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Los voy a llevar unos cuantos años atrás en mi vida… para ese entonces tenía once años y medio, estaba en sexto de bachillerato, estudiaba en un colegio de “monjas” , y mis compañeras de colegio estaban sorprendidas porque yo ya tenía un par de cosas “gigantes” en el pecho.
En el colegio habían decidido implementar una nueva materia llamada Lúdica, en la cual debías escoger entre varias clases, y como nunca aprendí a pintar, soy arrítmica y desafinada, decidí irme por el teatro. El día que lo vi por primera vez no fue el mejor de mi vida, estaba recostada contra la pared, con la cabeza agachada, tratando de ocultar el dolor que me producía el cólico de mi primera menstruación, a lo lejos pude escuchar que mi nuevo profesor se llamaba Fabián.
De repente alguien se agacha y me pregunta si estoy bien, reacciono y mientras le respondo me acaricio la frente –Me duele la cabeza- se trataba de mi nuevo profesor, me miraba con sus ojos oscuros, una linda sonrisa y su pelo negro engominado, me dice que me recueste un rato hasta que se me pase.
Un miércoles nos da su primera clase, se aprende mi nombre fácilmente, y me mira mientras hago los ejercicios de ubicación en el espacio, es un profesor joven y atractivo, mis hormonas andan a mil por hora y no puedo evitar que su mirada me produzca cosquillas en mi vagina. Esa noche al acostarme enrollo mis cobijas sobre mi vagina y comienzo a moverme pensando en sus ojos, en su boca, en la corriente eléctrica que recorría mi cuerpo cada vez que nuestras miradas se encontraban.
Otro día de clase, pero nos encontramos camino al salón, el coge mi mano para que vamos juntos, se queja porque deberíamos ir de educación física a su clase, pero no se puede, porque ese día nos exigen llevar gala, una compañera le dice que nos podemos quitar el vestido porque siempre llevamos shorts debajo de este. Toda la tarde no dejo de pensar en el, en su mano apretando la mía, imagino besándolo, acariciando sus brazos, mi interior se empieza a mojar y me encierro en mi cuarto, y vuelvo a frotarme contra la cobija, a darle besos al edredón pensando que son su boca y sintiendo su mano tocando la mía.
Hoy nos pide quitarnos el vestido para que estemos más relajadas, nos enseña algunas posiciones, está pendiente de que yo las haga correctamente, y su mano acaricia mi pierna buscando la perfección, su olor es delicioso, cuando esta cerca pierdo el equilibrio y me voy contra su cuerpo, el con sus manos evita que me caiga. Apenas llego a mi casa me encierro en el cuarto, se que lo deseo y me está quemando, sin pensarlo pongo mis cobijas sobre mi clítoris, imagino sus manos recorriendo mi cuerpo, su boca besándome el cuello, los labios, veo su cuerpo moverse contra el mío, imagino su pene penetrándome y quedo exhausta sobre la cama, caigo en cuenta que es la primera vez que me froto contra mis cobijas pensando en un hombre.
Ahora que lo veo en clase no puedo dejar de imaginar cómo sería besarme con él, que sentiré si me toca. El me pide que salga a improvisar una escena, me dice que actué de viejita, y me dice que él es mi hijo con síndrome de Down, el esta arrastrándose por el piso, trato de controlarlo de una crisis, el se aferra a mi pierna, toco su cabello en sentido maternal, el contacto me hace salir de mi personaje, siento una oleado de sensaciones, lo controlo, vuelvo a mi personaje, entonces a pesar de mis dolencias por los años intento llegar a su altura, mi boca, su boca, quedan tan cerca que su aliento me estremece, vuelvo a ser Aleja, le acaricio su cara, lo abrazo , lo traigo hacia mi cuerpo para calmarlo y así termina la improvisación.
Ese día me dice que tengo un gran talento porque apenas piso el escenario me convierto en el personaje, no se equivoca, soy muy tímida para enfrentar el escenario como quien soy. Se vuelve mi compañero en las noches, imagino cómo me toca, como me besa, como su pene entra por primera vez en mi vagina, como me hace suya.
No vuelvo a tener clase con él, las “monjas” lo reemplazaron, era liberal y hasta revolucionario. La última vez que lo vi en mi vida fue en la iglesia estaba con mis padres, se acerco, me saludo y los saludo a ellos, esa misa no pude sino pensar cosas lujuriosas…