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Ya estaba pensando en irme. La fiesta había alcanzado ese punto donde se necesita un poco de valor, ya sea por el alcohol o por la compañía, y yo no contaba con ninguno de los dos. La música sonaba bien, pero no tenía ganas de bailar solo. No podía tomar otra cerveza, y esa noche no parecía que las mujeres se interesaran en mí; a veces simplemente no hay suerte. Así que decidí alejarme de la mesa de mis amigos, que ya estaban acompañados o demasiado alegres, y no me iban a extrañar, así que fui a la barra. Allí podría tomar un whiskey para calmar un poco el malestar que me había dejado la cerveza.
Con el tercer whiskey, me sentí mucho mejor, relajado lo suficiente como para dejar de pensar en el cansancio y disfrutar de la música y del ambiente vibrante que me rodeaba. Estaba absorto en la observación de las jóvenes que parecían ansiosas por divertirse o simplemente por olvidarse de todo. Mientras contemplaba la escena, accidentalmente golpeé una copa al levantar mi vaso. "¡Jueputa, tenga cuidado!" fue lo que logré escuchar, y apenado, traté de ayudar a la mujer a limpiar su falda.
"Voy a pedirte dos de los mismos", le dije al bartender, quien se rió mientras cumplía mi pedido. La mujer, visiblemente molesta, me dijo que dejara de preocuparme por su ropa. Le ofrecí las dos copas como un intento de compensarla. "No sé qué más hacer, no manejo el trago como antes", le dije, y ella soltó una risa forzada, tomó una de las copas y se la bebió de un sorbo, haciendo una mueca al final. "Tal vez compense, pero no quiero beber sola".
Sin pensarlo, pedí otro whiskey, sintiendo que quizás ahora solo quería disfrutar de la conversación. "¿Te parece si te acompaño con esta copa?" le propuse con una sonrisa. Ella asintió ligeramente y comenzó a preguntarme sobre mi vida. Al principio, parecía por compromiso, pero pronto noté su curiosidad, especialmente cuando empezó a beber de mi vaso.
Me sorprendió que no quisiera estar sola, porque parece que así había llegado al bar. Así que inicié el interrogatorio. Resultó que esta mujer, de 42 años y casada, había salido con una amiga, pero recibió una llamada de casa que la dejó sola, así que decidió aprovechar su libertad momentánea y entrar al bar que le traía buenos recuerdos (Puro bar de universitarios, claramente).
"¿No tendrás problemas si llegas muy ebria?", le pregunté, y ella me miró de arriba abajo, riéndose. "¿Ahora se cree el adulto responsable?". Me sentí aliviado de verla más relajada, así que la invité a bailar, solo quería alejarme de la barra y hacerla sonreír. Nuestros pasos eran torpes, pero eso nos acercaba más. La noté diferente, su escote y la forma en que se movía capturaron mi atención.
Fue en ese momento cuando se acercó más a mí y susurró algo travieso. Yo, entre apenado y curioso, solo logré decirle que lo importante era dejarse llevar, aprovechar los destellos de libertad. En un instante, la música y el ambiente se convirtieron en el telón de fondo de una conexión inesperada. Inesperada y muy física.
Así, comenzamos a bailar, y el calor entre nosotros creció. Ya era notorio mi interés en su escote, en sus pequeñas tetas que se veían tersas, se notaba que mi mano estaba extasiada de estar en esa cadera grande, grande para una mujer tan delgada. La conexión entre nosotros se intensificó, ya sus manos agarraban mi cola sin pudor, ya su boca recorría mi mejilla sin afanes, ya su aliento calentaba mi cuello con sevicia, y en un momento de impulso, tomé su mano y la llevé a un lugar más tranquilo. La atmósfera era cargada de emoción, y ambos sabíamos que estábamos dispuestos a explorar ese instante. Agarramos el primer taxi, y no decíamos nada, le dije al conductor un nombre que ella reconoció y la hizo suspirar. Al llegar, pedí una habitación simple, y el ascensor parecía eterno, lleno de una anticipación palpable.
Al abrir la puerta, ella entró con más determinación que yo. Me empujó suavemente a la cama y, entre risas nerviosas, me preguntó qué íbamos a hacer. Su mirada, entre la sorpresa y el deseo, era inconfundible. "Por mas que no quieras, tienes que llegar a casa, retomar la rutina, pero antes de eso, yo quiero llegar sobre ti", le respondí con una sonrisa. Se impacto al comienzo, pero sonrió, mientras compartíamos miradas y risas, la química entre nosotros se volvía más evidente, mas insoportable. Cada toque era un descubrimiento, cada beso un nuevo capítulo en nuestra historia. Ella quería desnudarme rápido, pero se notaba que disfrutaba besarme la piel, disfrutaba toquetearme, igualmente, yo solo pensaba en penetrarla, pero tocar sus tetas sobre la blusa, agarrarle las nalgas bajo la falda me daban un placer único. Era como si el mundo exterior desapareciera y solo existiéramos nosotros, sumidos en la conexión que habíamos creado, embriagados en las ganas de comernos.
Por fin me desnudo y se quedo frente a mi verga, mirándola, analizándola, mi verga durísima solo quería estar dentro de ella, así que decidió lamerla, besarla, con torpeza, pero con deseo. Veo como lleva su mano a su cuca, esa cuca peludita que empieza a gotear, esa cuca sedienta que ahora esta siendo consentida mientras esta golosa se atraganta con mi miembro y yo solo acato a jugar con sus tetas. No soporto mas, quiero comérmela, la tumbo en la cama y bajo a lamerla todita, la respiración de ambos se agita y sus manos me clavan en sus jugos, me asfixia el placer, escucho sus gemidos y su petición de más y más y más, no quiero parar peor mi verga esta palpitando, me logro zafar de sus manos y pongo mi verga en su cuca, quiero mojarla, jugar en sus labios antes de clavarla, pero esta mujer es indomable, me amarra con sus piernas y de un envión me hace clavarla, estoy sobre ella, besándola, en un abrazo de placer, donde mi verga la embiste una y otra y otra vez. "Que rico, que rico, así, así, dame, dame" solo podía seguir sus ordenes, besaba sus tetas, chiquitas y paraditas, mientras mi verga sin ninguna compasión la penetraba al ritmo del sonido de sus líquidos y nuestras pelvis.
Me iba a venir, esta mujer me apretaba con tal deseo que ya me iba a venir, agarro sus piernas y las separo, veo ese panorama hermoso frente a mi, de una mujer extasiada y a mi disposición y de mi verga entrando en ella, saco mi verga y con la intención de venirme en su cara se la acerco, pero ella es mas rápida y mas golosa y se la come, la chupa con tal devoción que es inevitable, me vengo en su boca, siento la arcada, pero esta mujer se aferra a mi culo y valiente como se ve que es, se traga cada gota de semen. Me tumbo feliz en la cama, y esta mujer me besa "Mientras se recupera, chúpeme un ratico" se sienta en mi cara mientras se toca las tetas, yo agotado, solo pudo agarrarle el culo y comerme esa cuca madura, esa cuquita deliciosa que esta húmeda por mi. Los gemidos son viagra, en 5 minutos ya la verga quería estallar, ella lo nota, se gira y se sienta, entra deliciosa, y ahora veo su delgada espalda, lavada en sudor, mientras el vaivén de esas caderas me hipnotiza y busca exprimirme. Que cadencia, que fuerza, que arrechera la de eta mujer, que parece esta en un trance del que yo no hago parte, pero del que saco todo provecho, me come ella a mi si duda, soy su juguete, ya no piensa en mi, en que pensará? eso aun lo quiero saber... me cabalgaba cada vez mas fuerte, tal vez con rabia, pero con todo el morbo que la situación generaba, su cuca me apretaba cada vez mas, apretaba y me soltaba, ¡que culo por dios! que rica esta mujer, que delicia!! noto que baja la velocidad, la fuerza, baja los brazos de su cabeza, ya no se toca los senos, es mi momento! me reincorporo con velocidad y la tomo del culo, se lo dejo empinadito, en posición (todo esto sin sacarle la verga), le acomodo la cabeza en unas sabanas arrugadas y le digo "es momento de terminar la noche", empiezo a comérmela en 4, viendo esas nalgas moverse al son de mis embestidas, viendo como la cuquita cada vez mas rojita se moja y chorrea, escuchando groserías y gemidos, escuchando como me tutea y pide que no termine (yo o la noche?), entra y sale mi verga, a veces toda, a veces solo la mitad, mientras acaricio sus tetas, mientras me chupa los dedos, el sudor me recorre la espalda, las nalgas de esta mujer madura y arrecha están empapadas, las aprieto lo mas duro que puedo, se queja, no me importa y la clavo mas duro, no mas rápido, solo mas duro, su cara refleja el éxtasis, es el momento, en medio de groserías y jadeos le aviso que me voy a venir, saco mi verga y le baño la espalda, al tiempo que la nalgueo con morbo, con severidad.
Me acuesto a su lado y nos damos unos besos, no hay nada de que hablar, mira el reloj del cuarto y se levanta, moja una toalla y con ella se asea, se viste y yo ante esta escena solo pregunto si nos volveremos a ver "No creo, gracias por el polvo, gracias por el baile, me esperan en casa..." Es curioso como me sentí mal por unos segundos, tal vez desilusionado? ni idea, pero me sentí vulnerable ahí tirado, me ignoro el tiempo en que tardo en arreglarse "Me voy solita, juicio" y cerró la puerta. Tome aire, era momento de irme también, era tarde y la noche es peligrosa, abro la ducha y alcanzo a escuchar que pasan algo bajo la puerta, reviso y recojo la tarjeta de la que parece será mi nueva abogada...