Guía Cereza
Publicado hace 17 horas Categoría: Hetero: General 93 Vistas
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Jolie (pseudónimo, por supuesto), no era mi tipo, muy bajita (1.48 metros) y delgada; pero sus grandes ojos verdes, su cabello rubio natural (lástima tan corto) su inteligencia, elegancia, buen gusto, su forma de hablar siempre tan correcta y el ser tan tímida y recatada, me causaron curiosidad. La conocí en el trabajo (mis tristes, pero necesarias, épocas de empleado), cuando nos presentaron identifiqué su perfume: "Organza" de Givenchy y disfruté su aroma al saludarla. Con el tiempo, empezamos a salir después del trabajo, íbamos a cine, a bailar, a un delicioso café en su lindo apartamento; era una mujer muy agradable y poco a poco, mi mente retorcida empezó a imaginar sus besos, su piel desnuda, la forma real de su cuerpo, su forma de hacer el amor, (pura curiosidad morbosa por ser una mujer tan diferente a mis gustos).

Me encantaba mirar sus ojos verdes, grandes y hermosos hasta hacerle bajar la mirada. Un día le puse mi manota sobre su pequeña, delicada y perfectamente arreglada manito. Se sobresaltó, abrió mucho los ojos y se quedó congelada, mientras yo me sentía el súper macho conquistador. Retiré mi mano mientras le decía que se le habían puesto los ojos más verdes, me hice el que no había hecho nada y seguí hablando, ella se tornó un poco mas callada y no volvió a levantar la mirada. Al llevarla a su casa, antes de abrirle la puerta del carro, me le acerqué como para darle un abrazo, pero la sorprendí rodeando su cuello con una cadenita de oro muy pequeña, delicada y elegante, acorde con su apariencia. A propósito, rocé su mejilla con mis labios al terminar de cerrar el pequeño broche y sentí como se estremecía. La miré profundamente, muy cerca de su pequeño rostro, sentí su respiración agitada y disfruté otro de sus perfumes (ese día era: "Ángel" de Thierry Mugler, tan delicado como ella). Me quedé esperando algún signo de aceptación pero sólo vi confusión, vergüenza, timidez. Sin embargo, tampoco sentí un "NO", así que le sostuve la mirada y en pocos segundos sus últimas defensas claudicaron al caer el telón de sus bien maquillados párpados diciendo un "SI", grande, silencioso y tímido. Entonces uní mis labios con los suyos.

Jolie se quedó estática y temblando como una avecilla atrapada, por eso le di un beso tierno (a veces soy sensible al nivel emocional de una mujer), su respiración se hizo muy intensa y su pequeño cuerpo se estremeció, de pronto sentí sus manitas agarrando mi cabeza, ¡tenía una fuerza increíble para ser tan pequeña! Me correspondió el beso larga y apasionadamente. Abandonó mi boca suavemente, aún con sus ojos cerrados; los abrió lenta y tímidamente, brillaban como soles verdes, su carita estaba muy roja, sus manos temblaban fuertemente y estaban muy frías. Me dijo tocando su áurea cadenita: gracias, está muy bonita, jamás me la quitaré... ¿Quieres subir por un café?

Subimos hasta su apartamento que me encantaba, pues olía a sus perfumes, todo estaba súper organizado, limpio y decorado con buen gusto y de manera muy femenina. Caímos en el sofá a fuerza de besos y cuando mis manos traviesas bajaron más allá de sus caderas, todo se detuvo. Jolie abrió muy grande sus ojazos, como si su timidez hubiera tomado el mando nuevamente, se separó de mi y se puso de pie. Mis manos habían hecho desastres en sus ropas inmaculadas, su blusa medio desabotonada estaba por fuera de su falda, que ya estaba levantada a la altura de sus caderas, dejándome ver unos pantys rojos de encaje minúsculos y unos muslos rosados muy bien torneados.

Pensé que se había acabado la fiesta, pero Jolie cerró sus ojos, respiró profundamente y se quitó la ropa ¡salvajemente! Los últimos dos botones de su blusa fueron arrancados de cuajo y su falda fue arrojada con la misma violencia a un rincón. Mi amiga se abalanzó sobre mi, vestida solo con su preciosa, pequeña y delicada ropa interior roja. ¡Una tigresa hambrienta no me hubiera atacado mejor! Mientras mordía mis labios e invadía mi boca con su serpenteante lengua, arrancaba mi ropa igual que como hizo con la suya (¡ay mis botones!), me puse a tono con su alter ego, le quité su brasier tirándolo lejos y le destrocé fácilmente sus pantys rojos; eso la encendió más y me rompió el bóxer con los dientes (ya que no pudo con sus manitas), por el agujero que hizo a dentelladas, sacó mi verga y la devoró en silencio, pero salvajemente. Me contagié más de su fiereza y la penetré bruscamente hasta la faringe, sus violentas arcadas me recordaron que mis gruesos dieciocho centímetros apenas cabían en aquella delicada boquita.

Nuevamente pensé que había echado a perder la fiesta, pero Jolie se recuperó de las náuseas tosiendo; dos lágrimas iracundas iluminadas por el fuego verde de sus ojos resbalaron por sus mejillas y ¡volvió al ataque como una fiera herida! Se vengó de mi violencia faríngea estrujando su vulva contra mi boca mientras halaba fuertemente mis cabellos (me arrancó bastantes); aquello en vez de ser un castigo, fue un placer inmenso pues esa pequeña mujer, además de oler delicioso, ¡sabía delicioso! Y la cereza del pastel (literalmente), ¡tenía un clítoris gigantesco! Me tome el placer de medirlo al ojo: ¡dos centímetros de largo y un centímetro de grosor! ¡Y eso que aún no estaba completamente erecto! ¡Que delicia tan maravillosa lamer, chupar, besar, endurecer y alargar aquella divinidad femenina! ¡Disfruté del clítoris más grande, hermoso y delicioso de toda mi vida!, hasta que ella no pudo más y quiso copular, seguía encima mío y agarró mi verga para introducírsela, pero la detuve para colocarme mi condón; eso, al parecer, la enojó mucho porque refunfuñó algo ininteligible; en cuanto estuvo listo mi preservativo, ¡se penetró violentamente! 

En su primera embestida, mi verga le entró hasta la mitad y se quejó un poco (creo que le pasó lo mismo que cuando le hice la garganta profunda), pero siguió insistiendo y quejándose muy quedo hasta que su vagina se llenó por completo con mi verga. Sus pequeñas caderas empezaron a chocar contra mi vientre aplaudiendo violenta y alegremente. El hermoso espectáculo de ese gran clítoris rosado, bajando y subiendo a lo largo de mi verga, mi bajo vientre totalmente mojado de sus fluidos transparentes mientras Jolie se mesaba sus dorados cabellos, fue inolvidable. Luego, aprovechándome de mi estatura y fuerza, hice lo que siempre quise hacer con una mujer, pero no había podido (es que me gustan bien grandotas), la abracé fuerte, me puse de pie, la sostuve por las nalgas y los muslos mientras ella se colgaba de mi cuello e hice saltar sus cortos cabellos rubios, sus pequeños senos planos y caídos y sus torneadas piernas al compás de mis fuertes, rápidas y ruidosas penetraciones.

Estando de pie y en medio de penetraciones realmente salvajes, me susurró entre espasmos respiratorios: lleva...me...a...mi....cama... Obedecí feliz y seguimos cogiendo en postura de misionero, me sorprendí al constatar que a pesar de la diferencia de estatura, era fácil penetrarla y al mismo tiempo besarla sin tener que contorsionarme. Jolie se aferraba a su elegante sobrecama, ponía los ojos en blanco y se retorcía una y otra vez en salvaje silencio, le aumenté sus orgasmos acariciándole el clítoris mientras la penetraba y solo silencio brutal, sexual y feroz, solo sentía su respiración agitada, su pequeño cuerpo entrando y saliendo de espasmos, sus talones espoleándome los glúteos (definitivamente era su alter ego), eso llamó poderosamente mi atención, yo sabía que estaba teniendo orgasmos por todos esos signos, pero de su garganta no salía ni un gemido; además, mantenía sus hermosos ojos cerrados casi todo el tiempo. Aún así, ¡fue maravilloso! ¡Una experiencia nueva tras otra! ¡Que cajita de sorpresas resultó ser mi tímida amiga Jolie!

Pero todo tiene su final. Mi orgasmo, que traté de retrasar una y otra vez, para disfrutar de aquellos placeres tan peculiares, me dominó, llegue al punto de no retorno, le dije a Jolie que me venía, ella inmediatamente se incorporó, me arrancó el condón, se metió mi verga en su boca y con sus ojos me ordenó: —¡Dale! ¡Llega! —El esfínter externo de mi uretra se relajó y los músculos de mi suelo pélvico se contrajeron violentamente al sentir su poderosa succión. La divina doppelgänger de Jolie se engulló todo mi semen lujuriosamente, mientras sus hermosos ojos taladraban los míos y pestañeaban lentamente, tragando una y otra vez. Siguió succionando hasta dejar mi pene flácido y felizmente derrotado... Luego sus ojos bajaron junto con su cabecita, se cubrió sus pechos con las manos y me pidió amable y suavemente que la esperara en la sala (había vuelto la tímida Jolie).

Jolie se bañó, se vistió, salió totalmente inmaculada, elegante y perfumada con "J'adore" de Dior (¡ese era nuevo!). Mientras, yo trataba de ajustar infructuosamente mi camisa sin botones (no tuve mas opción que abotonarme el saco). Se aclaró la garganta y me dijo suavemente: Papi (ese es mi pseudónimo), si queremos seguir adelante con esta relación, te ruego que me acompañes a mi congregación para hablar con mi pastor. (No se que me pasó y acepté, ¡maldita sea!). Me presentó a su congregación, muy amables y cordiales, pero me sentía como un trofeo. El pastor me saludó con un apretón de manos exageradamente fuerte y su otra mano la descargó pesadamente sobre mi hombro (eso no me agradó, lo sentí como imponencia y control). En su oficina me interrogó, ¡que ni la Gestapo! Yo respondí sinceramente, el hombre sudaba por sus sienes, levantaba las cejas y abría los ojos exageradamente ante mis respuestas. Me invitó, mejor dicho, me ordenó (exactamente dijo: quiero que...) a participar de la reunión. Me quedé solo por Jolie, que sonreía de oreja a oreja al verme salir de la oficina.

Otra mala decisión, mucha gritería, mucha gente moviéndose al unísono, exhortándome a copiarlos y en el clímax de la palabrería del pastor, varias personas cayeron al suelo retorciéndose. El pastor me puso una mano en la frente mientras gritaba algo ininteligible y me empujó, lo intentó dos veces más pero no caí convulsionando en espumarajos. Ya iracundo por sus ridículos empellones, no soporté más y escapé de esa locura (para mi). En la calle, Jolie me alcanzó corriendo, le di un abrazo fraternal mientras su boca se quedó esperando un beso y me marché quemando neumáticos. Al día siguiente Jolie me llamó a decirme que lo nuestro no podía ser, porque su pastor le había dicho que yo era una mala persona, que era un adicto al sexo, que lo que yo le había hecho en su apartamento era pecaminoso e imperdonable y todo había sido mi diabólica culpa... Hasta renunció al trabajo... Nunca la volví a ver... Y yo nunca la busqué... Ése fue el fin de la historia de la tímida Jolie y su maravilloso alter ego.

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🍒 Pregunta Cereza

“Lo más excitante que me han hecho sin quitarme la ropa…” A veces lo más erótico no necesita piel desnuda ¿Qué fue lo más excitante que te hicieron sin tocarte directamente? ¡Cuéntanos!

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