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Las estudiantes universitarias suelen generar diferentes emociones. La mezcla de una aparente inexperiencia, picardía, pasión y deseos de nuevas experiencias suelen producir una mezcla explosiva en nosotros los hombres.
Hace poco, más o menos dos meses, comencé a dictar un curso de metodología de la investigación en una universidad en Bogotá. Todo comenzó de una forma normal, un profesor que se presenta a sus estudiantes, unos estudiantes a la expectativa sobre la forma en que se llevará a cabo el desarrollo de la asignatura. Debo confesar en este momento, desde un principio ella resaltaba sobre las demás: comentarios agudos pero inteligentes, visión crítica y entusiasmo: una mente brillante en un curso. Su físico no se quedaba atrás. De inmediato resaltó su cabello dorado, liso y delicado; ojos grandes y expresivos; su cara tierna, labios pequeños pero tan perfectamente delimitados que parecieran haber sido dibujados a la perfección por un artista buscando la máxima expresión de belleza; su pecho dibuja una auténtica simetría. ¿Todo eso? Mas bien, sólo eso percibí como su primera imagen.
Fueron transcurriendo las horas y las clases. Su actitud era igual pero había podido notar otras cualidades físicas en ella. Su cintura parece diseñada de forma milimétrica, sus curvas, esas curvas son el mejor ejemplo de perfección. Su cola tiene forma de corazón y su forma de caminar pareciera expresar lo que su corazón siente. Es una mujer llena de pasión, pensaba. En el transcurso de las clases notaba como sus ojos me seguían y ella, pienso yo, notaba también como nuestras miradas se cruzaban con el interés de quien descubre un nuevo mundo.
Un día, tal vez era la 6 clase, dispuse la realización de un trabajo en grupo. De pronto tuve que ir a su grupo de trabajo. Emanaba un olor a flores especial, ¡que increíble perfume utiliza!-pensé-. No pude evitar pedirle que por favor se quedara luego de terminar la clase, claro, si ella podía hacerlo...
Y comenzó una conversación interesante (esas palabras se han quedado en mi mente):
-¿Cuéntame profe, para que querías que me quedará? preguntó ella
-Noto que eres una estudiante especial. ¿A que se debe tanto interés? Haces análisis de estudiante de maestría. Respondí yo.
-Soy medio "nerda". Me gusta la clase y más con un profesor tan joven, creo que es de admirar. Dijo ella
-¡Wow!-no pude evitar sonrojarme-esas son palabras mayores. Se hace lo que se puede, le respondí.
Luego vino un momento de silencio incomodo, enseguida pensé que ella notaba aquello que sentía.
-Eso era lo que quería decirte-le dije-espero que sigas así.
-Claro profe, te dejo que tengo que verme con mi novio, dijo ella.
Se despidió dándome un beso en la mejilla. Junto sus labios a mi piel, con cariño, sin temor y con cierta ansiedad. De manera impulsiva mientras salía tome su mano y ella correspondió. "Mire como me puso doctor" exclamó, mientras veía como se sonrojaba. "Otro día hablamos más tiempo". Salió. Ese día y los siguientes esperaba con ansias volverla a ver...
Y llego el momento esperado. Ese día debía hacer una presentación previa a la clase. Me arregle más que de costumbre. La corbata en su sitio, vestido pulcro, zapatos elegantes. Y ahí estaba ella. Como ya había confianza con los estudiantes comencé a saludarlos uno por uno, a los hombres de mano y a las mujeres con beso en la mejilla. Bueno, esa era mi excusa de auto validación, en realidad quería darle nuevamente un beso en la mejilla. "Como está de bello doctor" dijo mientras la saludaba. "Tu estás hermosa" le dije.
Acabo la clase, todos salieron. Salí a mi consultorio. Ya eran cerca de las 6 de la tarde y había terminado mi jornada. Todos habían salido pero yo me quedé terminando unos trabajos. Tocaron a la puerta. Abrí y la vi. ¡Era ella! Enseguida dibuje una gran sonrisa (¡no podía evitarlo!).
-Hola!, ¿qué haces aquí?. ¿Tienes consulta conmigo?-le dije escondiendo un poco mi interés y felicidad.
-No doctor. Necesito hablar contigo. Dijo ella
-Claro, estoy para servirte en lo que necesites.
-Doctor venía a esto...
De pronto sus labios se juntaron con los míos. ¡oh! Sublime, puro y hermoso beso nos hemos dado. Fue un beso como de un minuto. Con seguridad es el beso más fantástico que he experimentado. Ella alternaba el beso con pequeñas mordeduras a mis labios. Paso su mano encima de miembro, lo tocó, incluso creo que lo imagino dentro de sí.
-¿Y entonces doctor, si le gusto mi visita? preguntó
-Todo lo tuyo me gusta, me encanta y me fascina.
-Doctor, yo tengo novio-dijo-
-Hermosa linda, yo tengo novia-le dije-
Inmediatamente nos dimos nuevamente un beso. Fue un intercambio increíble de sentimientos. Con esas palabras ambos habíamos hecho claridad sobre nuestras expectativas y necesidades, sobre lo que esperábamos y sobre lo que queríamos. Esas palabras hicieron que todas las pasiones florecieran. Ella parecía querer arrancar mi camisa, nos desvestimos rápidamente. Bese sus labios, sus orejas, su cuello. Baje lentamente besando sus pechos, tiernos, pequeños pero firmes, ¡hermosos! Sus pezones rosados me excitaron más aún de lo que ya estaba. Continué bajando por su abdomen, di muchos besos en el, sólo escuchaba sus gemidos: fuertes, llenos de placer. "te deseo mucho" le dije, y ella agarró mi cabeza con pasión. Baje a su vagina. Intenté aplicar los conocimientos de anatomía en esa labor. Su vagina se humedeció de manera increíble. Introduje mi pene en ella. Estaba infinitamente lubricada, apretada y deliciosa. Me encantó todo.
Creo que ha sido el sexo más inolvidable que he tenido. Ella así lo ha manifestado. Aún tenemos encuentros, cada uno por su lado pero disfrutamos lo mejor de cada uno cuando nos encontramos.