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Hola de nuevo, ahora que tengo un ratito libre, os voy a contar de mi experiencia en un disco donde todo se descontroló de la mejor manera posible. Fue una noche que no olvidaré nunca, llena de alcohol, música ensordecedora y un deseo que me consumía por dentro. Tenía 20 años recién cumplidos, esa noche salí sola, porque mi amiga Daniela estaba ocupada con su novio. Esa noche, recuerdo que me puse mi vestido negro ajustado, el que se pega a mi piel como una segunda capa, con un escote que deja poco a la imaginación y una falda tan corta que si me agachaba, mostraba todo. Tacones altos, maquillaje pesado en los ojos para que pareciera que era una depredadora, y... no me puse nada debajo, ¿porque?, para qué, quería sentir el roce del aire en mi coño depilado mientras caminaba hacia la disco. El lugar al que fui, se llamaba "El Infierno", era una disco subterránea, en el centro de la ciudad, con luces neón rojas y música electrónica que te hacia vibrar los huesos. Entré empujando una puerta pesada, el olor a sudor y alcohol me golpeó como una ola. La barra estaba abarrotada, gente gritando pedidos, y ahí la vi a ella: la camarera. Se llamaba Sofia, o al menos, eso ponía en su placa, pero en mi mente ya era "la zorra que me quería follar". Era una morena de unos 25 años, con el pelo corto y rizado, piercings en la nariz y en la lengua y tatuajes que asomaban por su camiseta negra ajustada. Sus tetas eran más pequeñas que las mías, pero firmes, y su culo en esos jeans apretados parecía esculpido para que lo azotaran. Mezclaba bebidas con una precisión que me ponía cachonda, sus manos rápidas, fuertes, como si supiera exactamente cómo tocar algo para hacerlo explotar. Me acerqué a la barra, abriéndome paso entre un par de idiotas que intentaban ligar con otras chicas. "Un tequila sunrise, por favor", le dije, inclinándome sobre la barra para que viera bien mis tetas sobre mi escote. Ella levantó la vista, sus ojos verdes me recorrieron de arriba abajo, y sonrió con esa sonrisa ladeada que decía, "te tengo". "Ahora mismo te lo preparo, morena", respondió. Mientras preparaba la bebida, no pude evitar mirarla fijamente. Sus brazos flexionándose, el sudor brillando en su cuello, y joder, imaginé esas manos en mi cuerpo, apretándome y arañándome la espalda... Me pasó el vaso, nuestros dedos se rozaron, y sentí un escalofrío directo a mi coño. "Gracias", le dije, después de beber un sorbo largo que el alcohol me quemo la garganta. "Eres nueva aquí, ¿verdad?, no te he visto antes", me dijo ella, apoyándose en la barra, ignorando a los otros clientes que gritaban. "Sí, primera vez que entro aquí, me recomendaron el lugar por... la diversión", respondí, mientras me lamia los labios lentamente. Ella rió, una risa baja y sexy. "La diversión aquí puede ser intensa, ¿qué tipo de diversión buscas?". Sus ojos bajaron hasta mi escote quedándose clavados ahí, entonces supe que esa era mi oportunidad. Empecé a provocarla sutilmente al principio. Bailé un poco en mi asiento, moviendo las caderas al ritmo de la música, asegurándome de que viera cómo mi vestido subía un poco. "Algo salvaje, quizás, algo que me haga gritar", dije, guiñándole un ojo. Ella con sus labios, se mordió su piercing de la lengua, y vi cómo su pecho subía y bajaba más rápido. "Cuidado con lo que pides, nena, aquí las cosas se ponen feas rápido". Siguió sirviendo bebidas, pero cada vez que pasaba por mi lado, rozaba mi brazo, o me daba un chupito extra "de la casa". El alcohol me soltaba más, y empecé a coquetear abiertamente. "Oye, Sofia, ¿a qué hora sales?, porque me muero por verte bailar en lugar de servir copas". Ella se inclinó cerca, y con su aliento cálido en mi oreja me dijo: "Mi turno termina en una hora. Pero si no puedes esperar, siempre hay un callejón atrás donde nadie molesta". Joder, eso fue el detonante. Mi coño ya estaba húmedo, sintiendo el pulso entre mis piernas. Pasé la hora bailando en la pista, frotándome contra extrañas, pero mis ojos siempre en ella. Movía mis caderas como una puta en celo, dejando que el vestido subiera lo suficiente para que se viera el inicio de mi culo. Un tipo intentó agarrarme, pero lo empujé, gritando "¡Quita, cabrón, que estoy esperando a alguien mejor". Sofia me observaba desde la barra, sirviendo con una sonrisa maliciosa, y en un momento, cuando nadie miraba, se tocó el coño por encima de los jeans, mirándome fijamente. Eso me volvió loca. Finalmente, su turno acabó. Salió de detrás de la barra, con una chaqueta de cuero sobre los hombros, vino hacia la pista, y me agarró del brazo. "Vamonos de aqui, perra, me has estado provocando toda la noche y ahora lo vas a pagar". Su voz era un gruñido, y sentí mi jugo correr por mis muslos. Salimos por la puerta trasera, directo a un callejón oscuro. El aire era fresco, pero apestaba a basura y orina, lo que lo hacía más grotesco y más excitante. Había contenedores de basura volcados, charcos de agua, y la luz de una farola parpadeante que apenas iluminaba. Apenas se cerro la puerta y ella me empujó contra la pared fría de ladrillos. "Te he visto bailando como una puta barata, ¿quieres que te folle aquí, en esta mierda de callejón?". Sus manos ya estaban en mis tetas, apretando fuerte, pellizcando mis pezones hasta que me dolió deliciosamente. "Sí, joder, fóllame, Sofia, he estado mojada por ti toda la noche". Gemí, arqueando la espalda. Ella rio, una risa cruel, y me besó con fuerza, su lengua y su piercing invadieron mi boca, mordiendo mi labio hasta que probé sangre. "Eres una zorra sucia, Laura, baila para mí ahora, muéstrame ese culo". Me aparté un poco, el corazón me latía como un tambor, y empecé a bailarle en ese callejón oscuro. Movía las caderas en círculos, bajando hasta el suelo, rozando mi coño contra el aire, luego subiendo, frotando mis tetas. "Así, ¿te gusta?, ¿quieres ver más?". La provoqué, subiendo el vestido para mostrar mi coño depilado, brillando de humedad. Ella se apoyó en la pared, cruzada de brazos, pero sus ojos ardían. "Lo quiero más sucio, perra, tócate mientras bailas". Obedecí, metiendo dos dedos en mi coño, follándome a mí misma al ritmo imaginario de la música del bar. "Ahhh, joder, estoy tan mojada... por ti, Sofia, ven... y pruébame". No aguantó más. Se abalanzó sobre mí, me giró de cara a la pared, y me bajó el vestido de un tirón, dejando mis tetas al aire. "Abre las piernas, puta", me ordenó, y yo lo hice, sintiendo el frío en mi piel. Sus manos bajaron a mi culo, azotándolo fuerte, el sonido resonando en el callejón. "¡Ah!, ¡más duro!", grité, el dolor se mezclaba con el placer. Otro azote, más fuerte, dejando marcas rojas. "Eres una masoquista de mierda, ¿eh? pide más". "Sí, azótame más duro, hazme llorar", le supliqué, empujando mi culo hacia ella. Entonces sentí su boca en mi cuello, mordiendo, chupando, mientras una mano bajaba a mi coño. Metió tres dedos de golpe, sin aviso. "¡Oh Dios, sí!, ¡fóllame con los dedos, zorra!", le Grité, mis jugos chorreando por sus manos. Ella bombeaba rápido, duro, curvando los dedos para golpear mi punto G. "Estás chorreando como una fuente, Laura, ¿te gusta ser follada en la calle como una puta callejera?". "Sí, joder, me encanta, más profundo, rómpeme". Gemía alto, sin importarme si alguien nos oía. El callejón era oscuro, pero si alguien pasaba, vería a dos zorras follando como animales. Sofia me giró de nuevo, arrodillándose en el suelo sucio, ignorando los charcos. "Ahora vas a correrte en mi cara", dijo, y enterró su lengua en mi coño. Lamía vorazmente, chupando mi clítoris, mordisqueándolo. "¡Ahhh!, ¡Sofia, joder, cómeme el coño, zorra!, ¡más fuerte!". Mis manos estaban en su pelo, tirando, empujándola más adentro. Ella gruñía contra mí, vibrando mi carne. "Sabes a puta caliente, Laura. Córrete, inunda mi boca". Metió un dedo en mi culo mientras lamía, el doble asalto me hizo explotar. "¡Me corro!, ¡ahhh, sí, joder!". Mi cuerpo convulsionó, chorros de jugo salpicando su cara y goteando por su barbilla. Pero no paró. Se levantó, se limpio la boca con el dorso de la mano, y me empujó al suelo. "Ahora tú, perra, te coma chuparme". Se bajó los jeans y las bragas de un tirón, revelando su coño medio afeitado ya empapado. Me arrodillé en un charco, el agua me mojo mis rodillas, y enterré mi cara en su coño. Olía a sudor y deseo, grotesco y perfecto. Lamí su clítoris, succionando, metiendo la lengua profundo. "¡Oh joder, sí!, chupa más duro, puta". Ella gemía, agarrando mi cabeza, follándome la boca con su coño. "Trágatelo todo Laura, que es solo para ti, sé una buena zorra". Metí dos dedos en ella, follándola mientras lamía, sintiendo sus paredes apretar. "¡Más dedos!, ¡rómpeme el coño!", me Gritó, y agregué un tercero, bombeando salvajemente. Su cuerpo temblaba, y pronto se corrió, gritando, "¡Ahhh!, ¡me corro en tu cara de puta!". Su jugo me inundó la boca, tragando lo que pude, el resto chorreando por mi barbilla y tetas. Se apartó, jadeando, pero sus ojos decían que no habíamos terminado. "Levántate de ahí, perra, que quiero follarte como a una perra en celo". Me puso a cuatro patas en el suelo, mi vestido arrugado alrededor de la cintura, las tetas colgando y el culo en alto. El suelo estaba asqueroso, con basura pegada, pero eso me excitaba más. Sofia se colocó detrás, y sentí algo frío: había sacado un vibrador de su bolso. "Te voy a rellenar con esto, zorra". Lo encendió, el zumbido llenando el callejón, y lo empujó en mi coño de un golpe. "¡Joder!, ¡más duro!" Grité, el vibrador estirándome al límite. Follaba con él rápido, golpeando profundo, mientras su otra mano azotaba mi culo. "Pide más, puta, di que quieres que te rompa". "¡Sí, rómpeme!, ¡fóllame más duro, hazme sangrar!". Exageraba, pero el dolor era exquisito. Gemía como una loca: "¡Ahh!, ¡oh dios, sí!, ¡no pares!". Ella aceleró, el vibrador vibrando contra mi punto G, y metió un dedo en mi culo, follándome por ambos lados. "Eres una puta anal, ¿eh?, toma esto". Agregó otro dedo, estirando mi culo, el doble placer me hizo ver estrellas. Me corrí de nuevo, gritando, "¡Me corro otra vez!, ¡joder, Sofia!". Mi coño apretando el vibrador, chorros salpicando el suelo. Pero ella no se detenía. Sacó el vibrador y lo metió en mi culo, lubricado con mis jugos. "Ahora el culo, perra, relájate o te dolerá más". Empujó lento al principio, pero luego fuerte. "¡Ahhh!, ¡duele, pero no pares!, ¡fóllame el culo duro!". El dolor se mezclaba con un placer grotesco, sintiéndome llena, sucia. Mientras follaba mi culo con el vibrador, metió tres dedos en mi coño, fistándome casi. "¡Toma mi puño, zorra!", de tres paso a cuatro dedos adentro, estirándome. "¡Sí!, ¡fóllame!, ¡más profundo!". Gemía, empujando hacia atrás. El callejón olía a sexo, sudor y basura, y oí voces lejanas, pero no importaba. "Estás chorreando por todas partes, Laura, eres una puta descontrolada". Se corrió de nuevo solo viéndome, frotando su coño contra mi muslo mientras me follaba. Pasamos un rato así, cambiándonos de posiciones. Me folló contra la pared, mis tetas aplastadas contra los ladrillos fríos. "¡Azótame mientras me follas!", le pedía, y ella lo hacía, dejando moretones. Luego me senté en su cara, asfixiándola con mi coño, mientras ella lamía. "¡Come, zorra!, ¡trágate todo!", le gritaba. Ella gemía ahogada: "¡Mmmph!". Finalmente, exhaustas, nos desplomamos en el suelo sucio, cubiertas de jugos, sudor y mugre. "Eres la puta más loca que he follado", me dijo Sofia, besándome con pasión. "Y tú la más salvaje, hagámoslo de nuevo", le dije. Nos vestimos y salimos de aquel callejón tambaleándonos. Y acabamos en su casa y siguió la "fiesta", pero esa noche me marcó, y ahora, cada vez que voy a una disco, busco a la camarera, recordando cómo Sofia me destruyó en ese callejón asqueroso. Y eso es todo, o al menos lo principal. Fueron horas de sexo intenso, vulgar, sin límites. Espero que os haya gustado, y nos vemos para la próxima. Besitossss






