue reconfortante y satisfactorio ver cómo se esforzaba por complacerme. En este momento, la mayoría de las veces, me refería a ella, en los chats, como Iris-zorra o "mi puta", y ella a mí como "Señor"; así, dejaba claro su lugar de puta sumisa.
La segunda tarea fue mandarme un video en el que se tocara sus senos y todo cuerpo mientras sonreía y decía que era una puta. Esa orden la cumplió casi de inmediato. Recuerdo muy bien que, en el video, lo único que tenía puesto era un collar de perlas; claramente se veían sus senos y abdomen. Sus ojos dejaban ver lo caliente que estaba al insultarse.
Continuará...






