En el corazón de Bogotá, cuatro amigos universitarios se preparan para una escapada que promete cambiar sus vidas sexuales y amorosas para siempre. Aquí va el contexto de esta historia
Santiago, el protagonista, tiene 21 años. Es un joven moreno de ojos negros y cejas pobladas. Un hombre inteligente y dulce. Su cuerpo es musculoso, pero no marcado. Tiene pene grueso de 17 cm erecto y un culo respingón que atraía miradas. Versátil en la cama, amaba hablar sucio y usar ropa interior ajustada que marcaba su bulto.
Su novio, Willy, de 19 años y es blanco, pecoso y crespo. Es un hombre dulce, tierno y mimado. Alto, con un culo grande y un pene de 16 cm erecto; pasivo por naturaleza, prefiriendo tangas y suspensorios.
Matías es uno de los mejores amigos de Santi. Heterosexual. Lleva cuatro meses con su novia Paola. Trigueño de ojos verdes, estatura media y labios carnosos, tatuado y con un cuerpo marcado por el ultimate. Tiene una verga de 19cm, venosa y capaz de venirse hasta cuatro veces seguidas. Desde hace un año tiene curiosidad por los culos, y su novia no lo deja probar.
Finalmente, Juan Fernando, de 23 años es un hombre timido y con un rostro fino y cuidado. Moreno, flaco, con un pene curvado de 21 cm erecto. Comparte una tensión sexual secreta con Santiago, marcada por el respeto y el deseo contenido. Entre ellos no ha pasado nada, pero el deseo es evidente.
Juntos, planeaban un camping en un pueblo cercano, ignorando cómo la naturaleza desataría sus pasiones ocultas.
Escena 1: La Maqueta y el Deseo AcumuladoEl apartaestudio de Willy en el centro de Bogotá era un caos organizado, típico de un estudiante de Arquitectura. Ubicado en un edificio antiguo de la Candelaria, con paredes de ladrillo expuesto y ventanas que daban a las calles empedradas bullentes de vida urbana, el espacio era pequeño pero acogedor. Una cama queen ocupaba el rincón principal, cubierta con sábanas desordenadas de algodón azul, mientras que la mesa de trabajo estaba atiborrada de cartones, pegamento, reglas y maquetas a medio hacer. El aire olía a café recién hecho y a la madera fresca cortada para el proyecto de Willy, un modelo de un edificio sostenible que debía entregar en dos días. Era una tarde de viernes, el sol filtrándose en rayos dorados a través de las cortinas, y el ruido distante de los vendedores ambulantes se colaba como un fondo constante.
Willy, con su piel blanca salpicada de pecas y su cabello crespo revuelto, estaba inclinado sobre la mesa, frustrado. Llevaba una camiseta holgada blanca que se adhería ligeramente a su torso alto y delgado por el sudor del estrés, y unos shorts deportivos que dejaban ver sus piernas largas. "Ay, Santi, esto no me sale. La estructura se me cae cada vez que intento pegar el techo, se quejó, frotándose los ojos con el dorso de la mano. Su voz era suave, tierna, sin una pizca de grosería; era el consentido del grupo, siempre mimado por sus amigos.
Santiago, sentado en una silla cercana, observaba a su novio con una sonrisa juguetona. A sus 21 años, era el mayor de la pareja, y esa diferencia de dos años se notaba en su madurez, aunque el amor que sentían era profundo y genuino tras seis meses juntos. Vestía una camisa ajustada que delineaba su espalda media y su torso grande. Sus briefs de nylon negro marcaban un bulto prominente en sus jeans "Ven acá, amor. No seas tan duro contigo mismo. Déjame ayudarte", dijo Santiago. Se acercó por detrás, rodeando la cintura de Willy con sus brazos morenos, y besó su cuello pecoso. El olor a jabón de Willy, mezclado con el sudor ligero, lo invadió. Ese olor a hombre lo embriagó, haciendo que su pene de 12 cm en reposo empezara a hincharse contra el culo respingón de su novio.
Willy se tensó al principio, pero luego se relajó contra el pecho de Santiago. "Santi, no... tengo que terminar esto......", murmuró, aunque su voz ya temblaba con un matiz de deseo. Santiago no se detuvo; sus manos subieron por debajo de la camiseta de Willy, acariciando su piel suave y cálida, rozando los pezones pequeños que se endurecieron al instante. "Shh, solo un poco. Te ves tan estresado, mi amor. Déjame quitarte esa tensión", susurró Santiago, su aliento caliente contra la oreja de Willy. Sus dedos bajaron, trazando el borde de los shorts, sintiendo el calor que emanaba del cuerpo alto de su novio.
Willy giró la cabeza, sus ojos azules encontrando los negros de Santiago. "Siempre sabes cómo distraerme", dijo con una risa dulce, pero no se apartó. Santiago lo besó entonces, un beso lento y profundo, sus lenguas entrelazándose con sabor a café y menta. Las manos de Santiago exploraron más, bajando los shorts de Willy para revelar su tanga roja, que apenas contenía su culo y pene. "Mira esto......me encanta cómo te marca el culito", murmuró Santiago, su voz ronca de excitación. Willy se sonrojó, pecas destacando en sus mejillas.
Pero el juego había empezado. Santiago lo giró completamente, presionándolo contra la mesa de trabajo, y comenzó a besar su cuello, bajando por el pecho. Levantó la camiseta de Willy, lamiendo sus pezones con la lengua plana, sintiendo cómo se erizaban bajo su toque. Willy jadeó, sus manos enredándose en el cabello moreno de Santiago. "Oh, amor... eso se siente tan bien. No pares". Santiago sonrió contra su piel, bajando más, arrodillándose para besar el abdomen plano de Willy, rozando su nariz contra el bulto en la tanga.
"Ven, vamos a la cama. Quiero hacerte mio", dijo Santiago, levantándose y tirando de la mano de Willy. Caminaron los pocos pasos hasta la cama, donde Santiago empujó suavemente a su novio sobre las sábanas. Willy se recostó, mirándolo con ojos llenos de deseo. Santiago se quitó la camisa, revelando su torso musculoso con un poco de panza suave, y luego los jeans, dejando ver sus briefs negros ajustados a su pene, que ya estaba completamente erecto. Su bulto ya mostraba una mancha de pre-semen. Bajó los shorts y la tanga de Willy, exponiendo su pene erecto a 16 cm, rosado y delgado, y su culo grande y respingón, blanco como la leche.
Santiago se inclinó, besando los muslos internos de Willy, subiendo hasta lamer sus bolas suaves y depiladas. Willy gimió tiernamente, "Ah... amor, eso me hace cosquillas ricas". Santiago succionó una bola en su boca, rodándola con la lengua, mientras su mano acariciaba el pene de Willy, masturbándolo lentamente. El pre-semen de Willy goteaba, dulce en los labios de Santiago. Luego, pasó a mamar el pene, tragándolo hasta la mitad, sintiendo cómo latía en su boca caliente y húmeda. Willy arqueó la espalda, "Santi... oh, sí... no pares"
No pasó mucho antes de que Willy quisiera devolverle el favor. Santiago se levantó, quitándose los boxers para liberar su pene grueso de 17 cm, venoso y con bolas grandes colgando. Willy se arrodilló en la cama, tomando el pene en su mano, admirándolo. "Es tan grueso... me encanta cómo se siente". Lo lamió desde la base hasta la punta, saboreando el salado pre-semen, luego lo succionó profundo, ahogándose un poco pero persistiendo. Santiago gemía, "Sí, Willy... mama esa verga. Pídemela". Willy miró arriba, ojos inocentes, "Dame tu verga, Santi. Quiero sentirla toda"
El morbo escaló. Santiago empujó a Willy de espaldas, separando sus piernas para lamer su culo. La lengua de Santiago trazó el ano rosado y apretado de Willy, humedeciéndolo, penetrándolo ligeramente. Willy jadeó. La lengua de Santiago lo hacia temblar como nadie. Santiago metió un dedo, luego dos, lubricándolos con saliva, preparando el camino. "Tu culito es perfecto, Willy. Tan apretado para mí".
Willy, siempre precavido, sacó un condón de la mesita de noche. Santiago no rechazó; se lo puso, lubricándolo con gel de la misma gaveta. Se posicionó, la punta gruesa presionando el ano de Willy. "Listo, mi amor. Dime si duele". Entró suave al principio, centímetro a centímetro, sintiendo el calor apretado a través del látex. Willy mordió su labio, "Ah... despacio... sí, así... te siento tan grande". Santiago empezó a moverse, suave, besando a Willy mientras follaba, sus cuerpos sudados chocaban.
Pronto, el ritmo aumentó. Santiago embistió más duro, el sonido de piel contra piel llenando la habitación. "Toma verga, Willy. Pídemela más fuerte". Willy, jadeando, "Sí, amor... dame más... clávame duro". Cambiaron a perrito, Willy de rodillas, culo en alto. Santiago lo penetró profundo, agarrando sus caderas, sintiendo cómo el culo de Willy lo apretaba. Lo podía mirar a los ojos. La mezcla de pasión carnal marcada por la penetración, con el amor que causaba mirarse a los ojos, tenia mareado a Santi. Wally, sin tocarse, sentía en su pene descargas electricas. Sabía que su novio podía hacerlo llegar al orgasmo sin tocarse. "Qué rico culo, mi amor. Me vas a hacer venir".
Pero Santiago no quería terminar ahí la faena. Salió de Willy, se quitó el condón y lo arrodilló. Lo puso a mamar, mientras con sus dedos se habría paso en el ano rosado de Willy. Santi queria más intimidad. Así que votéo a Willy, lo puso en misionero y empezó a puntear su verga sin condón. Willy, notándolo, dudó. "Santi... sin condón? No sé...". Santiago lo besó, tocando todo su cuerpo. "Por favor, Willy. Quiero sentirte a pelo. Te prometo que será increíble". Willy, excitado, aceptó. "Está bien, amor..." Santiago entró sin barrera, el calor crudo del culo de Willy envolviéndolo. "Oh, mierda... qué rico sin condón".
Siguieron culeando en misionero, Santiago besando a Willy mientras embestía. Luego, Willy montó a Santiago, cabalgando su verga gruesa, sintiendo cada vena. Santiago jugaba con sus pezones, "Sí, cabalga esa verga. Pídeme leche". Willy, cerca del clímax, "Dame tu leche, Santi... préñame".
El orgasmo de Santiago llegó como una tormenta. Acumulada desde tres días, su leche explotó en ocho trallazos potentes dentro del culo de Willy. "Toma... ahhh... mi leche... te preño todo". Cada chorro era caliente, espeso, llenando a Willy, quien sintió los pulsos internos, como olas de placer. Mientras Santi estallaba, Willy tuvo un orgasmo anal, viniéndose sin tocarse, su pene disparando semen sobre el pecho de Santiago, viendo estrellas en su visión, el cuerpo temblando en éxtasis.
Jadeantes, se besaron. Willy se levantó tras varios minutos reponiendose, semen goteando de su culo. "Voy a bañarme, amor". Santiago sonrió, exhausto pero satisfecho.
Mientras Willy entraba al baño, el teléfono de Santiago vibró. Era Matías. Contestó, voz aún ronca. "Hey, parce. ¿Qué tal?". Matías, en los vestuarios del campo de ultimate, estaba sin camiseta, su cuerpo trigueño y marcado sudado, tatuajes reluciendo bajo las luces fluorescentes. Solo llevaba una licra ajustada que marcaba su pene de 15 cm flácido y sus muslos potentes.
Matias continuó en la llamada "Bien, parce, aquí desvistiendome que me ducharé despues de una buena jornada". Santi sólo pudo sonrojarse. Su amigo heterosexual sólo estaba al alcance de su imaginación (o eso creía). Continuó "Santi, todo listo para el viaje. Oye, Juan Fernando confirmó que va ¿te sientes bien con eso?"
A Santiago se le hizo un nudo en la garganta. Juan Fernando, con quien compartía esa tensión sexual palpable, iría. Tendría a Willy, su novio, y a Juan Fernando, su amor secreto, en el mismo camping. "Todo bien", resolvió en contestar Sebas. Y despues del shock momentaneo, continuó "Genial, Matías. Nos vemos mañana. ¿Estás bien después del partido?". Matías rio, secándose el sudor. "Sí, parce. Solo un poco adolorido, pero nada que una pola no cure. Tú, ¿todo bien con Willy?". Santiago miró hacia el baño, oyendo el agua. "Sí, todo bien. Nos vemos, "Matti".
"Epa, Santi. Un abrazo" cerró Matias la conversación. El corazón de Santi latía fuerte, anticipando el viaje que lo pondría entre dos amores.
CONTINUARÁ............







