Guía Cereza
Publicado hace 10 años Categoría: Jovencitas 6K Vistas
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Debo confesar que siempre he sido de esas chicas que luce menor, con cara inocente y algo angelical,  es por eso que desde siempre he sido presa fácil de aquellos hombres que disfrutan locamente de una lolita virginal.

Aquel día había perdido la ruta, así que tuve que encaminarme hacia el colegio en un bus de esos que en las mañanas hacen un recorrido largo casi hasta las afueras de la ciudad. Era un día normal, frio, sin muchos compañeros de viaje y demasiado temprano en la mañana. Cuando me subí, opte por escoger una silla al lado de la ventana, llevaba mi uniforme de diario, una falda que al sentarme quedaba un poco más arriba de mis rodillas, unas medias largas blancas, una camisa de esas de botones en frente y un saco azul que llevaba en las manos, Allí empezó el recorrido más excitante e interesante que he tenido en mi vida.

Dentro del recorrido un hombre se subió, era alto, de unos 50 años, de esos que lucen rectos, un hombre bien vestido y que no representaría mayor peligro a simple vista. Lo último que recuerdo  fue que se sentó a mi lado, mientras que yo cerraba mis ojos para dormir un rato. Minutos después lo que empezaría a sentir estaría fuera del alcance de mi imaginación.

 Su codo rozaba mi teta, o mejor mi tetita porque estaba en esa época en la que ni me había desarrollado, hacia círculos alrededor una y otra vez. Yo solo pensaba que sería una fricción ocasionada por el movimiento del bus. Debo admitir que tenía miedo, pues nadie me había tocado en la vida, pero en el fondo hallaba en eso un placer indescriptible. De esa forma decidí permanecer con los ojos cerrados, dándole el inmenso deseo a mi perpetrador de seguir en su jugueteo.

Recuerdo como mi pezón se ponía tieso como una roca y creo que él se concentraba viéndolo y sintiéndolo, pues a esa edad no usaba más que un top que dejaba ver más de lo que pudieras imaginar.  Luego vendría su mano fuerte, tratando de alcanzar mis piernas, tratando de rozar mi vaginita que se hallaba escondida bajo mi faldita y el saco que tenía sobre mis piernas.

Sin miedo alguno el empezó a rozar con sus dedos mi conchita, mi vagina aun cerrada pero cada vez más calientita al pasar del tiempo. Se encontraba justo por encima de la falda, hasta que en un movimiento osado decidió entrar debajo y buscar los panties. Yo me moví, estaba muerta del susto pero no hice más que acomodar el saco. Dándole cierto permiso, era algo así como una violación concertada.  Una vez adentro empezó a frotar, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, mi clítoris totalmente durito y mi ropa interior totalmente empapada, tanto así que él no aguantó las ganas de correrla hacia un lado y empezar a sobar los labios húmedos y calientes, tratando de abrirla cada vez más y más hasta llegar al hoyito. Yo era virgen, nunca me había mojado, nunca había sentido algo igual, así que lo único que pensé en ese momento fue en disfrutar. Debo decir que aunque el clavaba sus deditos en ese huequito estrecho yo no sentida dolor alguno, imagino que nunca lo hizo de manera tan profunda, así que no logró romper esa telita que todos quieren, el himen.

Al pasar de los minutos, decidió bajar mi ropa interior un poco, así que abrió mis piernas con suavidad y bajo mis panties empapados para tener completa posesión de mi conchita. Así duramos mucho tiempo hasta que sentí algo inimaginable, sentí pequeñas contracciones que apretaban sus dedos ya arrugaditos por permanecer tanto tiempo allí adentro. No sé qué cara hice o como me moví, pero el decidió sacar su mano inmediatamente.

A decir verdad no recuerdo su cara, pero si pienso en su pene totalmente erecto en medio de un pantalón negro, era un bulto enorme apunto de estallar. El caso fue que no sé qué pensaría pero tomo su maleta, la puso entre sus piernas y bajo del bus como si nada. Yo me sentía culpable y pensaba cada noche en lo mismo. Debo confesar que hoy en día cuando recuerdo ese suceso sigo excitándome de tal manera que no queda más que tocarme una y otra vez. Definitivamente los hombres mayores me atraen en un sentido sexual de manera incontrolable.

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