Soy una mujer tranquila, el drama no me queda. Sin embargo, siempre resulta algo interesante cuando nos ponemos difíciles. 

Aquel día habíamos quedado de vernos en la mañana, cuando se tiene pareja los horarios suelen ser poco convencionales, no obstante, el viaje se hizo complicado y no alcancé a llegar. A medio día nos vimos y sin más preámbulos llegamos a nuestro lugar. 

Hoy el ánimo andaba tenso, eran varios meses sin vernos, un par de citas incumplidas y admito que hubo algunas palabras hirientes de mi parte. Así que cuando empezamos, parecía más un juego de castigo que un juego de diversión. Me tomó del cabello, me besaba en los labios y me lamía el cuello y las orejas, su otra mano se metía entre mis pantis y obviamente me tenía más que mojada, pero esta vez guardó silencio y no me dejó ver su excitación, sólo me besaba y buscaba meter sus dedos en mí.

Después de un rato se alejó y me ordenó quitarme la ropa, mientras tanto destapaba algo que estaba en una cajita negra del minibar. En aquel momento no me atrevía ni a hablar, sólo obedecía y me sentía excitadísima viendo la erección que traía sin ni siquiera tocarlo. Tomó también un preservativo y esto me enojó un poco, generalmente no lo usamos, sin embargo, no había tiempo para aventurar explicaciones, porque al momento me tomó de la mano y me llevó a la silla.

Me puso de espaldas mientras vertía un líquido que se sentía caliente entre mis piernas, me encanta que me penetre desde atrás, su pene es grueso y de buen tamaño, cuando está totalmente erecto me duele un poco en esta posición, pero mi cuerpo excitado lo disfruta. Sin embargo, esta vez no me penetró, aunque yo ya estaba super lista, en su lugar comenzó a pasar su lengua por mi vagina y a subir entre mis nalgas hasta la espalda.

Cuando se detenía en mi clítoris, su dedo pulgar hacía círculos en mi ano y yo ya no sabía ni qué sentir, creo que cuando lo pensé ya su dedo, o quizás sus dedos, entraban y salían rápidamente, mientras su boca chupaba bruscamente los labios de mi vagina, era como si estuviera enojado, excitado, concentrado en su labor, no lo sé.

Después de un rato en estas, el orgasmo se dejó venir, mientras mis gemidos lo advertían este hombre ágilmente puso la cabeza de su pene en mi ano y con la dulzura y los movimientos más suaves que le he conocido me empujaba de a poco mientras vertía abundantemente el líquido calientito y acariciaba mi espalda, apenas si me rozaba con sus dedos y separaba mis nalgas para abrirse paso.

Fue un orgasmo largo, sentía que moriría allí, mis piernas comenzaron a temblar y mis gemidos eran poco discretos. Me pasó para el borde de la cama, sin sacar su pene de mi ano y me apoyé sobre las rodillas, así que ahora podía tomarme nuevamente del cabello, ya en este punto su pene estaba todo dentro de mí y no dolía para nada. Se sentía delicioso y más cuando me giraba la cabeza y me decía al oído que me lo había buscado por ser tan indecisa y por alejarme tanto tiempo.

Me preguntaba si me estaba gustando, si quería que me lo sacara, si me hacía más despacio, yo contestaba a cada pregunta con monosílabos, miraba el espejo y era increíble, una excitante escena, digna de cualquier peli de adultos. Instintivamente llevé mi mano a la vagina y me masturbé, fue fácil llegar al orgasmo nuevamente, pero cuando lo estaba consiguiendo escuché un ¡Ay nooo! fue gracioso, pero ya era inevitable.

Mi hombre estaba teniendo también un orgasmo, su pene bombeaba en mi interior, mi vagina se estremecía y esta vez era él quien temblaba, así que después de respirar profundo un par de veces, se retiró con cuidado y allí entendí por qué tomó un preservativo. No me di ni cuenta cuando se lo puso.

Hablamos, nos reímos y creo que fue la reconciliación más excitante que he tenido, ya estoy ansiosa por enojarme nuevamente.