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Mi viaje de negocios y placer

“A”

Cuando pasó todo lo de la cabaña y decidimos contarlo, nos dimos cuenta de la cantidad de oportunidades que habíamos desperdiciado; como la macro rueda de negocios a la que fuimos en México, la cumbre en Barcelona que justo coincidían con el festival del porno e incluso esa ves que dicté una charla en barranquilla sobre mercado bursátil en una universidad. En vista de esto, todos nos comprometimos no solo a narrar y relatar con el mas mínimo detalle y sin decoro alguno; sino a tratar de buscar la mayor cantidad de experiencias placenteras y hacerlos revivir cada momento con todas sus sensaciones a través de nuestras palabras.

Este relato inicia con la noticia de un viaje y la pelotera que se arma en la oficina para ver quienes van, solo hay tres cupos y “D” ya estaba anotada así que ella y su asistente nos pusieron a los del área comercial a resolverlo a la suerte y gané yo. Desde que Salí de mi departamento estaba mirando a todas y a cada una de las mujeres para ver a cuál de ellas podía arrimar a una pared, lamerle hasta la espalda y penetrarla para alimentar nuestro morbo. Mi vuelo salía desde santa marta, hacia escala en Bogotá y el salvador para terminar en Toronto. a cada una de las paradas yo le vi una oportunidad de “pegar”; en santa marta una azafata estaba descomunalmente buena y su corto uniforme rojo me hacía imaginarla arrodillada en su silla con las medias veladas hasta la rodilla y tanga a un lado. Por desgracia ella tenía muy mal genio y no logre “coronar” esa fantasía cliché que es hacerlo en un avión y con el plus de la aeromoza; al aterrizar en Bogotá una cachaca de la parte logística de la aerolínea llamo potencialmente mi atención; tenía una cara hermosa, unos ojos claros y unas enormes tetas que compensaba la falta de culo; me imagine haciéndome una monumental paja rusa, corriéndome en su cara y llenándole hasta el pelo con mi semen. Para cuando desperté de mi fantasía imaginaria, la muchachita de las grandes tetas se había ido. Desistí de mi plan un par de minutos mientras hacía mi proceso de migración y pase al área de vuelos internacionales en el “DUTY FREE” habían unos “bollitos” que me sacaron una erección, pero ellas solo quieren venderte sus baratijas; sin pausar mi plan, me pasee por el área buscando mi almuerzo lo cual fue más difícil porque eran fastidiosamente caros; preferí esperar el lunch del vuelo hasta el Salvador, mientras veía comer de su “coca” a una muchacha algo escuálida, carismática, que trabajaba en una cadena de donuts; me perdí por un momento en su mirada, tanto así que mis compañeras de viaje, “D” y “J”, me despiertan de un codazo simultaneo para decirme que me están mirando. Era ella, la niña de las donuts alzando su portacomidas, ofreciéndome de manera cordial y por educación un poco de su almuerzo; yo corto ni perezoso, me senté a su lado y en son de chanza, le dije que no me quería comer eso y en tono muy creído le dije que era de gustos más refinados. Comencé a describirle lo que me quería comer, quería algo salado, viscoso, algo con lo que pueda entretenerme un rato, algo que me dé una sensación indescriptible; ella de manera rápida captó mi doble mensaje y en tono de juego me pregunto que si eso que me quería comer podía ser grande Y que si no me importaba si le encontraba un pelo, a lo que le respondí sin pensarlo, que no me importaba; entablamos una charla de doble sentido que me causo una erección y que tuviera varias pre eyaculaciones de esas que te dejan el pene y la ropa interior pegajosa; hasta que se nos fue el tiempo y mi llamado para abordar me hizo regresar a la realidad. Antes de despedirnos, intercambiamos números y me pidió que no perdiéramos el contacto.

Durante todo el viaje hasta Toronto me la pase pensando en la chica de las donuts, en todo lo que le podría hacer y lo genial que se iba a sentir; cuando por fin llegamos hasta el hotel, pedí con prisa el WI-FI para chatear con ella, en el momento en que conecté, me esperaba un “hola” de su parte que le restaban importancia a los otros mensajes, con prisa le respondí con otro simple hola; que no era ni la punta de todas las cosas que le quería escribir, decir o hacer; su siguiente comentario fue para decirme que tenía la foto de lo que yo me quería comer en el aeropuerto, le dije que me la mandara para ver si eso era y si estábamos en sintonía; que si acertaba, como premio, la dejaría verme mientras me lo comía. Su siguiente mensaje fue un archivo que baje de inmediato, se me cortó la respiración y al abrirlo era una almeja puesta en un plato; me causo algo de gracia y un poco de ira al mismo tiempo, le dije que no había adivinado, que le daba otra oportunidad, a lo que ella me contesto con otra imagen, que obviamente baje sin pensarlo, esa sí, era su vagina; le respondí con un “uffff”, era hermosa y desde un Angulo que me permitía ver parte de su ano rosadito y los pequeños bellitos que le estaban saliendo después de su última rasurada; era un poco más clara que su piel y sus labios parecían nuevos, tenía un lunar al lado que me traía imaginándome cosas, quería poner mi mano en su vientre y penetrarla hasta que me cansara, me dieron ganas de lamer la pantalla de mi teléfono, de hecho, se lo insinué, como buscando más de eso que ella me mandó y para incentivarla a que me mandara más fotos, tome una de mi verga desde un punto en que se viera completamente nítida; charlamos de manera muy caliente y nos enviamos unas cuantas fotos más, luego de todo eso ella me hizo un ofrecimiento; que si coincidíamos en mi vuelo de regreso, ella me haría comer dos platos de eso que quería y que lamentablemente ya se tenía que ir a dormir, por su turno del día siguiente.

Durante toda la noche admiré esa primera foto, a tal punto que no me contuve y comencé a masturbarme debajo de las sabanas, cerraba los ojos y me imaginaba a esa chica sobando mi verga tan fuerte y rápido que me corrí sobre mi abdomen en menos de un minuto; ese corto chat y a mi acto de autocomplacencia me dejaron tan cansado que caí dormido al instante.

Los 3 días que dure en esa rueda se me hicieron una eternidad, estaba tan disperso imaginándome como sería el momento en el que yo pudiera “torturar” de placer a esa dama. La espera y la ansiedad se me hacía eterna, fue una erección constante hasta que llegue donde esta chica; mi hice en la fila como cualquier comprador porque ella estaba cobrandoen la caja; cuando por fin fue mi turno, alzó su mirada y la sorpresa interrumpió su discurso de bienvenida; no dijo nada y por un momento todo se quedó en silencio y me lanzo la mas picara de las miradas, que fue una señal para una de sus compañeras, la cual interrumpió y le dijo “ve, yo te cubro”, como si supiera lo que pasaba entre nosotros. Mientras caminábamos, por mi cabeza ocurrían tantas cosas, me la imaginaba de muchas maneras, la podías escuchar gemir, podía sentir sus uñas en mi espalda e incluso frotaba mis dedos como si tuviera sus flujos en ellos.

Cuando por fin llegamos a la bodega en el área de servicios, apagó las luces dejando todo muy oscuro, no podía ver nada, solo podía oír su voz que me decía las cosas que estaba por hacer, por mi parte, podía percibir el indescriptible aroma que se siente cuando una mujer se desnuda y como de a momentos me desubicaba tocándome desde lados que no esperaba con suaves caricias. Cuando encendió la luz mi cabeza explotó, no sé dónde quedó la escuálida muchachita que vi la primera vez, ¿se habrá ido con el uniforme?, su tersa piel dejaba ver unas muy sexys pecas que me pedían a gritos que tomara el control de la situación y hacerle lo que tenía planeado; pero entendí que ella tenía sus propios planes cuando con un sensual y delicado empujón en el pecho freno mi ímpetu y me arrojo sobre unos costales; me dijo al oído, en voz melodiosa y casi susurrado: “relájate “A”, desde aquí me encargo yo”. De manera muy romántica pero decidida, iba retirando cada una de mis prendas hasta que me dejo el torso desnudo, mientras se deleitaba con los bellos de mi pecho y decía que así era que debía ver un hombre; cada vez que me besaba, mi pene latía y sentía mi eyaculación cerca; ella siguió en lo suyo hasta que ambos estuvimos completamente desnudos, frente a frente y mientras los besos seguían; con su mano derecha me agarro la verga, comenzó a hacerme la paja de una manera fuerte pero se sentía delicioso en esas suaves manos; de manera atrevida lleve mi mano hasta su vagina, estaba tan húmeda que podía ver hilos de sus fluidos, mi mano estaba empapada de ella e incluso acerque mi mano a mi cara para perderme en ese olor que ella me había regalado; al oler su esencia viajó una corriente por todo mi cuerpo que me insto a tomar el control y darle el turno a ella de que supiera lo que era estar conmigo. Le tomé de las manos y puse su rostro en los costales, quedando a mi merced y en cuatro; dejando todo lo que quiero a mi alcance.

Me arrodille como un caballero y llamado por ese aroma que emanaba de esa bella vagina me acerque y lamí toda su feminidad, dando de vez en cuando pequeños besos en sus muslos y nalgas; como pidiendo permiso para hacerle de más. De manera osada abrí sus nalgas y sin preguntar, lamí su rosado y apretado ano; hasta que, con voz de orgasmo, me pidió que parara, Le hice caso y le dije que en mi chaqueta había un preservativo; muy emocionada lo saco, lo abrió, me lo puso y contenta me dijo “hazme tuya”. La tome por la cadera y muy lentamente fui penetrándola; cuando estaba toda en su interior, me pidió que le diera más rápido, y otra vez le hice caso, lo hacía tan rápido como mi físico podía, cambie de las caderas a sus tetas y aun así me pedía que le diera más duro; tome una pose erguida, le daba lo más duro posible mientras deslizaba mi dedo por su culo, al sentirlo apretó su culo aprisionando mi dedo dentro de ella, eso y el ritmo que llevaba nos dieron una descarga erótica que desbordó una serie de gemidos, pequeños gritos de placer, temblores y apretones; acompañados de una fuerte descarga de su flujo, causando que termináramos juntos sobre esos costales, mientras veía la imagen de mi condón lleno de semen y sus líquidos corriendo por su pierna, ella respirando muy fuerte y agotada por lo que acabábamos de hacer; con rapidez uso una toalla que había ahí para limpiarme, durante el instante que nos vestíamos con una sonrisa en su rostro me decía lo mucho que le gustó y que quería repetirlo en otra ocasión, que para la próxima que sea con un poco más de tiempo y sin usar condón.

Al rato de eso caminábamos hasta la salida para hacer mi ingreso en migración y despedirnos; también me ofreció su casa para cuando regresara a la capital y así poder hacernos lo que quisiéramos.

Desde ese momento ella y yo hemos intercambiado unos cuantos mensajes, le recomendé que se inscribiera a esta página para seguir teniendo experiencias como esa, ver los relatos de mis compañeros y por supuesto los míos para ver si en algún otro vuelve a ser la protagonista de mis fechorías.

Los de la oficina

Soy hombre heterosexual

visitas: 1692
Categoria: Hetero: General
Fecha de Publicación: 2019-02-28 14:51:11
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