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Hola a todos, soy Leo y vengo a relatar una historia que me ocurrió hace un par de semanas.
Tengo 30 años, mido 1.82 metros, 80kg, blanco, complexión atlética, barbado, velludo, de rol pasivo y uso jaula de castidad para ser un mejor sumiso.
Hace unas semanas decidí quedarme en el pueblo debido a que me quedaba más cerca de la finca para encargarme de algunas tareas que mi padre me pidió supervisar. También aproveché para desconectarme un poco, hacer un poco de ejercicio y descansar. Ese sábado me acosté cerca de las 11 pm y recuerdo haber tenido un sueño húmedo. En el sueño, iba caminando por una calle de la ciudad, era de noche y la luz del alumbrado público era muy tenue. Con la poca luz que había pude vislumbrar varias siluetas a los alrededores. Al acercarme un poco noté que se trataba de personas en estado de calle, vamos, los vagabundos de toda la vida. Estaban aún lado de la acera, cada uno en sus cosas mientras caminaba. Cuando me fijé en uno de ellos pude ver que se estaba masturbando y la curiosidad me atrajo y me acerqué para verlo más de cerca. Al sentir mi presencia el hombre se asustó un poco y con gesto calmado le pedí que continuara pues me gustaba lo que veía. Él estaba algo nervioso pero no protestó, continuó con su tarea de forma algo nerviosa, era tanto así que al principio le costó ponerse duro, pero con algo de insistencia lo logró y tenía un bonito miembro. En mi mente pensé que mediría unos 18 o 19 centímetros. Era un hombre de unos 35 años, barbado, mechudo, de piel trigueña y algo sucio (obviamente). Estaba fascinado viéndolo masturbarse, me sentía como un niño viendo un espectáculo de circo. Tras unos instantes comenzó a fluir líquido preseminal de la cabeza y sin poder contenerme acerqué mi dedo para tomarlo y acercarlo a mis labios. Su sabor era exquisito. Y justo cuando quería acercarme más para probarlo directamente de la fuente, desperté.
Al despertar rápidamente traté de recordar el sueño y me sentí frustrado por haber dejado las cosas a medias. Estaba caliente, muy caliente. Mi pene encerrado en la jaula no dejaba de gotear, tanto que mis bóxers estaban manchados, y mi culito no dejaba de pujar pidiendo verga. Estiré la mano y tomé mi teléfono de la mesa de noche, eran las 3:12 de la madrugada del domingo. Estaba tan caliente que no sabía qué hacer y pensé en las opciones. En vista a que no podía masturbarme por el pene debido a la jaula, tomé como segunda opción hacerme un lavado rápido de culo y jugar con uno de mis dildos mientras veía porno. Pero antes de abrir la aplicación del porno (X) para no perder la calentura mientras me hacía el lavado, me dio por abrir las otras aplicaciones de sexo, la mascara amarilla, la "s" blanca, la huella naranja, el círculo negro en fondo arcoíris, entre otras, solo para ver qué había de nuevo. No tenía ninguna esperanza pues al encontrarme en el pueblo era difícil que hubieran perfiles cerca, y justo cuando entré al baño me llegó un mensaje de un hombre al que llamaré: "El señor X". Su mensaje decía: "Hola, qué busca?". Antes de responder vi su perfil para hacerme una idea sobre él. Sus datos decían que era Activo, de 45 años. Su descripción era: "Hetero buscando culo para preñar". Solo con leer eso me puse aún más caliente, y para mi sorpresa, su perfil decía que se encontraba a 3 kilómetros de distancia. Le respondí el mensaje y me contestó con una fotoverga dejándome antojado. Después de varios mensajes donde nos pasamos fotovergas y fotoculos me dijo que estaba en la finca con su familia y no podía escaparse para venir a mi casa, por lo que me dijo que si queríamos culiar tendríamos que hacerlo en su finca en la parte del gallinero que estaba retirado de la casa para que su esposa e hijos no se despertaran. Honestamente pensar en todo ese viaje y tener que culiar en un gallinero apestoso no me generaba muchas ganas, pero al final la lujuria me pudo más y acepté su oferta. Quedamos de vernos a las 4 am, él me envió su ubicación y no era lejos.
Entré al baño ya totalmente despierto y tomé una ducha, me hice limpieza y apliqué una crema para oler rico. Me puse el mejor jockstrap que tenía, una pantaloneta, una camiseta, tenis y salí. Me monté al carro y conduje hasta el lugar. A los 5 minutos iba saliendo del pueblo y entrando en una vía rural de tierra y tras dar varias vueltas en varios caminos llegué a mi destino. La entrada tenía un descampado grande donde dejé parqueado el vehículo. Le escribí al hombre y él ya estaba en la entrada. Se acercó, me dio la mano y me dijo que entrara. Con la poca luz que había pude ver que era un hombre agradable a la vista. Me guio por un sendero largo con su linterna sin decir palabra. Pude ver a lo lejos la casa. El gallinero se encontraba a unos veinte o treinta metros y habían dos árboles grandes que lo cubrían. Para mi sorpresa no entramos al gallinero por la puerta principal, sino que lo rodeados hasta la parte trasera entrando a un cuarto de insumos. Era una habitación limpio que solo tenía bultos de maíz, sacos y unos toneles. Olía a granja, un olor que conozco bien. Al entrar ambos, él se quedó en medio de la habitación inmóvil. Me acerqué a él, acariciando su pecho por encima de la camiseta. Teníamos la misma altura así que acerqué mi boca a la suya pero me frenó en seco agarrándome por el cuello. "No doy besos, perra", y me empujó hacia atrás. Me sacó un poco de onda y me decepcionó esa respuesta, pero al mismo tiempo me gustó la forma en que me lo dijo, tan dominante. Levantó su camisa y la pasó por su cabeza quedando su torso expuesto. Su contextura era promedio, no era gordo ni delgado, sus pechos no tenían nada de bellos, pero sí se veía una fina mata desde su obligo hacia su pantalón.
El Señor X tenía un rostro agradable, con una barba de una semana. Su voz era gruesa y demandante. Se liberó la hebilla de su cinturón y se bajó el pantalón. Para sorpresa de nadie, no llevaba calzoncillos. En su lugar, salió la verga que vi en las fotos revotando alegre por su libertad.
Sus palabras fueron claras: "Ponte a mamar", y sin pensarlo dos veces, me arrodillé frente a él. Con la mano derecha le agarré la verga y con la izquierda sentí el peso de sus bolas. Puse mi nariz en su pelvis peluda e inhale el exquisito olor a macho. Su verga desprendía un olor embriagante y de la punta del prepucio fluía un fino hilo de precum. Esto era lo que quería, pensé y abrí la boca para tragármela toda. Se sentía grande dentro de mi boca y comenzó a crecer más. Le enseñé lo experto mamador que era y sus suaves gemidos de placer me dieron la razón. Poco a poco se fue corriendo hacia atrás para quedar recostado sobre unos bultos. No sé cuánto tiempo estuve chupando, pero sé que me sentí como un niño con una paleta. Mi lengua recorría todo su miembro tan duro como una barra de acero. Le chupé las dos bolas peludas mientras mi manos acariciaban sus piernas, sus nalgas y su abdomen. Después de un rato me sacó la verga de la boca y me dijo que me quería culiar.
Me ayudó a levantar con fuerza, me hizo darme vuelta y me bajó la pantaloneta. Lo bueno del jockstrap es que te deja el culo descubierto y te tapa la parte de adelante. No sé dio cuenta de mi jaula en ningún momento porque lo que le importaba no era la parte delantera sino la trasera. Me agarró las nalgas con fuerza y las manoseo por un rato. Escuché que se escupió en los dedos y me los empezó a meter. Primero uno, luego dos, tres y cuatro. Estuvo un rato metiéndome los dedos con fuerza mientras me hacía gemir como perra. Con la mano libre me tapó la boca para que no hiciera mucho ruido. El único sonido que escuchaba era el de las gallinas en la habitación contigua. Cuando se le cansaron las manos de tanto dedo me empezó a meter otra cosa. Su cabeza gruesa hizo presión contra mi agujero y empezó a entrar sin mucho problema. Se sintió riquísimo. Luego entró la base hasta el fondo. El señor X tenía una verga sin circuncidar de 17 cm de buen grosor y se sentía genial tenerlo dentro de mí. Tras un minuto estando dentro empezó a sacarla y volvió a meterla pero esta vez de golpe, empezando así con un mete y saca muy placentero. Cada embestida suya me volvía loco y perdía el control de mis gemidos. Nuevamente me tapó la boca con su mano y me ordenó hacer silencio. No sé por cuánto tiempo me penetró, solo cerré los ojos y me dejé llevar por el placer.
Cuando se cansó, me la sacó y se acostó en el suelo ordenándome que lo cabalgue. Lo obedecí y me senté en su verga dándole la espalda. Era mi turno de complacerlo y empecé a mover las caderas como una perra ensartándome solito todo su miembro. La mejor forma de iniciar el día es con ese tipo de cardio. Dos minutos después me levanté y me di la vuelta. Esta vez me senté en su verga mientras lo veía a la cara con el rayo de luz de la linterna. Lo seguí cabalgando mientras le agarraba los pechos con mi mano. Noté que mi verga enjaulada no dejaba de gotear precum derramándolo sobre su estómago con cada rebote. Cuando me empecé a cansar, él me agarró con fuerza del brazo y empezó a embestirme con más fuerza. El sudor fluía por mi cuerpo, y a pesar de que hacía frío a esa hora, mi cuerpo estaba lleno de calor. Al cansarse, me hizo aún lado levantándose y agarrando uno de los bultos. Lo colocó en posición y me guio hasta quedar recostado con las piernas abiertas. Él se posicionó y me empezó a penetrar suavemente. Un minuto después su ritmo comenzó a aumentar y sus embestidas se volvieron más fuertes. Se inclinó más sobre mí y su sudor comenzó a caer sobre mi cuerpo. Mi instinto fue tomar su brazo y acercar su axila peluda y sudada en mi cara. La lamí con deseo. El señor X empezó a insultarme tratándome como a una perra, cosa que me excitaba bastante. Le pedí suavemente que me preñara, y eso lo calentó un montón porque aumentó aún más el ritmo de sus embestidas.
Siguió dándome con fuerza mientras susurraba lo rico que era mi culo y la suerte que tenía de haberlo encontrado. El hombre no daba más de sí y no tardó mucho en anunciar que me iba a dejar preñado. Los diez segundos finales sacó fuerzas de donde no tenía para inseminarme antes de desplomarse sobre mí. Sentir su cuerpo sudado aplastándome me hizo sentir satisfecho. Quería besarlo, pero sabía que se podía molestar y decidí abstenerme. Al minuto intentó incorporarse. Nuestros cuerpos estaban pegados y al intentar levantarse fue como separar dos lonjas de jamón. Mientras intenté levantarme vi que se puso los pantalones, se bajó la camisa al completo y salió del pequeño cuarto de insumos. Hice lo mismo, me puse la camiseta, noté que tenía manchado de precum el jockstrap, y mi mano se dirigió a mi culo que estaba chorreando su semen. Agarré un poco con el dedo y lo probé. Estaba rico. Me terminé de vestir y salí. El hombre estaba fumando un cigarrillo mientras la luz empezaba a iluminar la zona. Me acerqué y me ofreció pero lo rechacé porque no fumo.
Con su voz grave me dijo que lo acompañara a la salida. En el trayecto no hubo palabras. Al llegar me abrió el portón y me acompañó hasta el carro. Me dijo que tenía un culito delicioso y que llevaba tiempo sin correrse. Le respondí por cortesía que cuando tuviera ganas de nuevo me escribiera y noté una ligera sonrisa en su rostro. Se despidió con la mano y se fue. Encendí el carro y prendí el aire acondicionado. A pesar de que hacía frío afuera mi cuerpo aún seguía sudado y caliente. En el trayecto a casa sentí que mi culo aún escurría. Abrí las aplicaciones para ver si había algo interesante cerca pero no hubo suerte. Al llegar a casa pasé directo a la habitación, estaba cansado y moría de sueño. Me tiré sobre la cama, me metí el dedo sintiendo aún su semen y me llevé el dedo a la boca cayendo inconsciente del cansancio.
Y bueno, ese fue el resumen de lo que pasó con el Señor X. Ese mismo día en la tarde tuve un encuentro en el río con un hermoso macho arenero y marihuanero que me recordó al tío y sobrino de un relato antiguo, pero esa es otra historia.
Gracias por leer.






