Guía Cereza
Publicado hace 10 horas Categoría: Hetero: General 36 Vistas
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Finales del año 2000, tenía un trabajo bueno, el Y2K no acabó con el mundo, la expedición 1 llegó a la ISS, me compré mi espectacular PS2, y armé mi primera pc con un Pentium 4 y una Geforce2 GTS (lo mejor de lo mejor en esa época). Además conocí a Minnie en el paseo de fin de año de la empresa. Una mujer alta, como dos o tres centímetros más alta que yo, (yo mido 1.75), cabello muy liso, largo, tinturado de rojo brillante, cara hermosa, cuerpo escultural visto de frente con ese bikini rojo (por detrás le faltaban glúteos para mi gusto, pero estaba bien) y unos implantes mamarios impresionantes de 300 centímetros cúbicos. Me llamó la atención que semejante mujer estuviera sola la mayor parte de tiempo en ese paseo y esa curiosidad fue la que me hizo acercarme. 

La vi intentando nadar torpemente en la piscina y pensé —¡ah, ya se cómo abordarla! Inicié con una entrada perfecta al agua desde la orilla y luego seguí nadando con el estilo libre más suave, deslizado y técnico que pude, cuidé cada brazada, cada patada, cada respiración para que se viera perfecto y pase a su lado sonriéndole, hice mi rolido para devolverme y al pasar nuevamente a su lado me tocó con un dedo en el hombro diciéndome: Oye, ¿me enseñas a nadar así? me incorporé y le respondí: —¡Si claro! y me presenté: me llamo Papi y desde este instante, hasta que usted aprenda a nadar, seré su profesor exclusivo, señorita:... Minnie Contestó ella con una sonrisa de burla, negando con la cabeza y levantando una ceja por mi ridícula presentación (¡Ja! ¡Pero sirvió!).

Minnie tenía una mirada inquisitiva, pero perdida y juguetona, una logorrea inquieta, sin ahondar en ningún tema, delicadas y blancas manos jugueteando incansablemente con su cabello y constantemente escupía preguntas, comentarios y risas fuera de tono, a diestra y siniestra. Mis banderas rojas saltaron y se agitaron violentamente, pero mi lujuria exaltada por esa mujerona y el hecho de que Micaela se había ido a Europa, me tenían sediento en el desierto del sexo, vi un hermoso oasis en bikini rojo y apagué mi sentido común. 

Como me fue bien como instructor de natación en el paseo, Minnie quiso que le siguiera enseñando. Después del trabajo, íbamos a la piscina y con mucha, mucha, muchísima paciencia de mi parte, después de varios meses logró hacer todos los estilos con buena técnica, el que más le gustaba era el de mariposa y se veía espectacular cada vez que daba las brazadas, ondulaba su poderoso cuerpo y pateaba como una sirena.

Muy excéntrica si, pero una vez que dejé de pensar en el que dirán, una vez que hice caso omiso a las miradas de desaprobación de la gente, pude descubrir sus hermosos valores. Una fuente inagotable de energía la hacía funcionar en todo: en el trabajo, en el deporte, bailando, hablando, en el sexo. Todo lo llevaba al extremo, podíamos estar trotando y de improviso salía corriendo disparada, llevarle el hilo en una conversación era imposible pues no había conversación, era un monólogo. Y en cuanto al sexo, podía estar gimiendo y jadeando en medio de un orgasmo y de pronto decía: —¡huy se me olvidó mandar el correo a mi jefe! O como el chiste: tienen que pintar ese techo, ¡ese color esta horrible!

Mi ganancia con Minnie era la variedad, un día podía estar vestida como ejecutiva, otro como metalera y su cabello pasó por todos los colores del arcoíris. Como nunca la critiqué ni le llevé la contraria por más extrema que se pusiera, me tomó mucho afecto (no creo que pudiera concentrarse para amar), y yo le tome un cariño grandísimo, era como lidiar con un espíritu libre e indomable y esa independencia me agradaba mucho. Minnie me podía llamar a las 3 de la mañana para hablar intrascendencias. También podía aparecerse en mi apartamento en cualquier momento, sin ninguna explicación, bien para hablar, para intimar, para cocinar, para limpiar o para echarse a dormir ocupando toda mi cama. Totalmente impredecible, le agradeceré eternamente la paciencia que me hizo desarrollar.

Recuerdo ese viernes por la tarde que estaba leyendo en mi pc sobre el proyecto genoma y los muchos estudios e investigaciones que podrían desprenderse de ese hito científico, cuando entró Minnie corriendo a mi apartamento (le di unas llaves para que pudiera entrar y salir a su antojo) y me dijo imperiosamente: —¡Empaca unos chiros que nos vamos! Y arrojó unos pasajes de avión y váuchers de hotel sobre mi escritorio, el destino era San Andrés, todo incluido. Mis neuronas no conectaban, quedé congelado mental y físicamente, mientras tanto Minnie ya había abierto mi clóset y aventaba mi ropa por todos lados. Respiré profundo y racionalicé que sería genial tener a Minnie ligera de ropas y a mi disposición unos dias, miré las fechas del viaje y me di cuenta que Minnie había escogido un puente festivo, ¡ese puente festivo! Ese mismo día teníamos que estar en el aeropuerto las 7pm ¡y eran las 5pm!

Llegamos corriendo y apenas alcanzamos a abordar, en vez de enojarme, me dejé contagiar de la risa estrambótica de Minnie al entrar en el avión e hice caso omiso a las miradas y comentarios de desaprobación de los demás pasajeros y me reí con ella, fue maravillosamente liberador, Minnie era deliciosamente auténtica, un ser humano totalmente transparente. Una lección más para mi vida. Entramos a nuestra habitación del hotel y en un santiamén estaba cambiada, maquillada y brincando sobre la cama gritando: —¡Vamos a bailar! Le respondí alegre: —¡Vamos Minnie! En el camino hacía caballitos y jubilada sin importarle nada ni nadie, era una niña de 5 años de 177 centímetros de estatura, con 300 cc de tetas y con un largo cabello azul. 

La rumba apenas comenzaba, la música estaba un poco floja pero Minnie se bailaba hasta las pausas, el sudor corría por su piel a cascadas y a medida que pasaba el tiempo se notaba su excitación, bailaba totalmente pegada a mi, constantemente restregaba sus caderas o sus pequeños glúteos contra mi bulto ya crecido. En medio de un merengue me dijo: acompáñame al baño. La espere en la entrada pero a los 3 segundos entreabrió la puerta y me metió a la fuerza, puso el seguro, bajó mis pantalones, sacó mi verga y se la metió hasta el fondo de su cálida garganta, que momento tan inolvidable, imprevisible, emocionante por el excitante temor a ser descubiertos, la mamada fue espectacular, violenta, profunda, su saliva escurría por sus comisuras, hasta que unos toques insistentes en la puerta nos sacaron de nuestro paraíso. Salimos entre miradas acusadoras defendiéndonos con nuestras risas burlonas y orgullosos de nuestra pilatuna. Bailamos un rato más hasta que bailando un reggae, me dijo al oído: ya no me aguanto más Papi, ¡te quiero adentro! Corríamos al lado del mar riéndonos como orates y de pronto Minnie me empujó al agua, se lanzó tras de mi y nos abrazamos y besamos mientras las aguas tibias y calmas nos acariciaban, imaginé una orgía donde las pequeñas olas eran las manos de decenas de amantes acariciándonos.

Minnie tenía mi verga entre sus manos, de pronto me miró maquiavélicamente, aspiró profundo, se sumergió y sentí la tibieza de su garganta (confieso que me asusté mucho), miré a todos lados a ver si teníamos público pero afortunadamente estábamos solos en el agua, había unas pocas personas en la orilla pero estaban lejos, haciendo lo suyo y lo más importante, no había niños. Así que me relajé y disfruté, agradeciéndole a la vida por estar con una persona tan singular. Me sorprendió la resistencia pulmonar de esa mujer, se sumergió por lo menos diez veces hasta que a la última me dijo: ay, tengo mareo, las carcajadas hicieron que mi erección cediera para poder salir del mar y seguimos la faena en nuestra habitación. Le correspondí a Minnie con un sexo oral concienzudo que me supo a mar; ella, increíblemente no se distrajo y tuvo orgasmos de todas las clases y colores, luego hicimos un 69 delicioso hasta que me dijo: —¡vamos a hacer algo muy loco!...¡Tengamos sexo hasta que amanezca!... ¡No podemos parar hasta que salga el sol!... ¡Prohibido eyacular!

Acepté el reto aún sabiendo que iba a perder pero utilicé todas mis armas: me puse doble condón, inicié en misionero a ritmo lento, bien adentro y casi sin salirme de su cuerpo, imaginé que estaba trotando una maratón y cerré los ojos para no excitarme con sus tetas, le abrí y levanté al máximo sus muslos para que su vagina no apretara tanto y le apliqué abundante lubricante para disminuir el roce, en esa postura casi no podía moverse y yo tenía todo el control, además intercalé con sexo oral y así estuvimos más o menos media hora mientras ella llegaba una y otra vez gimiendo hermosamente (seguía súper concentrada, creo que el alcohol nos ayudó a ambos por ser un depresor del sistema nervioso).

Luego la puse de lado, abriéndole sus larguísimas piernas y manteniendo una de ellas contra mi pecho para seguir manteniendo su vagina lo más abierta posible, mientras yo, arrodillado, la penetraba profundamente y sin sacar mucho mi verga pues el fondo de saco vaginal es más ancho y el músculo elevador del ano no aprieta tanto. Además me detenía a veces o cambiaba de ritmo cuando sentía mi orgasmo inminente y jugaba con sus supertetas, así pude aguantar otra media hora, mientras escuchaba a Minnie gritar por primera y única vez con sus orgasmos (seguía súper concentrada). 

De ahí fue fácil ponerla boca abajo, le abrí muchísimo sus muslos y sus pequeñas nalgas y nuevamente me inserté profundamente en su cálida feminidad, le mantuve las piernas abiertas con las mías y la sostuve por las muñecas para mantenerla inmóvil, en esa posición estuve muy cómodo, bien adentro de mi amiga, pude durar casi media hora, ya estaba agotado y Minnie también pues ya solo gemía uno que otro orgasmo y hasta se durmió fugazmente un par de veces.

De esta posición fue fácil colocarla a gatas, con mis rodillas le mantuve sus muslos lo más abiertos que pude mientras me aferraba a sus caderas o le halaba su largo cabello tinturado de azul que hacía juego con el mar. Pensé que poseer a esa mujer de nalgas pequeñas en esa posición tenia su aspecto lujurioso, la penetración era mucho mas profunda y ambos orificios se veían maravillosos, dispuestos, abiertos, ver ese hermoso ano palpitante y su vagina invadida por mi, me hacía sentir muy macho y la sentía a ella toda una hembra.

En un momento de locura, intenté entrar por su ano pero Minnie se negó rotundamente diciendo: no Papi, por la cola es muy doloroso, ya lo intenté varias veces y no pude, sigue como antes que ibas bien. Cambié de condón pues había alcanzado a meterle la mitad del glande y no le iba a contaminar sus genitales. Volví a penetrar su cálida y húmeda vagina mientras le abría muchísimo sus nalgas y me conforme con acariciarle el ano con mi pulgar. Esa postura en cuatro fue muy cómoda también y pude aguantar otra media hora.

Los primeros rayos del sol se asomaron por el horizonte al mismo tiempo que Minnie se quejaba que ya no podía más y que le ardía mucho la vagina, salí del cuerpo de mi amiga y seguí con una cubana violenta entre esos grandes melones donde me vine rápidamente bañándole con abundante semen esas tetas inmensas, artificiales, pero muy excitantes. Minnie me dijo: vaya, nunca me habían hecho tanto sexo por tanto tiempo, nunca había tenido tantos orgasmos y nunca había estado con un hombre que durara tanto. ¡Mis respetos Papi! Ahora a dormir —Puso su cabeza en la almohada y se durmió inmediatamente. 

Caí fundido a su lado y dormimos todo el día, nos despertó el hambre ya entrada la tarde. Obviamente Minnie terminó con cistitis y yo con mi pene adolorido y ambos como si nos hubieran apaleado, así que no hubo más sexo, solo medicamentos. Pero sirvió para dar la vuelta a la isla, conocer el hoyo soplador, La Piscinita, Rocky Cay, Cocoplum Bay y el mirador de la loma. Al día siguiente fuimos a Johnny Cay, Rose Cay, Haynes Cay, montamos en gusano, hicimos moto acuática y aprendimos windsurf. ¡No hay nada mas genial que viajar con una amiga!

Minnie siguió siendo mi amiga (sigue siendo mi amiga), continuaba entrando a mi apartamento a su antojo, teníamos sexo cada vez que queríamos, pero nunca volvimos, ni pudimos, ni quisimos, repetir la maratón sexual de San Andrés.

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🍒 Pregunta Cereza

“Lo más excitante que me han hecho sin quitarme la ropa…” A veces lo más erótico no necesita piel desnuda ¿Qué fue lo más excitante que te hicieron sin tocarte directamente? ¡Cuéntanos!