Guía Cereza
Publicado hace 10 horas Categoría: Gay 52 Vistas
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Hola, hola.... llega el segundo capitulo de nuestra historia. Aquí encuentran el primer episodio: https://guiacereza.com/experiencias/post/73245/cuarteto-de-amigos-universitarios-capitulo-1

Les recuerdo los cuatro protagonistas:

Santiago, el protagonista, tiene 21 años. Es un joven moreno de ojos negros y cejas pobladas. Un hombre inteligente y dulce. Su cuerpo es musculoso, pero no marcado. Tiene pene grueso de 17 cm erecto y un culo respingón que atraía miradas. Versátil en la cama, amaba hablar sucio y usar ropa interior ajustada que marcaba su bulto.

Su novio, Willy, de 19 años y es blanco, pecoso y crespo. Es un hombre dulce, tierno y mimado. Alto, con un culo grande y un pene de 16 cm erecto; pasivo por naturaleza, prefiriendo tangas y suspensorios.

Matías es uno de los mejores amigos de Santi. Heterosexual. Lleva cuatro meses con su novia Paola. Trigueño de ojos verdes, estatura media y labios carnosos, tatuado y con un cuerpo marcado por el ultimate. Tiene una verga de 19cm, venosa y capaz de venirse hasta cuatro veces seguidas. Desde hace un año tiene curiosidad por los culos, y su novia no lo deja probar.

Finalmente, Juan Fernando, de 23 años es un hombre timido y con un rostro fino y cuidado. Moreno, flaco, con un pene curvado de 21 cm erecto. Comparte una tensión sexual secreta con Santiago, marcada por el respeto y el deseo contenido. Entre ellos no ha pasado nada, pero el deseo es evidente.

Juntos, planeaban un camping en un pueblo cercano, ignorando cómo la naturaleza desataría sus pasiones ocultas.

Escena 2: Calor en el Camino y Fuego en la Noche

Era la hora del viaje. La camioneta avanzaba por la carretera montañosa. El motor ronroneando constantemente mientras el paisaje verde se deslizaba por las ventanas.

Matías manejaba con una mano en el volante y la otra ocasionalmente reposaba en el muslo de Paola, su novia de cuatro meses, una chica alta de cabello rojo largo y piel olivácea, que charlaba animadamente sobre el estrés de sus exámenes en la universidad. Atrás, Santiago estaba atrapado en el medio del asiento trasero: Willy, su novio, a su izquierda, apoyado tiernamente en su hombro. Juan Fernando, su amor proníbido a su derecha, rozando la rodilla de Santiago con cada curva. El aire estaba cargado de incomodidad. Santiago sentía el calor de ambos cuerpos, el aroma dulce de Willy mezclado con la colonia fresca y masculina de Juan Fernando. Cada bache hacía que sus muslos se presionaran más, y Santiago luchaba por mantener la calma.

"¿Todo bien allá atrás, parceros?", preguntó Matías, su voz extrovertida y dominante, rompiendo el silencio incómodo. Miró por el retrovisor, notando cómo Santiago se removía entre sus dos amores. Matías, siempre el mediador, el tipo que preguntaba "cómo estás" en medio de la tormenta, sabía de la tensión. Era uno de los mejores amigos de Santiago, y reconocía perfectamente cuando su amigo estaba incomodo. Paola intervino, girándose. "Chicos, pongamos música. Algo para el viaje". Puso una playlist y el ritmo llenó el vehículo, aliviando un poco la atmósfera. Matías canturreaba, tamborileando en el volante, pero seguía vigilando a su amigo Santi. Sentía que era su responsabilidad cuidarlo y estar pendiente de él.

Después de una hora, pararon en una estación de gasolina solitaria. "Necesito aire", murmuró Santiago, saliendo rápido de la camioneta. Su corazón latía fuerte; estar entre Willy y Juan Fernando lo había dejado agitado. Matías lo notó y lo siguió. "Espera, parce. Te acompaño al baño".

Entraron al baño de la estación. Era un espacio sucio con lavamanos amarillentos y dos orinales blancos sin separador, expuestos uno al lado del otro. El olor a desinfectante barato y orina vieja impregnaba el aire húmedo. Santiago se posicionó en un orinal, bajando el zipper de sus jeans, sacando su pene de 12 cm flácido, grueso y con bolas grandes colgando. Empezó a orinar y el chorro suave salpicaba la porcelana. Matías se paró al lado, sin pudor, sacando su pene flácido de 15 cm, grueso y venoso, depilado y cabezón. Su chorro fue potente. El olor a orina caliente y masculina llenó el espacio.

Santiago no pudo evitar mirar. Vio cómo la verga de Matías colgaba pesada. Registraba cómo el chorro salía directo del agujero ancho del glande y cómo las bolas se contraían ligeramente con cada pulsación. Su propia verga empezó a endurecerse en su mano. Sintió el grosor aumentar y la cabeza hincharse mientras intentaba terminar de orinar.

"Parce ¿todo bien con Paola?", preguntó Santiago con voz temblorosa, para distraerse de la vista gloriosa que tenía. Matías suspiró, aún orinando. "Parce, problemas en el paraíso. Paola no me deja venirme adentro ni muerto. Ni con condón. Dice que le da ‘cosa’. Y comerle el culo… ni hablar, broer. Yo quiero lamer un culo rico, meter la lengua hasta el fondo, sentirlo apretarme la cara". Lo que Santi pensó como una distracción terminó por endurecer su verga de 17cm. A medida que hablaba, la voz de Matías se volvió más ronca. Su chorro empezó a debilitarse y, de pronto, su verga se hinchó visiblemente. 19 cm erectos, gruesos y venosos. El glande hinchado y rojo brillando con precum que ahora goteaba en un hilo largo y viscoso. La verga palpitaba con cada latido del corazón, apuntando hacia arriba, dura como piedra.

Santiago se quedó mirando fijamente. Su propia verga ya estaba erecta, gruesa y cabezona. El aire del baño era espeso, cargado de olor a orina, sudor y excitación pura. Matías giró la cabeza, lo pilló mirando, y sonrió con esos labios carnosos. Sus ojos verdes brillaron con una mezcla de desafío y deseo, y se cruzaron con los marrones y profundos ojos de Santi. Por un segundo pareció que iba a hacer o decir algo. La verga de Matías dio un salto, soltando otro hilo largo de precum que cayó en el orinal.

Pero Matías respiró hondo, apretó los dientes y se guardó la erección con dificultad en los boxers ajustados. El bulto era obsceno. La cabeza del pene se marcaba claramente y el tronco grueso presionaba la tela del jean, recostado hacia la izquierda “Mejor salgamos, parce… antes de que esto se desmadre”. Salieron en silencio. El corazón de ambos latia fuerte. La tensión sin resolver era palpable.

Llegaron al camping al atardecer. Armaron las carpas junto al lago, rodeados de árboles y el sonido de grillos. La noche cayó rápida, y alrededor de la fogata, bebieron cerveza fría y fumaron marihuana de un porro que pasó de mano en mano. El humo dulce y terroso llenaba el aire. Willy, algo ebrio y somnoliento, bostezó. "Amor, me da sueño. Voy a la carpa". Besó a Santiago tiernamente y se fue.

Santiago y Juan Fernando se quedaron con Matías y Paola. Santiago y Juan Fernando constantemente y se miraban y reían. Matías los miró sospechoso, sabiendo que algo podía pasar, y al final decidió darles un espacio "Bueno, parceros, nosotros tambien nos vamos a 'dormir'". Guiñó, tomando la mano de Paola y yendo a su carpa.

En la carpa, Matías besó a Paola apasionadamente. Sus manos carnosas exploraban su cuerpo. Ella gimió, pero cuando él bajó sus pantalones, revelando su erección dura y botando precum, ella se apartó. "No, amor. No quiero hoy". Matías, frustrado, respetó su decisión, y ambos se acostaron, dandose la espalda.

Santiago y Juan Fernando, solos junto al lago, se miraron. La marihuana amplificaba todo. "Juan... no aguanto más", murmuró Santiago, acercándose. Se besaron por primera vez, lenguas entrelazándose con sabor a cerveza y humo. Ganaron las ganas. Se metieron al baúl amplio de la camioneta, que habían dejado abierto con sacos de dormir como colchón. La luna apenas iluminaba sus cuerpos que se desnudaban con prisa.

Se besaron con hambre desesperada, y sus manos recorrían sus cuerpos. Santiago bajó los boxers de Juan Fernando y liberó su verga ya completamente erecta de 21 cm, gruesa, curvada hacia abajo. “Jueputa, Juan… qué verga tan deliciosa”, jadeó Santiago, agarrándola con ambas manos, sintiendo el calor y el peso. Se arrodilló en el baúl y la mamó con deseo. Su lengua lamía desde las bolas hasta la punta, recogiendo el precum salado-dulce, luego tragándola profunda hasta que la curva golpeó el fondo de su garganta. Juan Fernando gimió ahogado, con respiración altísima y rápida, Sus manos temblaban en el pelo de Santiago. “Santi… trágatela toda… sí, así…”.

Juan Fernando lo levantó, le quitó los briefs de nylon y dejó libre la verga gruesa de 17 cm de Santiago, así como sus bolas grandes, pesadas y llenas. Se arrodilló y las devoró, Lamió las bolas una por una, metiendo cada una entera en la boca, succionando fuerte mientras masturbaba el tronco. Luego subió al pene, succionando la cabeza, y llevó su boca hasta la base de su pelvis. Santiago gemía alto: “Mamá mis huevas, Juan… pídeme verga…... Ante estas palabras, Juan se encaramó en Santiago, dejando que su culo rozara el pene erecto de Santi, punteándolo.

Juan sacó un frasquito de poppers. "Prueba esto". Aspiraron. El químico rush invadi{o. Sintieron un calor intenso. Dilatación. Excitación salvaje. Santiago, que no lo había probado, sintió su cuerpo relajarse. Su verga se tensó y su ano se dilató. "Parce, esto es... intenso. Me dilata todo". A medida que el popper tomaba efecto, el culo de Juan se abría. Sentía que la verga de Santi se habría paso en su ano........Dudaron ¿a pelo?", preguntó Santiago. Juan sintió su culo abrirse solo, palpitando, queriendo ser llenado. “Métemela ya” pidió Juan entre dientes.

Otro hit largo de poppers y el ano de Juan Fernando se relajó tanto que la verga gruesa de Santi entró casi sola, a pelo. Los 17 cm rectos y gruesos deslizándose centímetro a centímetro. “Ahhh… me estás partiendo… clávame hasta el fondo”, suplicó Juan. Santi empezó suave, luego duro: embestidas profundas, la curva golpeando la próstata de Juan con cada entrada. Cambiaron a perrito dentro del baúl: Juan de rodillas, culo en alto, Santi agarrando sus caderas y follando como máquina. Sus grandes huevas chocaban contra las de Juan. “Toma toda mi verga… siente cómo te abro”, le susurraba Santi al oído.

Luego cambiaron. Santiago quería esa verga monstruosa dentro de él. Otro hit de poppers dilató su ano al máximo. Ahora Juan lo penetró. Esta vez era Santiago encima, cabalgando, bajando lento, sintiendo cada vena y cada centímetro estirándolo. “Me estás reventando el culo… dame más… lléname de leche”. Gritaba Santi.

Desde la oscuridad, Matías los vio todo. Su verga volvió a endurecerse al instante. Sus 19 cm volvían a palpitar, botando precum en cantidad. Se tocó lento, viendo los cuerpos sudados, oyendo los gemidos y registrando cómo la verga de Juan entraba y salía del culo de Santiago.

Última aspirada profunda de poppers. Juan Fernando sentía el calor recorrer su cuerpo, y de repente lo sintió concentrado en su verga de 21 cm. Era el momento del orgasmo. "Santi..... ah.......ahí viene........te preño todo… toma mi leche… siente cómo te lleno”, jadeó Juan". Mirando a los ojos a Santi, se corrió con violencia: nueve trallazos potentes de leche espesa y caliente inundando el culo de Santiago. La carga era tanta que empezó a rebosar inmediatamente por la verga curvada de Juan. Santiago sintió cada chorro golpeando dentro, caliente, espeso, llenándolo hasta el borde. Sentia como el semen de Juan escurria entre su culo y sus muslos. Entre los jadeos de Juan y la sensación del semen entre su culo, se vino sin tocarse: seis trallazos de leche salpicaron el plano abdomen y pecho de Juan. Su ano apretaba.

Matías, a diez metros, vio la leche correr por el culo y los muslos de Santi. Su propia verga dio un salto, la cabeza hinchada soltando un chorro grande de precum transparente. Estuvo a punto de venirse solo con la vista, pero apretó fuerte la base, conteniendo la eyaculación. El deseo, la frustración y los celos lo consumieron. Se mareó ante tantas emociones y sensaciones encontradas. Se guardó su verga, que palpitaba dolorosamente, pero estaba decidido a confrontar a Santiago.

La noche quedó en silencio, solo el sonido del lago y el olor a sexo crudo flotando en el aire, hasta que Santi y Matias se encontraron frente al lago........

CONTINUARÁ...........

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